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Las ballenas están muriendo, pero se desconocen las cifras. El coronavirus ha saturado de trabajo a los científicos

Las olas pasan sobre una ballena gris muerta en la playa de Limantour el 23 de mayo de 2019, en la estación Point Reyes, California. Las ballenas estan desapareciendo de México, pero los requisitos de "permanecer en casa" en California han impedido que los investigadores documenten lo que está sucediendo.
Las olas pasan sobre una ballena gris muerta en la playa de Limantour el 23 de mayo de 2019, en la estación Point Reyes, California. Las ballenas estan desapareciendo de México, pero los requisitos de “permanecer en casa” en California han impedido que los investigadores documenten lo que está sucediendo.
(Justin Sullivan / Getty Images)

Los requisitos de permanencia en el hogar han hecho que aumente el trabajo de campo de los investigadores, incluyendo el de los científicos y voluntarios que rastrean a las ballenas grises migratorias.

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A medida que las ballenas grises comenzaron su migración hacia el norte a lo largo de la costa del Pacífico, a principios de este mes, después de un año de muertes inusualmente altas, los científicos estaban listos para observar y recopilar información que podría ayudarlos a entender lo que las estaba matando.

Sin embargo, el brote de coronavirus ha invertido en gran medida ese trabajo de campo, y el de otros estudios ecológicos de suma importancia en todo el país.

Una gran red de biólogos marinos y voluntarios en California normalmente pasan esta época del año vigilando a las ballenas grises, documentando sus números y contando varamientos mientras esos mamíferos nadan desde México hasta el Ártico.

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Scott Mercer, quien comenzó el Point Arena’s Mendonoma Whale and Seal Study hace siete años, reveló que la supervisión fue suspendida el miércoles, ya que un sheriff local les dijo a él y a su esposa que se dispersaran y se fueran a casa.

“Creo que dos personas ahora se consideran una reunión pública”, remarcó, con una sonrisa irónica.

En Los Ángeles, Alisa Schulman-Janiger manifestó que tuvo que cerrar su encuesta el 20 de marzo, lo que significa que esta será la primera vez en 37 años que los datos sobre la migración hacia el norte no estarán completos.

“Teníamos que hacerlo”, dijo Schulman-Janiger, directora en Los Ángeles de la Sociedad Americana de Cetáceos. “No debíamos poner en peligro la salud de nadie”.

Arriba y abajo de la Costa Oeste y más allá, la investigación de campo sobre una variedad de especies en peligro de extinción, amenazadas y en migración, se ha detenido. ¿Chorlitos? ¿Abulón? Ahora están solos, ya que los científicos se ven obligados a quedarse en casa.

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Schulman-Janiger reveló que antes de que su trabajo fuera suspendido, ella había notado una migración inusualmente temprana, con varias ballenas muy por debajo de su peso natural.

Aún más alarmante, dijo, fueron las observaciones de madres con ballenas bebé que, a su parecer, parecían demasiado pequeñas para hacer un viaje de 5.000 millas hacia el norte.

“Parecían recién nacidas”, señaló. “Como lo que normalmente verías en diciembre o enero. No terneros que acababan de pasar meses amamantando en las lagunas, cada vez más fuertes y más grandes”.

El año pasado, 215 ballenas grises quedaron varadas en la costa del Pacífico de América del Norte mientras migraban hacia el norte, lo que provocó una investigación federal sobre este inusual evento de extinción.

Este año, 49 han quedado varadas, hasta ahora, en México.

A medida que las autoridades locales cierren un número creciente de parques y playas, las notificaciones y alertas sobre varamientos y avistamientos de ballenas serán cada vez más erráticas, señaló, lo que dificultará que los investigadores sepan lo que está sucediendo.

“Los equipos de campo pueden o no responder a varamientos y enredos dependiendo de la ubicación y la disponibilidad de personal”, dijo Michael Milstein, portavoz de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, y agregó que la agencia está aconsejando a sus socios “que sigan la orientación proporcionada por las autoridades locales, estatales y federales”.

El año pasado se tomaron imágenes del chevrotain de lomo plateado, o ciervo ratón vietnamita, el mamífero con pezuñas más pequeño del mundo, del tamaño de un conejo.

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No son sólo ballenas

Cientos de proyectos de monitoreo ambiental y ecológico están ahora en pausa, creando marcados huecos de análisis a largo plazo. Y en algunos casos, se detuvo la protección y vigilancia de algunas especies en peligro de extinción, incluido el chorlito nevado.

El momento no podría ser peor.

“Es primavera”, dijo, y señaló que es cuando muchas aves anidan y migran. Los equipos de investigación están atrapados en el interior, al igual que miles de voluntarios que participan en los recuentos de aves de la Audubon Society, vitales para juzgar la salud de las migraciones anuales de aves.

En otros lugares, en laboratorios de investigación y acuarios en California, los científicos están luchando para ajustar sus proyectos y esfuerzos de conservación, muchos de los cuales son sensibles al tiempo según las estaciones.

Los planes para sacrificar un gran número de erizos de mar morados, criaturas agresivas que han devorado los bosques de algas marinas en el norte de California y han desplazado a la mayoría de las demás criaturas en el fondo marino, están en el limbo a la espera por las restricciones de “permanecer en casa”.

Todos los campus de la Universidad de California han cerrado sus laboratorios, y los esfuerzos de investigación costera y oceánica de California se han suspendido. Los funcionarios costeros también han perdido la asistencia crítica de numerosas universidades y colegios en el monitoreo de las áreas pesqueras y marinas protegidas del estado.

“La falta de datos afecta todo, desde la gestión de la pesca hasta la evaluación de la eficacia de nuestra red de áreas marinas protegidas”, manifestó Mark Gold, director ejecutivo del Consejo de Protección del Océano del estado.

“El mayor desafío al que nos enfrentamos es la planificación de lo desconocido. Es necesario considerar tantos ‘qué pasaría si’”, dijo el miércoles Heather Burdick, directora de operaciones marinas de Bay Foundation.

La Bay Foundation, una organización de investigación sin fines de lucro generalmente está en el agua varias veces por semana para restaurar algas y alimentar a las especies en peligro de extinción que los científicos han estado tratando de reintroducir en el océano.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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