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Harry y Meghan podrían considerar a Canadá como su hogar; ¿les gustará el hockey?

Prince Harry and Meghan Markle at Kensington Palace on Nov. 27, 2017.
Príncipe Harry y Meghan Markle en el Palacio de Kensington, en Londres, después del anuncio de su compromiso, el 27 de noviembre de 2017.
(Matt Dunham / Associated Press)

La pareja real podría emigrar del castillo de Windsor al Gran Norte Blanco. Eso es un estímulo para las preguntas: ¿Qué hay de su seguridad? ¿Servicio de salud? ¿Por qué Canadá?

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La posible migración a estas tierras, aún más frías que Minnesota, de un hombre conocido desde hace mucho tiempo como un príncipe y su esposa, una exactriz, suscita gran interés, pasión y preguntas.

Harry y Meghan, cuyos títulos formales son el duque y la duquesa de Sussex, aún no identificaron dónde podrían afincarse junto con el pequeño Archie después de que la pareja anunció, la semana pasada, que planeaba retirarse como miembros de la familia real británica.

Sin embargo, recientemente pasaron seis semanas en la isla de Vancouver y mencionaron en su anuncio que la idea es “equilibrar el tiempo entre el Reino Unido y América del Norte, honrando nuestro deber con la reina, la Commonwealth y nuestros patrocinios”.

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Para los canadienses -más bien sumidos en el debate sobre el carácter de su nación, un perfil demográfico que cambia rápidamente y los nuevos desafíos a la unidad que surgen de una elección federal que descubrió resentimientos regionales agudos- esta posible migración desde el Castillo de Windsor a la ventosa Canadá creó un gran revuelo mientras esperan que pase el invierno.

Algunos dicen que extenderían una alfombra de bienvenida; algo ciertamente útil, con toda la nieve y el aguanieve que se pega a las botas de las personas en esta época del año. Otros expresan cinismo o, en el caso de los antimonárquicos, desprecio. Y a otros, simplemente no les importa nada.

En cualquier caso, la posibilidad de que la pareja pueda establecerse aquí, al menos durante parte del año, ha dado nueva vida a las persistentes preguntas sobre el papel de la monarquía y, en términos más generales, la pertenencia a la Commonwealth británica, en un Canadá que se está volviendo más diverso y menos ligado a Gran Bretaña.

De hecho, el foco de atención en el trágico derribo de un avión poco después del despegue, en Teherán, la semana pasada -la mayoría de las 176 víctimas iban a Canadá y un número considerable tenía doble ciudadanía, iraní y canadiense- subraya los grandes cambios en esta nación norteamericana, que ha recibido a inmigrantes de sitios muy alejados de Gran Bretaña y la Commonwealth.

En el siglo pasado, Canadá, siguiendo el ejemplo de Gran Bretaña, entró en la Primera y Segunda Guerra Mundial mucho antes de que lo hiciera Estados Unidos. Pero la política exterior y diplomática británica ya no tiene un dominio descomunal allí.

Canadá tampoco está tan ligada a la cultura británica como lo estuvo hace una generación, cuando la bandera de la Unión Real se insertaba en la insignia canadiense y se cantaba “God Save the Queen”, en lugar de “Oh Canada”, en los juegos de hockey y eventos oficiales.

La reina Isabel II todavía aparece en el dinero canadiense, y su retrato sigue visible en algunos espacios oficiales, pero el año pasado el gobierno de este país dejó de enviar retratos de ella a los ciudadanos que lo solicitaban. Hace cuatro años, el Ministerio de Relaciones Exteriores retiró un retrato de la reina del vestíbulo de entrada y lo reemplazó por dos paisajes costeros.

Fundamentalmente, Gran Bretaña y su monarquía son puntos críticos en el persistente debate nacional canadiense entre dos grupos que el novelista Hugh MacLennan en 1945 llamó las “dos soledades”, los canadienses francófonos que establecieron Quebec y varios enclaves en todo el país, y los británicos que tomaron posesión de la colonia después del fin de la Guerra de los Siete Años, en 1763.

Más de 175 años después, el rey Jorge VI (actuando oficialmente como rey de Canadá) y la reina Isabel (la madre del monarca) emprendieron una gira real en tren poco antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial; la primera vez que un soberano reinante de Gran Bretaña había puesto un pie en esas tierras, 40 veces más grandes en extensión que el tamaño de la madre patria.

Al año siguiente se pensó brevemente, mientras Gran Bretaña se preparaba para una posible invasión alemana, en reubicar al rey, la reina y las princesas Elizabeth y Margaret a Canadá, pero la idea fue descartada.

Sin embargo, existe un precedente para la residencia real en este país. La nieta de la reina Victoria, la princesa Patricia, vivió aquí mientras su padre, el príncipe Arturo, era gobernador general. Patricia, quien murió en 1974, era una figura popular y fue representada en los billetes canadienses de $1 durante la Primera Guerra Mundial. Canadá ya no tiene billetes de dólares, pero cuando circulaban, incluían un retrato de la futura reina Isabel, que todavía aparece en el papel de $20.

En una columna publicada a fines de la semana pasada en el periódico Globe and Mail, la escritora de Toronto Anne T. Donahue, autora de un libro llamado “Nobody Cares” (A nadie le importa), hizo referencia al arrebato en los premios Oscar de 1985 de Sally Field (“¡Les gusto! ¡Les gusto!”) y saludó a la pareja real como “nuestros dos nuevos mejores amigos, que realmente ‘gustan de nosotros’”.

Sylvia Reiter, abogada de Montreal, parecía estar de acuerdo. “No me importa dónde estén, siempre que sean felices”, afirmó.

Stephane Jasmin, quien dirige un bed and breakfast en la ciudad de esquí de Saint-Sauveur-des-Monts, en Quebec, agregó: “Los francófonos no solemos preocuparnos mucho por la monarquía británica, pero vemos “The Crown” y a algunos de nosotros nos gusta el espectáculo”.

Con la perspectiva de la mudanza real en el aire, se plantean algunas preguntas:

• ¿Existen restricciones de inmigración que deberán abordarse si Harry y Meghan deciden permanecer en Canadá por un período prolongado? Harry no puede reclamar su estatus legal en Canadá a través de su abuela, cuyo título aquí es de reina de Canadá. Pero si la pareja pasara menos de seis meses en el país, no necesitarían una visa.

• ¿Qué preocupaciones de seguridad habría y quién pagaría por proteger a la pareja y a su hijo? Los funcionarios de la Real Policía Montada de Canadá insistieron la semana pasada en que el servicio sería prestado por ellos, pero los oficiales de seguridad afiliados al Ministerio del Interior británico podrían exigir una participación. Los costos actuales de seguridad para la pareja en Gran Bretaña son de aproximadamente $826.000 al año.

• ¿Qué pasaría con la atención médica? Según la ley canadiense, aquellos que han vivido en su provincia durante tres meses y que pasan al menos 183 días al año en el país tienen derecho al sistema de salud admirado por los aspirantes presidenciales de EE.UU y senadores demócratas Bernie Sanders y Elizabeth Warren. Pero quedan específicamente excluidos de este los visitantes y “transeúntes”. Es probable que los miembros de la realeza tengan derecho a recibir atención en el marco del sistema británico, y presumiblemente estos potenciales nuevos residentes serían reembolsados por el Servicio Nacional de Salud en Londres por cualquier atención que recibieran en Canadá.

• ¿Qué pasaría si quieren quedarse permanentemente? Canadá basa su política de inmigración en habilidades, educación, riqueza y logros profesionales. Los miembros de la realeza, sin duda, tienen riqueza, aunque dijeron en su declaración que planeaban “trabajar para ser financieramente independientes”. Pero el príncipe no posee credenciales de educación superior, y sus logros profesionales son discutibles.

Sin embargo, si fuera a indicar que está dispuesto a invertir en negocios canadienses, sus perspectivas serían mayores. En cualquier caso, la decisión final recae en el Ministerio de Inmigración, que muy probablemente no desee crear un alboroto real, aunque la óptica podría ser negativa en una época en que los privilegios están bajo escrutinio y la política de inmigración es un apasionado tema de debate.

El príncipe Henry y su esposa Meghan Markle dicen que quieren tener “independencia económica” de la realeza británica.

Ene. 11, 2020

• ¿Podría Harry tener un papel oficial en Canadá? El país ya tiene un gobernador general, que es oficialmente el representante de la reina y actúa bajo consejo del primer ministro. Una encuesta realizada por Postmedia la semana pasada descubrió que el 61% de los canadienses estaban a favor de nombrar a Harry para el puesto, que sin embargo no está vacante. La actual gobernadora general es Julie Payette, quien anteriormente pasó 25 días en el espacio como astronauta.

• ¿Por qué Canadá, en todo caso? Meghan Markle, originaria de Estados Unidos, pasó seis años de forma intermitente en Toronto mientras filmaba episodios de “Suits”. Y una de sus mejores amigas es Jessica Mulroney, nuera del ex primer ministro Brian Mulroney. Aunque Canadá puede no ser un refugio seguro de la publicidad -las visitas reales a Canadá suelen atraer una gran atención- el país probablemente representa una amenaza mucho menor para la privacidad de la realeza que Estados Unidos, un factor importante para el hijo de la princesa Diana, quien fue atormentado por paparazzis, así como para su esposa, una actriz.

Además, no son los únicos miembros de la familia real que parecen anhelar la tierra del norte. Miremos atentamente al fascinator -el tocado formal preferido por las mujeres británicas- que Kate Middleton, la esposa del príncipe William, usó en una ceremonia de ciudadanía el 1º de julio de 2015, en Gatineau. El adorno de tela roja en la parte superior del sombrero era una hoja de arce, el símbolo más reconocible de Canadá.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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