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La desigualdad de ingresos impregna el panorama de Los Angeles

Un campamento de tiendas de campaña debajo de un puente de la Autopista 101 cerca de Echo Park. ()

Un campamento de tiendas de campaña debajo de un puente de la Autopista 101 cerca de Echo Park. ()

(Katie Falkenberg / Los Angeles Times)
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Doris Tillman del sur de Los Angeles había perdido a su marido, su trabajo y su servicio de agua, por lo que hizo lo que hacen las personas en una metrópoli dorada que lanza maldiciones a las personas que viven marginadas — se adaptó.

Cuando pienso en el 2015, evocaré la imagen de Tillman con 71 años de edad, doblándose sobre un garrafón de agua de cinco galones y levantándolo sobre su rodilla antes de dirigirse hacia su cocina, un movimiento atlético perfeccionado por la necesidad después de pasar casi un año sin agua corriente.

Tillman se había quedado rezagada en el pago de sus facturas del Departamento de Agua y Luz (DWP) y el gigante desconectó su servicio de agua, convirtiéndola en una de los cerca de 8,000 clientes con servicio desactivado cada mes.

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Tillman encontro su solución: compró agua en una máquina expendedora, lavó los platos con la misma agua con la que preparaba verduras al vapor, se bañaba en un centro recreativo y aprendió a sobrevivir con 50 galones de agua a la semana.

Mientras tanto, en otra galaxia a pocas millas de distancia, el mayor consumidor de agua residencial de California bombea 1,300 galones de agua por hora -- casi 12 millones de galones al año -- para satisfacer una frondosa finca de Bel-Air. Esto, a pesar de una sequía épica que convirtió de color marrón a los parques públicos y trajo exigencias oficiales para que todo el mundo redujera su consumo.

No hubo ningún cierre ni represión en Bel-Air, hogar de cuatro de los cinco principales glotones de agua residencial del estado, cuyas identidades siguen siendo un misterio. El DWP no proporcionará sus nombres porque los clientes técnicamente no rompieron ninguna ley, que no sea moral. Un funcionario del DWP me dijo que después de las investigaciones de los medios de comunicación, la compañía envió a alguien a la propiedad más infractora y aconsejó al dueño — quien estuvo sorprendido por su estatus como No. 1 -- a pedirle a los criados reales y hacer que apaguen los rociadores del jardín.

¿Quién necesita una tabla explicando la enorme concentración de la riqueza cuando tienes a alguien que apenas está consciente de una factura de agua de $90,000 al año y alguien a unas cuantas cuadras de distancia que utiliza el agua con la que prepara broccoli al vapor para hacer correr el agua en el inodoro?

Cuando piense en el 2015, recordaré la casa de Beverly Hills de $35 millones y el agente de bienes raíces quien reveló su destino. Alguien la compró pero no estaba encantado con el diseño, así que la demolió y construyó una nueva.

Es difícil de olvidar eso, o al reparador de calzado de Echo Park — Rafael López -- quien trabaja en una camioneta y vive en otra.

El área metropolitana de Los Angeles es una mezcolanza de prosperidad y pobreza, con más miseria y más opulencia de lo que naciones enteras podrían acumular, y el 2015 trajo suficientes campamentos de indigentes nuevos para hacer que Charles Dickens se ahogue con su pastel de carne.

Están trabajando en un plan para resolver esto en las instituciones locales de poder, y aquí está mi apuesta: Será igual que todos los planes anteriores, los cuales fueron bastante buenos pero les faltaba un elemento clave – la implementación. Esto es por lo que estamos donde estamos, aunque no ayuda contar con una economía de salario mínimo en un mercado inmobiliario de coste máximo.

Hablando de eso, el 2015 nos ofreció platicas sin parar sobre un aumento al salario mínimo, muchas gracias alcalde de Los Angeles Eric Garcetti, Consejo Municipal y Junta de Supervisores del Condado de Los Angeles. Pero antes de que realices otra reverencia, el aumentar el salario mínimo fue fácil.

¿Qué hay de la reconstrucción de la economía de $30 por hora que creo a la clase media en Los Angeles?

Garcetti dijo una vez que su prioridad No. 1 era la creación de empleos, pero tuvo muy poco resultado, y el presidente del Consejo Herb Wesson intensificó sus esfuerzos, sólo para desaparecer en el mismo vacío.

El enfrentarse a las fuerzas globales no es fácil, y el gobierno no puede crear trabajos privados. Pero con una planificación más coherente y un poco de imaginación, puede crear un ambiente que los atraiga.

Con sus puertos de embarque, gran clima, universidades de clase mundial y miles de graduados médicos y de tecnología, ¿por qué está Los Angeles tan por detrás de otras ciudades en California y en otros lugares en cuanto a la creación de una economía de salario digno alrededor de la biotecnología?

¿Por qué California está posicionada cerca del fondo nacional en cuanto a la financiación de las escuelas? y cuando pensamos sobre el futuro de esos estudiantes, ¿podemos centramos en algo más que el prometer un salario de $15 en Burger King para el año 2020?

Cuando piense en el 2015, recordaré al veterano de la Fuerza Aérea Rod McIntosh conformándose con un salario de $10 dólares la hora en Bloomingdale después de ganar cerca de seis cifras en la industria de la tecnología, mientras asistía a la escuela para darse una oportunidad para regresar a la siempre esquiva clase media.

Recordaré el orgullo en el rostro de Rafael León cuando me mostró el reacondicionado garaje de Hawthorne que encontró para que viviera su familia, a pesar de que, con su trabajo en preparación de alimentos con salario de $10.25 por hora cerca del LAX apenas puede cubrir el alquiler mensual de $800.

Recordaré la expresión en los ojos de Martin Saldana — una mezcla de determinación y miedo -- cuando la línea de producción de Boeing C-17 cerró en Long Beach y cambio de ganar $40 la hora a ganar cerca de un tercio de su sueldo en una fábrica cercana.

Recordaré a Miriam Antonio viajando en el autobús a Fairfax High desde su apartamento en Koreatown, en donde comparte una habitación con su madre -- una conserje del turno de la noche — y dos hermanos. Antonio, impulsado por un deseo de entrar en la política y atender las necesidades de familias como la suya. El está decidida a obtener una beca universitaria y un día ayudar a su familia a salir de la pobreza.

En el 2015, organicé un debate sobre la desigualdad de ingresos en el Festival de Libros del L.A. Times y me di cuenta de una conclusión condenatoria, vergonzosa y muy verdadera realizada por el profesor de la USC Ed Kleinbard en su libro, “Somos mejores que esto”.

“Somos la economía más rica del mundo, pero una cantidad extraordinaria de estadounidenses viven en la pobreza. Somos la sociedad más desigual de todas las economías grandes similares, y aún más impactante, estamos lejos de la cima en cuanto a la movilidad de ingresos — la capacidad para subir de pobres a ricos o de deslizarse por el lado opuesto de esta colina”.

Nuestro trabajo será un desafío en el 2016 y más allá.

Mi agradecimiento para todas las personas que me dejaron entrar en sus vidas en el 2015 para contar historias acerca de cómo vivimos y quien somos. Un agradecimiento especial para los cientos de lectores que generosamente realizaron donaciones para los cursos de preparación para el SAT y otras necesidades de Miriam Antonio, y para Doris Tillman, cuyo servicio de agua fue reactivado.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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