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Son clubes de superfans de Disneyland, pero una demanda alega que algunos de ellos emplearon tácticas mafiosas

Disneyland social clubs, by most accounts, are harmless alliances of friends and family who meet up at the park to share a nerdy obsession for all things Disney

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A algunos superfans de Disney les gusta recorrer Disneyland en grupos, llamados clubes sociales, que suelen vestir chalecos a juego. Pero una demanda sostiene que algunos de estos clubes están actuando más como pandillas, y señala a Disneyland por no actuar frente al problema.

Ellos pasean por el parque de diversiones en camarillas de 20 o más personas, y son variopintos clanes que parecen un cruce entre la pandilla de motociclistas Hells Angels y un Club de Mickey Mouse adulto, con tatuajes temáticos de Disney y chalecos de mezclilla plagados de insignias y logos.

Los clubes sociales de Disneyland, según la mayoría de las versiones, son alianzas inofensivas de amigos y familiares que se reúnen en el parque para compartir una obsesión nerd por todo lo relacionado con Disney. Con nombres como Tigger Army (Ejército de Tigger) y Neverland Mermaids (Sirenas del País del Nunca Jamás), ¿qué tan amenazantes pueden ser?

“Todo se trata del amor compartido por Disney”, aseveró Mark Drop Jr., de 39 años, quien fundó un club llamado Flynn’s Riders, en honor a un personaje de la película animada “Tangled”.

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Sin embargo, una demanda civil presentada en el Tribunal Superior del Condado de Orange reveló una oscura corriente subterránea del pasatiempo. El director de una de estas organizaciones acusó a otra de usar tácticas similares a las de los gangsters para tratar de recolectar dinero como “protección” antes de un evento de recaudación de fondos.

La demanda parece una película de la mafia ambientada en un parque temático. La trama gira en torno al Main Street Fire Station 55 Social Club, cuyos líderes afirman que han sido intimidados y aterrorizados por el jefe del White Rabbits Social Club. El documento nombra a 19 miembros de los White Rabbits y los acusa de difamación, invasión de la privacidad, conspiración e infligir intencionalmente angustia emocional. También le pide al tribunal que recompense a las víctimas por daños compensatorios y punitivos, que se determinarán durante el juicio.

La demanda señala asimismo a Disneyland y alega que la compañía no tomó medidas contra el club infractor. Una portavoz del parque afirmó que Disney no recibió el documento judicial y se negó a hacer más comentarios.

Algunos antiguos seguidores de Disneyland que no están involucrados con los clubes destacan que la idea de que los adultos formen agrupaciones para demostrar su amor por el parque es un poco extraña, pero no peligrosa. “No estoy seguro de qué pensaría Walt acerca de los grandes grupos que usan chalecos de motociclista y caminan por Main Street, pero no es lo más más escandaloso que he visto”, expresó Matthew Gottula, un trabajador de marketing de Altadena, de 28 años de edad, que visita el lugar con frecuencia.

Los clubes sociales comenzaron a formarse en los parques de Anaheim en 2013, según los propios miembros de estas organizaciones, que sin embargo no pueden recordar quién o qué desencadenó la tendencia.

El parque alberga alrededor de 100 clubes, que van desde cinco o seis miembros hasta más de 100. La mayoría de los integrantes son adultos, que poseen pases anuales y se reúnen allí al menos una vez al mes.

Los rasgos comunes de estos clubes son sus chalecos de mezclilla, adornados en la parte posterior con el personaje de Disney de su preferencia, e insignias en el frente.

Dichas prendas semejan las utilizadas por las pandillas de motociclistas. Los Hells Angels y Mongols agregan las iniciales “MC” en las suyas, por ‘Motorcycle Club’, o club de motociclistas. Las agrupaciones de Disneyland agregan “SC” en sus atuendos, siglas en inglés de club social.

“Simplemente vamos al parque, socializamos y disfrutamos de los juegos, pero usamos chalecos”, expresó Bill Oliver, de 49 años, un técnico de servicios de Downey quien fundó el club social Nightmare Crew hace tres años. Los integrantes de su grupo son fanáticos del clásico de Tim Burton “The Nightmare Before Christmas”.

Cada club tiene sus propias reglas en cuanto a aceptar nuevos miembros. Algunos votan para incorporarlos, mientras que otros tienen un período de prueba, durante el cual el potencial integrante puede usar un chaleco pero sin el parche del club. Esa es otra tradición común con las pandillas de motociclistas.

Drop, el fundador de Flynn’s Riders, comentó que redactó una constitución para su grupo, donde explica que un potencial integrante debe pasar por un período de evaluación de tres meses antes de que el directorio vote sobre su admisión.

Una actividad favorita de estas agrupaciones se llama “toma de posesión”, en la cual los miembros buscan llenar cada vehículo de una misma atracción, explicó Roxy Tart, quien fundó Bangerang Babes en 2014, un club de fanáticos de Tinkerbell cuyos miembros se adornan con brillos y lentejuelas durante sus visitas al parque.

En una reciente tarde de domingo, varios miembros del Jack O ‘Lanterns Social Club tomaron posesión de un vehículo de la atracción Golden Zephyr, en Disney California Adventure. Mientras los carritos plateados de la nave espacial giraban en círculos tranquilos, los Jack O’Lanterns agitaban sus manos en el aire como niños alegres.

Los miembros del club consideran una pequeña victoria obtener suficientes miembros para llenar cada vehículo del juego de Pirates of the Caribbean, en Disneyland, o todos los de Soarin ‘Around the World, en el California Adventure Park. “Es como si tuvieras fanáticos de la misma banda o de los Raiders [de la NFL]”, comparó Tart. “Es solo un gran grupo de personas con algo en común que aman”.

Los integrantes de clubes reconocen que pueden parecer intimidantes para otros huéspedes mientras caminan en masa por los parques, vestidos con atuendos de pandillas.

Drop, quien usa una barba de candado y gafas de sol oscuras, acepta que podría parecerse a un “gangster cholo”, aunque los miembros de clubes afirman que tratan de ser amistosos en el parque y explican a los demás visitantes que no tienen nada que temer. “Somos adultos, pero actuamos como niños en los parques”, afirmó Oliver, de Nightmare Crew.

Los miembros remarcan que los clubes no se pelean entre ellos. Cuando una agrupación se cruza con otra en el parque, por lo general se detienen a conversar o a intercambiar prendedores.

“Principalmente, cuando vemos otro club, solo saludamos”, aseguró Michelle Mallek, de 27 años, maestra de Los Ángeles y miembro del White Rabbits Social Club, llamado así por el célebre conejo que fue visto más recientemente en la película de 2010 “Alicia en el país de las maravillas”, dirigida por Tim Burton.

En el exterior de los parques, los clubes disfrutan de barbacoas o fiestas de cumpleaños, en sus casas privadas. Algunos miembros se reúnen para organizar eventos de recaudación de fondos para albergues de desamparados u hospitales de niños.

Así fue como surgieron los problemas entre el Main Street Fire Station 55 Social Club, llamado así por la estación de bomberos de Disneyland, y los White Rabbits, uno de los clubes más grandes del parque.

John y Leslee Sarno, los fundadores del club Main Street Fire Station 55, reclaman en la demanda que planearon una caminata conmemorativa y una recaudación de fondos para el 11 de septiembre de 2016, en Disneyland, a beneficio de las familias de los bomberos asesinados durante los ataques terroristas del 11 de Septiembre.

Según la presentación judicial, una semana antes del evento, el director del White Rabbits Social Club, Jakob Fite, se acercó a John Sarno. Fite estaba respaldado por cuatro de sus compañeros y le exigieron $500 para “proteger” a los participantes del evento, según la demanda. Si Sarno no pagaba, Fite y sus White Rabbits se asegurarían de que Sarno nunca volviera a entrar en el parque, afirma el pleito.

Sarno se negó a abonar a suma y afirmó en la demanda que Fite y sus aliados, desde entonces, han difundido rumores maliciosos sobre él en las redes sociales que consultan los clubes sociales de Disneyland, así como en un podcast que es presentado por Fite.

La demanda también sostiene que el líder de White Rabbits distribuyó información médica de Sarno a “usuarios no autorizados”, violando las leyes federales de privacidad. El pleito incluye a Kaiser Foundation Health Plan entre los demandados, alegando que la compañía de seguro médico no protegió la información médica de Sarno.

Kaiser emitió un comunicado, donde señaló: “Estamos al tanto de la demanda y no podemos hacer ningún comentario debido al litigio pendiente”.

Fite, de 42 años, un ingeniero de sonido de Apple Valley, rechazó las acusaciones y aseguró que la demanda fue presentada como respuesta a sus cuestionamientos acerca del personaje de Sarno entre otros clubes sociales de Disneyland.

Fite, uno de los presentadores de un podcast sobre la subcultura de Disney, afirmó que utilizó ese foro para plantear preguntas sobre el personaje de Sarno y sugerir que éste engañó a los miembros del club sobre sus antecedentes para recaudar dinero para causas benéficas.

A través de su abogado, John y Leslee Sarno se negaron a comentar sobre el pleito. En un correo electrónico, la letrada Patricia Kramer señaló que la pareja “no desea divulgar más sus circunstancias ni tomar ninguna medida que pueda interpretarse como una nueva publicación de las declaraciones falsas y difamatorias que han circulado los acusados en este caso”.

Otros integrantes de clubes afirman que la disputa entre Sarno y Fite no refleja el comportamiento y la actitud de la mayoría de estas agrupaciones. Ciertos miembros pueden no llevarse bien, dicen, pero los clubes no arman una guerra en el parque como en la escena de la pelea de “West Side Story”.

Jesse Flores, un camionero de 35 años y residente de Los Ángeles, quien formó el Sons of Anakin Social Club hace cuatro años, está al tanto de la disputa entre Fite y los Sarno. Su club fue bautizado en homenaje a un personaje de Star Wars. “Esto sucede de manera personal”, dijo sobre la disputa. “No es una cuestión de clubes”.

Jessica Fowler, una empleada de cobranzas médicas de 26 años y residente de Dana Point, se unió a White Rabbits el año pasado porque quería tener amigos que compartieran su amor por el parque. El grupo se convirtió en una familia para ella, confesó, y agregó que nunca se pelearía con otro club porque le preocupa que las autoridades de Disney revoquen su pase anual. “Esto es algo muy importante para mí”, aseguró.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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