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Ni en grupo podían sentirse seguras las víctimas de las emboscadas en México

Austin Cloes shows a photo of relatives Rhonita Miller and her family, who were killed in Mexico.
Austin Cloes muestra una foto de los familiares de Rhonita Miller y su familia, que fueron asesinados en varias emboscadas el 4 de noviembre de 2019 en el estado de Sonora en el norte de México (Associated Press).
(Associated Press)
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En los últimos meses, los miembros de la comunidad mormona de este poblado ubicada en la sierra, comenzaron a tomar nuevas precauciones.

Las tensiones estaban aumentando entre el grupo criminal que controla La Mora, en el norteño estado de Sonora, y otro cártel que controla el territorio en el vecino estado de Chihuahua.

Después de que dos hombres de la localidad desaparecieron mientras cruzaban un tramo del desierto no muy lejos de aquí, los mormones - ciudadanos estadounidenses y mexicanos que han vivido y cultivado ahí durante décadas - decidieron que cuando viajaran, lo harían sólo en grandes caravanas. Creían que viajando en grupo estarían más seguros.

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Estaban equivocados.

En términos generales, en Estados Unidos, México es percibido como un país en donde no se respeta la ley.

Nov. 6, 2019

El lunes, tres mujeres de la comunidad partieron con sus hijos en tres camionetas Suburban, dirigiéndose primero a la frontera de Arizona y luego irían a visitar otra comunidad mormona a varias horas de distancia.

Poco después de su partida, fueron emboscados.

Las tres mujeres y seis de sus hijos murieron cuando unos desconocidos abrieron fuego contra los vehículos.

Otros ocho niños, algunos de los cuales no tienen la edad suficiente para caminar, se escondieron en la maleza durante horas después del ataque, mientras dos de ellos recorrieron dos millas en busca de ayuda.

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Altos funcionarios mexicanos han especulado que el grupo pudo haber sido atacado por accidente, y el secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, dijo que un cártel pudo haber confundido el convoy de SUVs con otro grupo criminal.

Pero los familiares de las víctimas no se tragan esa historia. Dijeron que los hombres armados que mataron a los miembros de su familia seguían disparando incluso después de que una mujer saliera de su auto para demostrar que había mujeres y niños en los vehículos.

“Esto fue deliberado e intencional”, dijo Loretta Miller, de 53 años, cuya nuera, Rhonita Miller, fue asesinada junto con sus cuatro hijos.

“Nosotros éramos los objetivos”, aseguró en una entrevista en su casa aquí el miércoles. “No sabemos por qué”.

La respuesta puede estar en la relación cordial de la comunidad mormona con el grupo criminal Salazar que controla la actividad ilícita en la región. El grupo está alineado con el poderoso cártel de Sinaloa -una vez encabezado por Joaquín “El Chapo” Guzmán- y es un enemigo mortal de la Línea, una facción del cártel de Juárez de Chihuahua.

“Ellos dirigen todo aquí”, dijo Miller.

Y en gran parte por miedo, la comunidad mormona, que maneja grandes granjas en este fértil valle de río, no los ha desafiado.

Miller dijo que el cártel frecuentemente establecía controles de carretera para rastrear a los que entraban y salían del área y el año pasado les dijo a los mormones - que se establecieron aquí hace décadas después de romper con la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días - que tenían que comprar gasolina del cártel y que no podían comprarla en ningún otro lugar.

Los mormones obedecieron. A cambio, los miembros del cártel les advirtieron que se quedaran en casa cuando pensaran que podría haber violencia.

Aunque nadie en la comunidad sabe con certeza el significado del ataque del lunes, algunos aquí han especulado que el cártel de Juárez quería enviar el mensaje de que controlaba el camino hacia el estado de Chihuahua que la caravana de madres y niños estaba atravesando.

El ataque conmocionó a México, que se encuentra en las garras de un aumento sin precedentes de la violencia, y alarmó a Estados Unidos, donde el presidente Trump tuiteó, instando a México a ir a la “guerra” con los cárteles de la droga del país.

Mientras los soldados en tanquetas camufladas atravesaban las carreteras de la región, los residentes de la zona fueron entrevistados por los medios de comunicación internacionales. Entretanto, la comunidad intentaba consolar a sus seres queridos y prepararse para los funerales programados para el jueves.

Entre los niños que sobrevivieron, cinco resultaron heridos y fueron trasladados a Estados Unidos para recibir atención médica.

Después del ataque, Devin Blake Langford, de 13 años de edad, uno de los pocos jóvenes sin lesiones, se hizo cargo rápidamente, y caminó unas 14 millas de regreso a La Mora en busca de ayuda, dijo Kendra Miller, una pariente.

“Después de presenciar la muerte de su madre y sus hermanos, Devin escondió a sus otros seis hermanos en los arbustos y los cubrió con ramas para mantenerlos a salvo mientras él buscaba ayuda”, según el relato de la pariente. “Al ver que tardaba mucho en volver, su hermana de 9 años dejó a los cinco restantes y salió en busca de ayuda”.

Esa niña, Mckenzie Rayne Langford, caminó durante horas en la oscuridad antes de ser encontrada varias horas después de que los otros niños fueran rescatados.

En total, los jóvenes estuvieron solos desde las 11 de la mañana hasta las 7:30 de la tarde, cuando fueron rescatados. Los familiares de La Mora trataron de llegar a ellos antes de eso, pero fueron rechazados por los disparos de los pistoleros del cártel.

En las grabaciones de llamadas entre los rescatatistas, se les puede escuchar debatiendo si arriesgar más vidas o esperar una o dos horas a que llegaran las tropas del ejército mexicano. Fue una decisión agonizante.

Lo que vieron cuando encontraron a los niños fue aterrador.

Cody Greyson Langford, de 8 años, había recibido un disparo en la mandíbula y sangraba profusamente. A otra chica le habían disparado en el pie y en la espalda.

La presencia mormona en la región data de 1886, cuando la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días comenzó a tomar medidas enérgicas contra los polígamos, y una secta que abrazó la poligamia huyó de Estados Unidos y compró 50.000 acres de tierra en el estado mexicano de Chihuahua.

En 1944, un miembro de esa comunidad, Dayer LeBaron, actuando de acuerdo a lo que dijo era un mensaje de Dios, se mudó a unas 35 millas al sur y estableció su propia hacienda, conocida como Colonia LeBaron.

Al parecer, todas las víctimas eran miembros de la familia ampliada de LeBaron. La Mora, donde vivían, está a unas 70 millas al sur de la frontera de Arizona.

La secta LeBaron, cuyos miembros han evitado la poligamia en su mayoría, tiene una historia turbulenta. En 1993, tres personas que formaban parte de una rama del grupo fueron condenadas en Texas por matar a tres exmiembros y a un niño de 8 años.

Más recientemente, el grupo se ha enfrentado con la población local por los derechos de agua y también ha sido víctima del crimen organizado.

En 2009, los agresores capturaron y asesinaron a dos miembros del grupo, entre ellos Benjamín LeBaron, bisnieto de su fundador.

LeBaron, ciudadano estadounidense, había encabezado protestas contra la violencia después de que su hermano adolescente fuera secuestrado y rescatado donde les pedían el pago de un millón de dólares. La familia se negó a pagar el rescate y el adolescente fue liberado.

Otro hermano de LeBaron, Julián, se convirtió después en un activista por la paz.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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