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Solicitantes de asilo negros dicen que la administración Trump está aumentando las deportaciones por la fuerza

An airplane carrying deportees in Texas.
Un vuelo del 11 de noviembre despega del aeropuerto de Fort Worth en Texas llevando a los deportados cameruneses y otros africanos.
(Angélica Andrade.)
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Poseer un pequeño negocio en Camerún vendiendo productos franceses fue suficiente para que capturaran al joven en esta nación en guerra de África Occidental.

En julio de 2019, fue secuestrado por rebeldes armados, que lo torturaron durante meses en la selva, exigiendo un rescate de 10.000 dólares a su familia, dijo. Luego, poco después de pagar, las fuerzas del gobierno lo arrestaron y torturaron durante un mes más, por “financiar” a los separatistas.

Pero lo que más le impactó, dijo, fue que después de escapar a través de una docena de países y solicitar asilo en la frontera entre Estados Unidos y México, los funcionarios estadounidenses lo detuvieron durante casi un año, luego lo amenazaron y agredieron y lo pusieron en aislamiento antes de deportarlo a finales de octubre de vuelta a Camerún.

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“En ese momento, es como el fin del mundo”, manifestó, solicitando el anonimato porque está escondido. “Es un avión de la muerte. Incluso si hubiera un medio para hacer que ese avión se estrellara ese día, lo habríamos hecho”.

Durante las últimas semanas del presidente Trump en el cargo, solicitantes de asilo africanos dicen que la administración está aumentando las deportaciones obligándoles a regresar a países donde se enfrentan a grandes peligros, según entrevistas con los inmigrantes, abogados, legisladores, defensores y una revisión de las quejas legales de The Times.

Las oficinas centrales de Inmigración y Aduanas y de Seguridad Nacional no respondieron a las solicitudes de comentarios.

Las acusaciones han arrojado luz sobre un grupo de inmigrantes que han sido blanco tanto de la retórica del presidente como de sus políticas para restringir el asilo, pero que a menudo se pasan por alto. A diferencia de los mexicanos y los centroamericanos, los solicitantes de asilo procedentes de África y el Caribe constituyen una proporción pequeña, pero en rápido crecimiento de los más de 16.000 inmigrantes detenidos hoy en día en Estados Unidos, en particular en la red de centros de detención privados que ha proliferado bajo el régimen de Trump.

A pesar del ataque total de Trump al asilo, la parcialidad contra los solicitantes de asilo negros y el cierre de fronteras con el pretexto de la pandemia, unos 20.000 haitianos y africanos han viajado desde América del Sur, en gran parte a pie, para reclamar protección en la frontera entre Estados Unidos y México durante el tiempo en que Trump ocupó el cargo, según las estadísticas de migración de México.

El presidente electo Joe Biden ha dicho que pondrá fin al uso de la detención de inmigrantes con fines de lucro, revertirá muchas de las políticas de Trump para restringir el asilo y reformará el sistema de inmigración de Estados Unidos. Pero Trump ha dejado a su sucesor con décadas de contratos de cárceles privadas, más de 400 acciones ejecutivas en materia de inmigración, un récord de atrasos en la corte de inmigración de más de 1.2 millones de casos, y un récord en la tasa de denegación de asilo, llegando a alrededor del 70% el mes pasado.

Desde el mes pasado, los abogados han presentado múltiples quejas ante la Oficina de Derechos Civiles y Libertades Civiles y la Oficina del Inspector General del Departamento de Seguridad Nacional, documentando los casos de al menos 14 solicitantes de asilo cameruneses en cuatro centros de detención en Luisiana y Misisipi que supuestamente fueron sometidos a coacción y abuso físico por parte de ICE para forzar su deportación. En las denuncias se pide que se realicen investigaciones y se detengan inmediatamente las deportaciones, alegando que los funcionarios están violando el derecho estadounidense e internacional, incluida la Convención contra la Tortura y el derecho al debido proceso.

En ese tiempo, más de 100 solicitantes de asilo también han informado de que ICE ha utilizado o amenazado con utilizar la fuerza para ponerlos en vuelos de deportación, en particular a Haití y África occidental, según los abogados y las llamadas recibidas en una línea telefónica nacional de detención de inmigrantes gestionada por la organización sin fines de lucro Freedom for Immigrants.

El Times ha entrevistado a nueve solicitantes de asilo, la mayoría de ellos procedentes de Camerún, así como de Haití y Etiopía, muchos de los cuales solicitaron el anonimato por temor a represalias. Cinco han sido deportados en el último mes, y tres siguen detenidos después de que ICE intentara expulsarlos en las últimas semanas. Un camerunés fue liberado el lunes después de aproximadamente 20 meses de detención.

Entre ellos hay profesores, estudiantes de derecho, madres, padres, un niño de 2 años y una niña de 3 años, que han huido de gobiernos corruptos, de la persecución política, de violaciones en grupo, de la tortura de las fuerzas de seguridad, de intentos de asesinato y de detenciones arbitrarias.

Para muchos, la deportación de Estados Unidos es una sentencia de muerte.

“Vine a Estados Unidos porque necesito salvar mi vida ya que mi vida está en peligro”, dijo A.K., un profesor de secundaria que huyó de Etiopía en 2017 después de ser encarcelado y golpeado por apoyar al partido político de la oposición y las protestas estudiantiles.

A.K. solicitó asilo en el puerto de entrada de San Ysidro en la frontera entre California y México en 2018. Pero el mes pasado, mientras estaba detenido en el centro de procesamiento de ICE de Adelanto, después de que se negara a firmar los papeles de deportación, seis oficiales de ICE lo asaltaron y le tomaron las huellas dactilares por la fuerza, relató, y luego lo enviaron a la clínica médica.

Su caso de asilo había sido negado, pero estaba pendiente de una apelación. Dos días después de la agresión, dijo, los oficiales le comunicaron que sería transferido. En cambio, lo llevaron al aeropuerto de Los Ángeles y lo deportaron a Etiopía, donde fue inmediatamente detenido de nuevo y ahora espera una audiencia judicial.

“ICE está haciendo uso excesivo de la fuerza”, manifestó A.K. “En un país de libertades uno no esperaría estas cosas”.

Los solicitantes de asilo como A.K. son conscientes del desprecio de Trump por los inmigrantes negros. Muchos de ellos creen que los oficiales de ICE y los guardias de detención comparten sus prejuicios.

Ahora que se acerca el momento de que Trump deje el cargo, el “patrón y la práctica de la coerción física y verbal” por parte de los oficiales y guardias de ICE para tratar de obligar a los solicitantes de asilo negros a firmar los papeles de deportación está empeorando, según las quejas presentadas a las oficinas del Inspector General y de Derechos Civiles y Libertades del Departamento de Seguridad Nacional.

Más allá de las amenazas, las tácticas incluyen encadenar a los inmigrantes, desnudarlos, sujetarlos y sofocarlos, resultando en lesiones, según las quejas. Los funcionarios a menudo cometen las agresiones fuera de la vista de las cámaras de las instalaciones o, en varios casos, los filman ellos mismos, según las denuncias.

La detención de inmigrantes es civil, no penal, y el ICE tiene la discreción de liberar a los detenidos en cualquier momento. La mayoría de los solicitantes de asilo tienen familia en Estados Unidos, y todos han ejercido su derecho a buscar protección en virtud de la legislación de EE.UU- lo que significa que muchos están detenidos durante años a pesar de tener patrocinadores estadounidenses y no han cometido ningún delito.

De los vuelos de deportación hacia África occidental en octubre y noviembre, al menos una docena de los que viajaron a bordo tenían casos pendientes, según los abogados.

En entrevistas con The Times, los solicitantes de asilo dijeron que buscaban protección en Estados Unidos porque creían que era el único lugar donde podían estar seguros y libres.

“Creemos en la libertad y en este país como una nación que proporciona protección a las personas que huyen para salvar sus vidas, en cambio, cuando llegamos nos encarcelan y enjaulan...” dijo una madre haitiana detenida junto con su marido y su hijo de 2 años en una instalación de ICE de Pennsylvania.

Los agentes de policía de Haití la atacaron a ella y a su marido por su participación con la oposición política, golpeándola y agrediéndola sexualmente mientras estaba embarazada, según declaraciones legales juradas. Perdió el bebé antes de huir.

A pesar de que muchos países cerraron sus fronteras en medio de la pandemia de COVID-19, ICE ha aumentado recientemente el ritmo de las deportaciones, incluso enviando un vuelo hacia África occidental pocos días después de las elecciones. El mes pasado, hubo casi 500 vuelos de Operaciones Aéreas de ICE, un aumento de más del 10% desde septiembre, según Witness at the Border. Más de 1.300 haitianos fueron deportados, dijo Guerline Jozef, presidenta de la Haitian Bridge Alliance en California.

En los últimos años, los cameruneses se han convertido en uno de los grupos más grandes de lo que los funcionarios estadounidenses llaman migrantes “extracontinentales”, en medio del creciente conflicto en Camerún.

K.S., un camerunés de 34 años dijo que huyó porque los funcionarios del gobierno le pidieron que trabajara con ellos para capturar a los anglófonos. Se negó a hacerlo; su esposa y sus tres hijos son de la minoría anglófona.

Estuvo detenido en el Centro Regional de Detención Imperial al este de San Diego durante más de dos años cuando se denegó la apelación final de su solicitud de asilo. Lo deprimió tanto que pasó una semana bajo observación médica.

Relató que el oficial de deportación de ICE asignado a su caso le aconsejó que firmara los papeles para aceptar ser deportado. El oficial dijo que si el gobierno camerunés no aceptaba la petición de ICE de llevarlo de regreso, como era probable, después de 90 días sería liberado a su patrocinador estadounidense.

El 6 de octubre, después de 97 días, seis guardias se mantuvieron a su lado mientras K.S. recibía la orden de empacar sus cosas para irse.

“No pensé en la deportación”, dijo. “Fue el último pensamiento en mi mente. Me mintieron”.

Los oficiales de ICE lo pusieron en un vuelo a Louisiana que recogió a otros deportados cameruneses y luego dejaron al grupo en el Centro de Detención de Prairieland en Texas. El 13 de octubre, dijo K.S., lo esposaron de nuevo y lo llevaron al aeropuerto, donde abordó un vuelo con otros 100 migrantes africanos.

Observó cómo los agentes de ICE amarraban a tres hombres de los hombros a los tobillos para restringir su movimiento y les cubrían la cabeza con bolsas. Luego los oficiales colocaron a los hombres, inmóviles en las alfombras, sobre las filas del avión.

Justo cuando el vuelo estaba a punto de despegar, K.S. y otros tres hombres fueron retirados y llevados de vuelta a Prairieland, sin explicación.

Tres semanas después, el 11 de noviembre, K.S. regresó en un vuelo de deportación con otros 27 hombres. Uno de ellos, que se sabía que tenía problemas de corazón, empezó a llorar porque le ardía el pecho, dijo K.S., un relato confirmado al Times por otro pasajero.

ICE finalmente sacó al hombre y lo puso en una ambulancia.

En contraste con los centroamericanos que huyen de una combinación letal de violencia de pandillas, corrupción, pobreza y cambio climático, muchos haitianos y africanos tienen solicitudes de asilo más tradicionales que, al menos en teoría, encajan mejor en las categorías esbozadas por un sistema de asilo estadounidense anticuado, concebido en gran medida en la era posterior a la Segunda Guerra Mundial: persecución basada en la raza, la religión, la nacionalidad, la opinión política o en ser parte de un grupo social particular.

Sin embargo, los negros y los africanos que solicitan asilo tienen menos probabilidades que otros inmigrantes de ser puestos en libertad condicional o bajo fianza, o de ganar sus casos de asilo, una disparidad racial que ha empeorado bajo Trump, según los abogados y los datos del gobierno.

Entre septiembre y mayo pasados, al comparar cientos de solicitudes de liberación de cubanos, venezolanos, cameruneses y eritreos detenidos, los no africanos tuvieron tasas de concesión casi del doble, dijo Mich González, abogado del Southern Poverty Law Center. Menos del 4% de las solicitudes de libertad condicional de Camerún fueron concedidas.

ICE también está negando cada vez más la liberación de inmigrantes negros por razones claramente falsas, dijo Anne Ríos, una abogada supervisora en San Diego de la organización sin fines de lucro Al Otro Lado.

Por ejemplo, ICE rechazó una solicitud, diciendo que la identidad de un solicitante no había sido establecida, cuando la agencia tenía al solicitante y sus documentos de identificación bajo su custodia, de acuerdo con las solicitudes de libertad condicional y las denegaciones proporcionadas por Ríos y revisadas por The Times.

Los funcionarios estadounidenses han enfrentado más impedimentos para deportar a los solicitantes de asilo haitianos y africanos debido a las limitadas relaciones diplomáticas con sus países de origen y a una logística de deportación más complicada, exacerbada por los cierres provocados por el coronavirus en el extranjero.

Pero eso no los ha detenido. La administración Trump a veces ha antepuesto la aplicación de la ley a su propia política exterior, contradiciendo al Departamento de Estado y a la ley estadounidense que prohíbe a los funcionarios devolver a las personas aunque estén en peligro de sufrimiento o muerte.

Por ejemplo, Camerún. El año pasado, Estados Unidos retiró parte de su asistencia militar en medio de informes de atrocidades cometidas por fuerzas de seguridad entrenadas y suministradas por el ejército estadounidense para la lucha contra el terrorismo. El aviso de viaje del Departamento de Estado para Camerún advierte de “crimen”, “secuestro”, “terrorismo” y “conflicto armado”.

En lugar de obtener un pasaporte camerunés válido, los funcionarios de ICE han expedido a los deportados cameruneses documentos de viaje “laissez-passer” que no son válidos, o incluso firmados por personas en Estados Unidos que se hacen pasar por funcionarios cameruneses, según la denuncia de octubre.

La Embajada de Camerún ha comunicado a los abogados que no han expedido ninguno de esos documentos. Sin embargo, en septiembre, ICE presentó un “salvoconducto” a Pauline Binam, una camerunesa a la que el organismo intentó deportar cuando se pronunció en contra de un ginecólogo de Georgia a quien dijo que le había extirpado la trompa de Falopio sin su consentimiento. Binam, las aerolíneas y, en última instancia, el gobierno camerunés rechazaron el documento, emitido por un funcionario de Houston que afirmaba ser un cónsul honorario.

El Departamento de Estado de EE.UU también publicó recientemente una declaración en la que pide al gobierno de Haití que lleve “la justicia que por tanto tiempo ha hecho falta” a los autores de la peor masacre en más de una década, cuando bandas vinculadas a políticos poderosos torturaron, violaron y mataron a docenas de personas.

En 2016, el ataque de la policía a la madre haitiana la dejó en coma durante ocho días, según una moción de emergencia para reabrir el caso de su familia. Tanto ella como su marido tenían a su familia en Haití quien había sufrido de ataques y asesinatos por sus posiciones políticas.

Más tarde dio a luz a su hijo en Chile en la calle, después de que los hospitales rechazaran a la pareja por ser negros, según los abogados. Al final, el trío pidió asilo en marzo cerca de Tecate, al este de San Diego. Pero los funcionarios de inmigración de EE.UU negaron su petición basándose en una política de la administración Trump que un juez federal declaró ilegal en junio.

Bridget Cambria, una de las abogadas que representa a la madre haitiana y a otras 63 personas, incluyendo dos docenas de familias en riesgo inminente de ser expulsadas, dijo que apelaron a la Corte de Circuito en Washington, D.C., el martes por la noche. El miércoles por la mañana, consiguieron una estancia temporal.

La mujer haitiana dijo que esperaban reunirse con su familia en Florida. En cambio, su hijo está detenido, sufriendo de un virus que se manifiesta en llagas en su cuerpo y boca.

“Ningún niño, ningún bebé debe ser mantenido en un lugar como este”, manifestó.

Tal liberación es cada vez más rara, pero no imposible. Halley, el solicitante de asilo camerunés liberado el lunes, se había negado a firmar los papeles de deportación. ICE lo sacó del vuelo de deportación de noviembre, pero luego le negó la libertad condicional. Sin embargo, ahora está con su familia en Maryland.

“Ese día fue otro nuevo cumpleaños para mí, no podía creerlo”, dijo el miércoles.

Mientras tanto, en Camerún, K.S. y muchos otros deportados de EE.UU siguen estancados, sin esperanza y efectivamente apátridas.

“Estoy listo para morir ahora”, manifestó. “Si me van a llevar, no hay problema. Ya estoy muerto”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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