Anuncio

El qué y porque desde Washington: Matar al Plan Mérida fue fácil… Remplazarlo es lo difícil

Miembros de la Guardia Nacional patrullan la sierra de Sonora.
Miembros de la Guardia Nacional patrullan la sierra de Sonora, donde nueve miembros de la comunidad de LeBaron fueron asesinados en el municipio de Bavispe, estado de Sonora, México, el 8 de noviembre de 2019. El ataque ocurrió en un camino de tierra aislado en una región conocida por las guerras territoriales entre los cárteles de la droga que luchan por las lucrativas rutas de tráfico hacia Estados Unidos.
(Getty)
Share

Decir que México siempre desconfió de la Iniciativa Mérida, no es decir la verdad completa. Para eso lo que tenemos que decir es que México siempre ha desconfiado de Estados Unidos.

Considere usted que este plan diseñado para combatir a los cárteles mexicanos de la droga nunca fue en realidad original, fue moldeado en lo que era el Plan Colombia. Con una diferencia enorme. En Colombia la estrategia era para aplacar a las guerrillas que querían una guerra civil. En México era una cuestión de tener las herramientas civiles y militares para enfrentar a los cárteles. Por eso el ex presidente Vicente Fox me dijo un día que la ecuación del plan Mérida estaba mal concebida. “Son unos cuantos cacahuates los que Estados Unidos le da a México y con eso quieren que paremos el narcotráfico”, y eso, en su boca era significativo porque de los últimos presidentes mexicanos es el que más afinidad ha tenido siempre con su vecino del norte.

La impresión mexicana de que eran solo cacahuates es la correcta, según cifras del Departamento de Estado en Washington, el 59% de la asistencia se destinó a agencias civiles responsables de la aplicación de la ley y el 41% a costos operativos para el Ejército Mexicano y la Armada Mexicana. Hasta marzo de 2020, se habían entregado a México $1.8 mil millones de asistencia de Mérida, incluidos 22 aviones. ¿Suena impresionante, no es cierto?… Pero esa impresión cambia cuando usted considera que el negocio de los cárteles es de 500 mil millones de dólares al año.

Anuncio

($1.8 mil millones de dólares en 14 años contra $500 mil millones de dólares en un año es = a Cacahuates).

La iniciativa Mérida murió ya y solo se formalizará en la reunión en la Ciudad de México el 8 de octubre entre los funcionarios de Seguridad de los dos países. El reto ahora es cómo, y sobre todo con qué, remplazar lo que ya dejó de funcionar. Andrés Manuel López Obrador, presidente mexicano, ha articulado muy poco en público hasta qué punto le gustaría reducir el papel de Estados Unidos en la seguridad de México.

La legislación reciente, que el mismo AMLO aceleró en el Congreso mexicano, tiene como objetivo obstaculizar las investigaciones antinarcóticos de Estados Unidos en territorio mexicano. La ley redujo ya la inmunidad de los oficiales de la DEA, la Agencia Antidrogas de EE.UU, y restringió la capacidad de los funcionarios mexicanos para cooperar sin aprobación previa.

Sin embargo, con los grupos criminales mexicanos que controlan grandes extensiones del territorio del país y las tasas de homicidios batiendo récords, a pesar de los bloqueos relacionados con COVID, poner fin de manera efectiva a la cooperación en materia de seguridad no salvará ni vidas mexicanas ni estadounidenses.

No ha habido otro presidente en la historia de EE.UU que haya presidido tantos años el comité de Relaciones Exteriores del senado como Joe Biden. Él conoce a fondo a Latinoamérica y sabe de la desconfianza que siempre ha existido a las acciones del gobierno en Washington, la pregunta es si eso le servirá para rescatar la moribunda cooperación de seguridad entre Estados Unidos y México. Es difícil ser optimista porque en los 9 meses de este año, AMLO no ha sido convencido aún de la urgente necesidad de un nuevo marco de seguridad.

Lo que aconseja mucha gente en Washington es proponerle a México un plan ambicioso y luego aceptar algo que represente la mitad. Los dos socios pueden llamar a sus nuevos acuerdos de cooperación como ellos quieran, pero sin tener puntos en común, ambos países corren el riesgo de permitir que los cárteles de México sigan ganando con una violencia y un derramamiento de sangre mexicana aún mayores que los que ya existen hoy.

La Iniciativa Mérida empezó en 2007 y su meta fue profundizar y hacer institucional la asistencia de seguridad de Estados Unidos a México. Recuerde usted que bajo los gobiernos del PRI, durante todo el siglo 20, México siempre rehusó asistencia de EE.UU, porque era ceder parte de su soberanía a decidir de qué manera manejaba sus asuntos internos.

Cuando el presidente Felipe Calderón, aceptó cambiar esa ecuación, lo hizo desesperado por quitarse la etiqueta de “presidente espurio” que el propio López Obrador le puso cuando alegó que la presidencia en 2006 le había sido robada por el sistema. Calderón para legitimarse, necesitó usar el poder presidencial para reafirmar que él era un jefe de estado legítimo y para eso lo mejor era manejar directamente a las fuerzas armadas. Eso lo llevó a ensangrentar a México durante 6 años, y a asociarse con EE.UU directamente en su guerra contra las drogas. Lo único que Calderón consiguió fue probar que esa era la estrategia equivocada, aunque la Iniciativa Mérida dio lugar a varias reformas cruciales:

(1) El intercambio de inteligencia y cooperación policial que permitió la captura y extradición de delincuentes de alto perfil; (2) la creación de estándares nacionales de capacitación para policías, fiscales y jueces mexicanos; y (3) la acreditación internacional de las cárceles, laboratorios e institutos de formación policial de México.

Bajo Mérida, la asistencia de seguridad incluyó desde el equipamiento militar tradicional hasta el desarrollo institucional, de las operaciones contra el lavado de dinero, incluida una reforma penitenciaria y una ambiciosa modernización del sistema judicial mexicano. Todo para reducir la capacidad de los cárteles y establecer un nuevo orden de derecho en la aplicación de las leyes en México. Para quienes conocen la realidad mexicana… Esas metas se pasaban de optimismo.

Poniendo todo en una balanza, lo que sé está perdiendo es el intercambio verdadero de inteligencia y la realización de operaciones conjuntas de aplicación de la ley. Por otra parte, el número de víctimas en México llegó ya a cifras astronómicamente altas de homicidios, mientras las organizaciones criminales diversifican sus actividades y se vuelven cada vez más fragmentadas y poderosas.

Alguien tuvo la culpa de que esta alianza militar y civil no funcionara, también alguien tiene la culpa de permitir que los cárteles hayan crecido más allá de lo que México puede hacer solo contra ellos. El resultado son decenas de miles de muertos en México por la violencia y el crimen, y decenas de miles de muertes por sobredosis cada año en Estados Unidos.

En Washington están preocupados porque sin alianza contra las drogas todo seguirá creciendo, sobre todo la corrupción mexicana. El problema de raíz no es solo que México no confía en Estados Unidos, sino que EE.UU no tiene ya nada que lo haga confiar en México.

#####

Twitter - @armandoreporta

armandonewsman@aol.com

Anuncio