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El derrame de crudo en el condado de Orange podría haber sido peor; esto es lo que salió bien

Workers in protective gear comb the sand of Huntington Beach
Los trabajadores peinan la costa de Huntington Beach, el lunes.
(Al Seib / Los Angeles Times)

“Realmente hemos esquivado una bala”, dijo la alcaldesa de Huntington Beach. “Cuando escuchas que se han liberado miles de galones de petróleo... no puedes evitar pensar lo peor”.

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Mientras el petróleo llegaba a las costas de Huntington Beach en la madrugada del domingo, los funcionarios se preparaban para el peor escenario.

Decenas de miles de galones de petróleo se habían derramado en el océano desde una tubería rota conectada a una plataforma en alta mar, a solo millas de la costa. El crudo ya había entrado en el área ecológicamente sensible de Talbert Marsh, y los funcionarios temían que hubiera más humedales, y que las especies dentro de ellos estuvieran en riesgo.

Todavía no estaban seguros si la fuente de la fuga estaba completamente reparada.

Durante los días siguientes, las olas rompientes batieron los peces muertos y las aves cubiertas de petróleo pugnaban por alzar vuelo. Grandes columnas de crudo amenazaban la costa desde Huntington Beach hasta San Clemente. Pero una combinación de suerte, condiciones climáticas favorables y una respuesta activa de los funcionarios que habían aprendido de derrames de petróleo anteriores resultó en una crisis menos severa de lo que se temía originalmente.

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Aun así, se necesitarán meses para evaluar los efectos a largo plazo y determinar exactamente cuánto crudo se filtró. Las estimaciones oscilan entre 24.696 y 131.000 galones. Sin embargo, los funcionarios saben que podría haber sido mucho peor. “Realmente esquivamos una bala”, destacó la alcaldesa de Huntington Beach, Kim Carr. “Cuando sabes que miles de galones de petróleo se acercan rápidamente a la costa, no puedes evitar pensar lo peor”.

El golpe de suerte que tuvo el condado de Orange fue algo que los funcionarios no podrían haber controlado: las corrientes oceánicas. Eso empujó las columnas de petróleo hacia el sur sin que grandes cantidades llegaran a las costas. Playas tan al sur como las del condado de San Diego fueron alcanzadas por bolas de alquitrán, pero escaparon de grandes inundaciones de petróleo. Fue un marcado contraste con el derrame mucho mayor de American Trader, en 1990, que dejó playas, embarcaderos y humedales cubiertos de crudo. Ese derrame terminó ensuciando 15 millas de playa en el condado de Orange.

L.A. bombea sus aguas subterráneas locales, pero otras fuentes de agua son importantes para reponer el suministro.

Sep. 28, 2021

También se salvaron del reciente derrame algunas de las pintorescas calas rocosas a lo largo de la costa al sur de Newport Beach, que las autoridades inicialmente temieron pudieran verse afectadas. “Los vientos y el lugar donde se localizó el derrame estuvieron realmente a nuestro favor”, añadió la alcaldesa provisional de Laguna Beach, Sue Kempf. “Aunque no tenemos mucha evidencia de efectos negativos en las áreas marinas protegidas, hay cosas que no sabemos, así que tenemos que permanecer vigilantes por un tiempo”.

Los barcos que trabajan a lo largo de la costa se beneficiaron de los vientos ligeros que les permitieron desplegar más de 11.400 pies de barreras para ayudar a contener el derrame y evitar que llegue a hábitats marinos sensibles. Los barcos de control de la contaminación extrajeron más de 5.500 galones de petróleo de las aguas del océano. Un ejército de 1.600 trabajadores y voluntarios había retirado 250.000 libras de restos aceitosos de la costa hasta el lunes.

Los expertos dicen que el viento, las olas y las mareas pueden dirigir una marea negra, que es una capa delgada que se asienta en la superficie del océano.

La mancha, que se deslizó hacia el sur a varias millas de la costa de San Clemente, también se ve afectada por la agitación del océano. Esa acción ayuda a romper partes más concentradas del derrame y enviar una pequeña porción al fondo del mar. Asimismo, el movimiento del agua ayuda a que parte del crudo se disuelva, y empuja algo de éste a la superficie, donde es afectado por el viento y las corrientes.

Las condiciones suaves han mantenido la mayor parte del petróleo en alta mar, que es mucho más sencillo de limpiar para los equipos que el crudo que ha llegado a la costa, explicó Matthew Bracken, profesor de ecología y biología evolutiva en UC Irvine. “Estamos viendo bolas de alquitrán y algunas manchas en la costa, pero ninguno de los efectos realmente devastadores que hemos tenido en derrames pasados”, expresó. “Una vez que llega a las playas, se mete en la arena, la grava y en las grietas y hendiduras de la roca. Entonces la situación es completamente diferente. En ese caso, muchos de los esfuerzos de limpieza son al menos tan inmediatamente perjudiciales para los animales y las plantas que viven allí como el crudo mismo”.

John Villa, director ejecutivo de Huntington Beach Wetlands Conservancy, observó con horror el pasado fin de semana cómo una mancha aceitosa se filtraba en Talbert Marsh, una reserva ecológica de 25 acres considerada un eslabón fundamental en la ruta de las aves migratorias llamada Pacific Flyway. Su mente se aceleró con preguntas: “¿Adónde va a ir? ¿Qué tan malo va a ser esto?”.

El sábado por la tarde, incluso cuando los funcionarios de la Guardia Costera señalaron que probablemente no sería posible una incursión petrolera antes del lunes, las autoridades de Huntington Beach decidieron desplegar barreras para proteger sus humedales. Instalaron las barreras protectoras en el canal de la ensenada Talbert, en el puente Warner frente a la Pacific Coast Highway y en la estación de bomberos Warner, para proteger los humedales Bolsa Chica, una franja de casi 1.500 acres que sigue siendo la marisma de agua salada más grande entre la bahía de Monterey y el estuario del río Tijuana. Los funcionarios también colocaron aproximadamente 1.000 pies de barrera protectora en la entrada de Talbert Marsh.

Los humedales de Bolsa Chica quedaron ilesos. Aunque se filtró algo de petróleo en Talbert Marsh, Villa atribuye a la rápida respuesta de los funcionarios de la ciudad el haber evitado que ingresaran manchas más grandes y destruyeran los sensibles hábitats del interior. “Cada vez que entraba la marea alta, transportaba más petróleo contaminado”, remarcó. “Fue devastador”.

Llamó a Obras Públicas del condado de Orange un día después de que los funcionarios se enteraran del derrame y les pidió que bloquearan la entrada del canal Talbert, el conducto por el cual el agua aceitosa del océano ingresaba en la marisma. Los trabajadores rápidamente erigieron una berma de arena, de 10 pies de altura y más alta que la marea real, en la entrada de la ensenada.

Villa dijo que tomó 10 años, tras el derrame de petróleo de American Trader, en 1990, para que Talbert Marsh comenzara a recuperarse. Las plantas salicornia y spartina, que proporcionaban hábitats para dos aves en peligro de extinción, el gorrión de la sabana de Belding y el riel de Ridgway, murieron a causa de los contaminantes. Esta vez, destacó, los funcionarios reaccionaron más rápido.

“Me siento aliviado de haber podido detener el flujo tan rápidamente, porque si no fuera por eso, creo que habríamos tenido muchos más contaminantes en las marismas”, remarcó.

El plan de respuesta a derrames de petróleo de Huntington Beach, que se desarrolló hace varios años, describía las herramientas que necesitarían en caso de una gran intrusión, pero los funcionarios no tuvieron los suministros a mano hasta principios de este año. El jefe de bomberos, Scott Haberle, quien asumió el control del departamento en 2020, vio lagunas en el plan y solicitó subvenciones para conseguir el equipo que necesitaban. Fue un momento afortunado, destacó Carr. “Ha sido muy previsor y se ha asegurado de que estemos preparados para esto en todos los niveles”, remarcó.

Aún se desconoce gran parte de la causa del derrame. También quedan dudas sobre qué medidas tomó Amplify Energy Corp., la empresa matriz del operador del oleoducto, una vez que advirtió la fuga. Los investigadores de la Guardia Costera destacaron que el daño al oleoducto de casi 18 millas, que se extiende desde el puerto de Long Beach hasta una plataforma petrolera en alta mar conocida como Elly, podría haber ocurrido desde varios meses hasta casi un año antes del derrame.

Los investigadores sospechan que un primer golpe de ancla desplazó una parte del oleoducto unos 105 pies y le arrancó su revestimiento de concreto, lo cual lo hizo más vulnerable a otros posibles golpes de ancla o a factores de estrés ambiental, expuso la semana pasada Jason Neubauer, capitán de la Guardia Costera de EE.UU. Los investigadores planean convocar a expertos para determinar cuánto hace exactamente que la tubería se dañó y cuándo comenzó a tener fugas.

Mientras los funcionarios esperan respuestas, Huntington Beach y Newport Beach volvieron a dar la bienvenida a los nadadores y surfistas el lunes. Las pruebas de calidad del agua no mostraron toxinas asociadas con el derrame, remarcaron las autoridades. Los surfistas salieron a atrapar olas; los niños se mojaban hasta los tobillos en la costa. Un hombre que llevaba auriculares se sentó sobre una toalla roja en la orilla para dibujar. Los únicos signos persistentes del derrame eran los equipos de limpieza vestidos de amarillo, que llevaban rastrillos para recoger de la arena las bolas de alquitrán y las algas marinas empapadas en crudo.

La surfista Mónica Dunn, de 36 años, salió del agua eufórica, después de que el petróleo y la cinta de precaución la mantuvieran alejada del mar durante más de una semana. “Las olas no son buenas, pero se siente bien estar en el agua”, expresó. “Me siento viva”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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