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Estoy aumentando de peso en la cuarentena y no podría estar más emocionada al respecto

Ciertamente no me he subido a una báscula recientemente, pero estoy bastante segura de que he aumentado un poco de peso. Y no podría estar más emocionada al respecto.
(Photo illustration Ross May / Los Angeles Times; Getty Images; Apple)
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Salí a caminar el otro día. Algo en la ventana me llamó la atención: mi reflejo. No puedo decirlo con seguridad, pero empiezo a sospechar que hay un poco más de mí de lo que había a principios de marzo. Tal vez no sea coincidencia, pero parece que cada pocos días tengo que apilar otro libro debajo de mi computadora portátil para evitar ver una doble papada mirándome fijamente durante las videollamadas.

No puedo decir que me sorprenda. He estado trabajando desde casa y practicando el distanciamiento social a nivel de experto durante casi dos meses. Todo en mi vida y mi rutina ha cambiado. El hecho de que mi cuerpo también esté cambiando no es una sorpresa, o algo malo.

Los memes sobre aumentar peso en la Cuarentena o el COVID-20 se propagaron más rápido que un germen en el picaporte de una puerta cuando todos nos fuimos a casa en marzo. Ahora los artículos que están llegando son sobre el manejo del estrés y las rutinas de ejercicios para hacer desde casa.

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Mi bandeja de entrada está llena de escabrosas explosiones de marketing de las dietas (lo siento, “rutinas de bienestar”) que he intentado en el pasado, haciéndome saber que puedo unirme de nuevo ahora por la mitad de precio.

No, gracias.

He estado haciendo yoga en casa, pero he ignorado la letanía de YouTube de rutinas de “power core flow” y “total body vinyasa” a favor de estiramientos lentos, suaves y que alivian el estrés. Y la he pasado alegremente deshaciéndome de los grilletes de preocuparme por lo que como o cuánto he comido o si he llegado a la clase de spinning recientemente.

Casi he perfeccionado mi receta de pan de plátano con chispas de chocolate. El vino fluye libremente la mayoría de las noches. Soy una orgullosa miembro de la legión de panaderos en cuarentena. Casi todos los días como lo mismo para el almuerzo: dos rebanadas gruesas de pan casero tostado con mucha mantequilla y huevos fritos. Me siento como una monarca francesa veraneando en mi finca pastoral.

Ciertamente no he pisado una báscula recientemente, pero estoy bastante segura de que aumentado un poco de peso. Y no podría estar más emocionada al respecto.

De hecho, estoy agradecida. Si lo peor que resulta de todo esto es que tenga que comprarme pantalones nuevos, lloraré de agradecimiento.

Soy afortunada en muchas cosas. Aumentar de peso significa que tienes suficiente comida para comer. Mi marido y yo aún conservamos nuestros trabajos. Tenemos tiendas de comestibles cerca a las que podemos ir y comprar lo que necesitemos, además de otras que queramos, con suficiente dinero sobrante para hacer donaciones a nuestro banco de alimentos local.

Hasta ahora nos hemos mantenido saludables. También mis padres, mis suegros, mis primos, mis tíos y tías. Mi abuela de 96 años vive en un lugar que prohibió visitas externas hace semanas. No sólo se conserva saludable, sino que también mantiene su exigente horario de juego de bridge.

Dos de mis hermanas estaban con mis padres en unas vacaciones de primavera cuando cerraron sus escuelas. Ahora, todos están en casa juntos en Chicago. Desearía poder abrazarlos, pero me alegra que estén juntos y bien.

Mi otra hermana es doctora. Trabaja en una sala de emergencias en la ciudad de Nueva York. Hasta ahora está sana y se siente bien. Me dijo que aprecia el apoyo y la gratitud que recibe ella y sus compañeros de trabajo, pero que es un poco extraño que se le agradezca tanto. Eso es lo que quiere hacer, es su trabajo.

Estoy segura y estoy sana. Tengo mi pequeño apartamento con mi marido y mi pequeño y viejo perro aquí conmigo. Ahora mismo, eso se siente como un maldito milagro.

Tanto el tiempo como mis hábitos alimenticios han tomado las características serpenteantes de esos días entre Navidad y Año Nuevo. Todo el mundo está más estresado que nunca en su vida. Disfruten de sus bocadillos. Está bien tener algo de comida que nos reconforte en un momento en el que todos podríamos esperar que nos reconfortaran un poco.

Decidí preguntarle a un par de expertos si ganar un poco de recubrimiento protector adicional arruinaría mi salud de forma permanente. La respuesta corta: no. Si bien la obesidad puede ser un factor que contribuye a los peores resultados para los pacientes de coronavirus, la mayoría de las personas no van a pasar de un peso saludable a la obesidad sólo por comer más bocadillos durante un par de meses, dijo Whitney Catalano, una dietista registrada que vive en el vecindario Palms de Los Ángeles.

“En promedio, el aumento de peso durante el encierro no es necesariamente tan prominente, notable o preocupante como mucha gente cree que es”, expuso. La mayoría de nosotros veremos la báscula volver a la normalidad una vez que nuestras vidas lo hagan.

“En el esquema de las cosas, estar en casa, no hacer tanto ejercicio, comer mucha más comida reconfortante, pasar tiempo en el sofá viendo Netflix... puede parecer mucho peso, pero en realidad es sólo un poco de estrés y libras de estilo de vida”.

Los datos tampoco apoyan un frenesí dietético inducido por la cuarentena: el fabricante de una popular báscula conectada a Internet mostró que entre 450.000 usuarios estadounidenses que se pesaron antes y después de que comenzaran las órdenes de permanecer en casa, el aumento de peso promedio era de apenas 0.21 libras.

Si está estresado por su salud, dirija esa ansiedad hacia algo más productivo que contar calorías. Samantha Cassetty, dietista registrada con sede en la ciudad de Nueva York, me explicó algunas de las ideas que presentó en su artículo sobre hábitos saludables de cuarentena para el programa “Today”: mueva su cuerpo de la manera que le parezca mejor, sin castigar.

Duerma lo suficiente. Intente respirar profundamente y meditar. (Si es residente del condado de Los Ángeles, puede obtener una suscripción gratuita a Headspace). Practique un diálogo interno positivo y sea agradecido, no crítico, de lo que su cuerpo está haciendo en este momento. Coma frutas y verduras, las que vienen de latas o del congelador también cuentan.

Y si algunas noches lo único que tiene para hacer son macarrones con queso, que Dios lo bendiga. Tal vez agregue media bolsa de brócoli congelado ahí, o no.

“No se preocupe por unas pocas libras, elimine la preocupación por el peso en sí y céntrese en cosas que podrían ser maneras más compasivas de pensar en su salud”, indicó Cassetty. “Unos vaqueros un poco más ajustados no son un aumento de peso masivo”.

Mi exceso no terminará cuando lo haga el distanciamiento social. Es posible que los restaurantes tengan que limitar a los clientes o que los camareros usen máscaras o tomen nuestra temperatura al entrar. Todo eso está absolutamente bien para mí. Estoy ahorrando dinero específicamente para tratar de recrear mi escena de bares y restaurantes de nuestra gran ciudad, además de la cantidad de comida para llevar que he pedido en las últimas semanas.

Mientras tanto, ya he comprado un par de “pantalones de chándal de oficina” para facilitar mi transición al momento que deba presentarme en el lugar de trabajo. Estoy contemplando la posibilidad de hacer un largo viaje a Malibú, específicamente para lanzar los cinturones que languidecen en mi armario por la ventana de mi auto hacia el océano frente a la Autopista de la Costa del Pacífico.

Francamente, estoy apreciando un pequeño descanso de preocuparme tanto por mi apariencia. Esto es Los Ángeles.

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La forma en que te ves importa, al menos cuando no hay una pandemia global con la que lidiar. Lo entiendo. Estoy familiarizada con la encantadora mujer que me hace las cejas. (Michelle, si estás leyendo esto, te echo de menos). Necesito una manicura y pedicura con gel ahora más desesperadamente que nunca en mi vida adulta, y hasta he tenido una suscripción a uno de esos lugares que disparan láser a tu rostro para que tu piel se vea mejor.

Antes de que llegara el coronavirus, era miembro de dos gimnasios. Darle a la siempre presente presión de lucir de cierta manera un par de meses fuera realmente no es el fin del mundo. Es un poco agradable.

Cuando abran de nuevo las puertas de los gimnasios y centros de fitness, podremos inundarlos como si cada día fuera el primer lunes después de Año Nuevo. Planeo volver al gimnasio, también extraño a mi instructor de clase de spinning, pero creo que seguiré horneando pan. Me estoy volviendo muy buena en eso.

Algún día, espero que pronto, aunque no demasiado pronto, la mayoría de nosotros volveremos a las calles con los ojos despejados, sin depilarnos, sin teñirnos el cabello y sin arreglar. Estaré un poco más pálida y un tanto más gordita. La próxima vez que pueda ir a la playa, tal vez este verano, quizá la próxima vez que hagan el censo, correré directamente hacia las olas con las cuerdas de mi bikini tensadas un poco más de lo normal.

Y tendré precisamente un pensamiento en mi cabeza: estoy muy agradecida de estar aquí.

Nos vemos allí.

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