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Los incendios forestales quemaron más de cinco millones de acres en la costa oeste; ¿por qué Washington los ignora?

Smoke over Los Angeles.
Un residente de Mill City, Oregón, recorre los restos de una casa destruida por un incendio forestal.
(Brian van der Brug / Los Angeles Times)
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Mientras siniestros forestales masivos en todo el oeste queman más de cinco millones de acres y obligan a decenas de miles de personas a desplazarse de sus residencias, el senador Ron Wyden, de Oregón, afirmó que llegó el momento de que el Congreso reforme las políticas de manejo de este tipo de siniestros en la nación, o se prepare para más septiembres como el actual.

“Quiero pensar que éste será el día en que el Senado tomó en serio la prevención de incendios”, afirmó el lunes el senador demócrata en un discurso en el recinto.

Pero los residentes de California, Oregón y Washington, muchos todavía sujetos a órdenes de evacuación o viviendo bajo una capa de humo y cenizas, probablemente tendrán que esperar más para ver ese acontecimiento.

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Con una nueva urgencia ante una temporada histórica de incendios forestales, republicanos y demócratas de la costa oeste han presentado propuestas legislativas para abordar los bosques de la región, que están excesivamente cubiertos después de décadas de supresión de incendios.

La crisis sacó a la superficie divisiones entre los demócratas acerca de cómo abordar el problema; cuestiones que probablemente se agudizarán si estos ganan la presidencia y el Senado el próximo año, e impulsan la legislación climática en el Congreso.

El jueves, Wyden dio a conocer su plan: un conjunto de cambios que requerirían que el Servicio Forestal y la Oficina de Administración de Tierras usen fuego prescrito con más frecuencia para quemar de forma preventiva el exceso de vegetación, que de otro modo podría convertirse en yesca para incendios fuera de control. El proyecto de ley destinaría nuevos fondos federales a este esfuerzo, que se ha visto frenado por la falta de dinero, la mano de obra limitada y los funcionarios federales reacios al riesgo.

Otra propuesta, un proyecto de ley bipartidista de los senadores Dianne Feinstein (D-California) y Steve Daines (R-Montana), presenta un enfoque muy diferente. Crearía nuevas exenciones a la ley ambiental fundamental de la nación, la Ley de Política Ambiental Nacional, limitando la revisión pública de los proyectos forestales para acelerar la remoción de árboles y arbustos pequeños.

La norma fue respaldada tanto por el gobernador de California, Gavin Newsom, como por el American Forest Resource Council, un grupo que representa los intereses de la madera. Pero la mayoría de los grupos ambientalistas la ven como un intento de excluir al público de la toma de decisiones, y es probable que enfrente la resistencia de los demócratas progresistas en la Asamblea.

“No creo que la Cámara de Representantes apoye nuevas incursiones importantes en las leyes ambientales en este momento”, consideró el representante Jared Huffman (D-San Rafael). “Y de eso se trata precisamente el proyecto de ley del Senado”.

Los demócratas de la Cámara de Representantes planean votar la próxima semana un proyecto de ley de energía que promovería iniciativas de resiliencia de la red eléctrica para reducir la probabilidad de que el cableado inicie incendios. También requeriría que la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) investigue el impacto de las emisiones de humo de los incendios forestales y otorgue subvenciones para ayudar a las comunidades a mitigarlo. Varios demócratas esperan agregar sus propias propuestas, incluidos otros planes para fortalecer la red eléctrica. Los demócratas aún no han decidido qué propuestas podrían agregarse o recibir una votación de enmienda.

Dejando a un lado las diferencias políticas, existen muchas razones para ser escéptico de que incluso la peor temporada de incendios registrada obligará al Congreso a actuar.

Hay otros asuntos urgentes ante los legisladores. Además de evitar el cierre del gobierno este mes, los líderes demócratas y republicanos en la Cámara y el Senado siguen en un punto muerto sobre cómo ayudar a los estadounidenses que perdieron sus trabajos durante la pandemia; las industrias en dificultades están pidiendo a los legisladores un rescate, y faltan menos de dos meses para las elecciones presidenciales.

Las temporadas desastrosas de incendios llegaron y pasaron sin una acción legislativa federal. En 2018, los incendios forestales mataron a más de 100 personas y quemaron más de 1.8 millones de acres en California, un récord que desde entonces fue superado por la situación actual. Pero cuando los siniestros del año siguiente demostraron ser menos destructivos y mortales, el interés del Congreso en reformar las políticas del país se desvaneció.

Incluso si la Cámara, liderada por los demócratas, y el Senado, con mayoría de republicanos, aprobaran cada uno de los proyectos de ley de incendios por separado este año, tendrían que rectificar las diferencias y obtener la firma de Trump para fines de diciembre, una posibilidad extremadamente improbable. Aún así, cualquier acuerdo o compromiso alcanzado este año podría formar los componentes básicos de un proyecto de ley en 2021.

Pero Wyden cree que hay motivos para tener esperanza. “Creo que esta vez es diferente”, consideró. “Durante días y días, mi pequeño estado, lamentablemente, ha liderado todos los noticieros de Estados Unidos... Un gran número de personas en el Congreso se me acercaron y no tenían idea de que estas llamas se habían salido de control”.

Los expertos han advertido durante años que Estados Unidos necesita cambiar completamente su enfoque ante los incendios forestales.

Décadas de intentar sofocar todos los fuegos para proteger el creciente número de viviendas construidas fuera de las ciudades en áreas propensas a incendios forestales derivó en la creciente vegetación de los bosques. Eso, combinado con el aumento de las temperaturas y las sequías prolongadas causadas por el cambio climático, contribuyó a la alarmante escala de siniestros que la costa oeste experimenta ahora.

La mayoría de los científicos especialistas en el tema coinciden en que no existe la prevención de los incendios forestales. No obstante, hay un consenso creciente de que ciertas intervenciones, como los fuegos prescritos, pueden reducir la gravedad de los siniestros.

El proyecto de ley de Wyden se centra estrictamente en este tema. Separaría $600 millones anuales, divididos entre el Departamento del Interior y el Servicio Forestal, para pagar las quemas controladas en terrenos federales, estatales y privados. Según el proyecto de ley, se requeriría que estas agencias aumenten la cantidad de acres quemados durante la temporada baja cada año. También habría un programa de incentivos de $100.000 para alentar a los gobiernos estatales y a los condados a llevar a cabo sus propias quemas.

Otra parte del proyecto de ley protegería a los empleados federales que planean o llevan a cabo una quema prescrita de una variedad de demandas, excepto en casos de negligencia grave.

Craig Thomas, un conservacionista de California que pasó años abogando por más incendios prescritos, calificó este cambio de “increíblemente importante”. Una de las razones por las que las quemas controladas siguen siendo relativamente inusuales en el oeste es que los empleados federales temen ser considerados responsables a nivel personal si el fuego se sale de control. “Todo se reduce al hecho de que estas personas siguen las reglas, tienen la capacitación y están tratando de beneficiarnos”, remarcó Thomas sobre los bomberos que supervisan las quemas controladas. “¿Por qué los han aterrorizado?”.

La legislación propuesta por Feinstein también identifica el mal manejo forestal como un problema, pero atribuye gran parte de la culpa a las regulaciones ambientales, una posición que los republicanos y la industria de la madera han defendido durante años. Un análisis del proyecto de ley realizado por la Wilderness Society, un grupo de conservación, encontró que establecería pocas limitaciones en la cantidad de acres que se podrían talar sin una revisión ambiental y le daría al Servicio Forestal autoridad legal de emergencia para evitar la opinión pública en ciertas actividades, incluida la remoción de árboles quemados después de un incendio, conocida como tala de salvamento.

También crearía un programa de subvenciones de $100 millones para aumentar el número de instalaciones de biomasa en EE.UU, apuntalando así una industria que genera calor y electricidad -y dióxido de carbono- mediante la quema de árboles muertos y moribundos que no tienen valor comercial. Esto “ayudaría a que la cosecha de árboles muertos sea más viable a nivel comercial, incentivando a las empresas a intervenir y ayudar a reducir la carga de combustible en nuestros bosques”, remarcó Feinstein el miércoles, durante una audiencia del comité del Senado.

Si bien es poco probable que el proyecto de ley de Feinstein obtenga mucho apoyo de los progresistas en la Cámara, otro proyecto de ley de incendios forestales que está en espera desde hace tiempo tampoco capta mucho entusiasmo por parte de los republicanos en el Senado. Presentado el año pasado por Huffman y la senadora Kamala Harris, de California, proporcionaría mil millones de dólares al año para que las comunidades desarrollen planes de protección contra los incendios forestales, incluida la mejora de las rutas de evacuación, el aumento de la resistencia de los hogares y la limpieza de matorrales.

Según Susan Jane Brown, abogada del grupo de defensa Western Environmental Law Center, los legisladores de todo el oeste se sienten presionados para hacer algo sobre los rápidos fuegos que incineraron pequeñas ciudades y contaminaron los cielos, aunque pidió precaución.

“Hay algo de mérito en realmente echar un vistazo a estos proyectos de ley, seleccionar los aspectos que creemos que funcionan y volver a armarlos”, expresó. “Pero debemos tener mucho cuidado con la venta excesiva de soluciones simples. No quiero hacer una ley deficiente a raíz del miedo”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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