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En plena polémica, la actriz de cine adulto Stormy Daniels llevó su show ambulante a Las Vegas

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El interior del club de striptease lucía festivo, con globos rojos, blancos y azules atados a las barandas doradas. Algunos carteles de los Estados Unidos se veían en las mesas. El patriotismo y la pornografía estaban a punto de coincidir en la Ciudad del Pecado.

Durante horas, la multitud esperó en el interior. Afuera, la marquesina de Little Darlings ardía en el cielo oscuro: “Vea a ‘la amante’ en vivo”, prometía el letrero electrónico del club. Poco después volvió a parpadear: “La estrella XXX Stormy Daniels, este viernes a las 11 p.m.”.

Más allá de su resplandor, a sólo dos millas de distancia, asomaba el Hotel Trump.

El viernes pronto se disolvió en la madrugada del sábado. Un ruidoso maestro de ceremonias se burló de la aparición de Daniels entre los llamados para obtener danzas privadas con strippers, en promoción dos por una. “No lo olvide, la amante del presidente, Stormy Daniels, estará aquí”, aseguró, como si alguien pudiera olvidarlo.

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El primer mandatario ha negado el asunto; noticias falsas. Pero la economía de la fama necesita combustible, por lo cual los Estados Unidos están siendo testigos de cómo se desarrolla la historia de la estrella porno y el líder de la nación. Ahora parece inevitable que un capítulo tenga lugar en Las Vegas, tierra donde lo improbable se hace posible -y todo parece posible en la política en estos días-.

La saga podría escalar el martes, cuando Trump brinde el discurso del Estado de la Unión y una entrevista de Daniels con Jimmy Kimmel se transmita más tarde, esa misma noche. Una conclusión con tuits siempre es una posibilidad.

Pero por ahora, la historia tiene sus raíces en un informe del Wall Street Journal que alega que Trump le pagó $130,000 a Daniels en la campaña de 2016 para que guarde silencio sobre una aventura que mantuvieron una década antes, poco después de que su esposa, Melania, diera a luz al hijo de la pareja, Barron. Las historias incluyen detalles tales como abofetear a Trump con una revista Forbes, lo cual puede haber marcado un momento pionero de fetichismo en la industria del porno.

Sin embargo, no había copias de Forbes visibles en Little Darlings. Nadie había ido allí a leer, y había muchas otras distracciones para mantener a la audiencia ocupada mientras esperaba la aparición de Daniels (no, ella no podía brindar una entrevista, contestaría cortésmente más tarde, al llegar al lugar).

Decenas de mujeres vestidas con lencería -o casi sin prendas- caminaban por el club, con tacones que las hacían lucir como jirafas desplazándose cuidadosamente por una acera helada. Las pantallas de televisión mostraban juegos de palabras y anuncios para adultos. También había bolsas gratis de Cheetos -un guiño a un apodo despectivo de Trump-, que el público devoraba velozmente.

El manager de Little Darlings, Johnny Terlitsky, quien responde al mote de Johnny T, le dio malas noticias a un equipo de noticias de TV alrededor de la medianoche: no se les permitiría tomar fotos o grabar videos de Daniels cuando ella saliera a escena. Johnny T estaba alicaído. “Fue algo de último minuto”, aseguró. “Obligaciones contractuales y cosas por el estilo”.

El gerente indicó que una confluencia fortuita de eventos había llevado a Daniels hasta Little Darlings. La mujer ya había actuado en el club antes y pensaba estar en la ciudad para los premios Adult Video News Awards. Considerando la polémica, una aparición en persona tenía sentido comercial.

Sin embargo, debido a que era una programación de último minuto, ella no podría hacer una actuación. “Las actuaciones requieren vestuario y planificación, y ella no tuvo tiempo para hacer todo eso”, explicó Johnny T. “Una aparición implica firmar autógrafos y posar con los fanáticos para las fotos. Es una buena oportunidad para conocer a sus seguidores”.

Si Twitter es un buen indicador, Daniels es muy popular, con 417,000 seguidores. La mujer promocionó en la red social sus apariciones en vivo, parte de la gira que llamó “Make America Horny Again 2018 Tour” (Hagamos de los EE.UU. un país caliente otra vez); y comenzó sus presentaciones en Carolina del Sur una semana antes de la parada en Las Vegas.

El comienzo de su aparición sorprendió a varios clientes cuando finalmente subió al escenario, alrededor de la 1 a.m. El maestro de ceremonias -Donny- la presentó nuevamente como la amante del presidente, y Daniels, de 38 años, con un vestido negro escotado, sonrió y mostró sus pechos. La presentación entera duró unos pocos minutos y fue francamente casta en comparación con las actuaciones de Annie Cruz y Cindy Starfall, las artistas destacadas en el evento “Asian Invasion” que Little Darlings presentó aproximadamente una hora más tarde.

Una bailarina del club conocida como Harmony reconoció que el público era mucho mayor que la semana anterior, y pensó que Daniels tenía algo que ver con ello. Aura, otra bailarina, estaba apenas consciente de la presencia de Daniels: “Ella es la chica Trump, ¿verdad? Se la veía sonriente detrás del escenario. Parecía agradable”, afirmó.

Daniels pronto se instaló en una gran cabina tapizada en cuero rojo, en una esquina del club, y una pequeña fila de interesados comenzó a posar para las fotos. La mujer permitió a varios hombres pararse detrás de ella mientras se quitaba la parte superior de su vestido y dejaba que le pusieran las manos en los senos. Ella era todo sonrisas; también lo fueron los hombres.

“Bueno, no hablamos de política”, expresó uno de los seguidores mientras evaluaba la foto en su teléfono inteligente y recibía un gesto de aprobación de sus amigos.

Un hombre más joven hizo lo mismo con sus manos y sacó su teléfono para revivir el momento varias veces durante la noche. Como era de esperar, las personas se negaron a proporcionar sus nombres.

Daniels se quedó en el lugar hasta poco después de las 3 a.m. y afirmó que simplemente estaba esperando a que Cruz y Starfall finalicen otra actuación con calificación X antes de irse. Junto a ella había algunos DVD, en caso de que un fanático quisiera una copia autografiada.

Pero durante varios tramos de la noche, nadie se centró en la estrella de cine adulto que ha sido la comidilla de las redes sociales, aclamada o vilipendiada según el punto de vista. A menudo se la vio sola. A ella no pareció importarle, y bromeaba con algunos amigos en su cabina mientras el club de striptease ardía. “¡Conozcan a Chloe VIP!”, Donny sugirió con toda la sutileza, suavidad y los matices de un maestro de ceremonias en un desfile de camiones gigantes.

Cuando Daniels se retiró, su partida apenas fue percibida entre la menguada multitud. Se puso una chaqueta y salió por la puerta de atrás: los acordes familiares de “Pick Up the Pieces”, de Average White Band, agitaban el club. Ningún saludo con la mano; nada de adioses llamativos.

Unos pocos recién llegados al lugar pagaban su entrada de $40 -$20 para los locales- sin saber que se habían perdido a Daniels. Afuera, la marquesina todavía anunciaba su próxima aparición, que ahora se había convertido en historia.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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