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La región del vino lucha para atraer más visitantes, pero los incendios y los apagones no ayudan

Signorello Estate Winery 2017 fire
Los restos de un edificio en la bodega Signorello Estate, que fue destruida por un incendio en el Valle de Napa, en 2017. Aunque aún debe reconstruirse, la bodega sigue produciendo. (John G. Mabanglo / EPA-Shutterstock)
(John G. Mabanglo / EPA-Shutterstock)
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Antes de que fueran tomadas por las llamas, durante los incendios forestales de 2017, la sala de degustación y la sede de la bodega Signorello Estate en Napa era un edificio de dos pisos cubierto de hiedra en una ladera, con vistas a una extensión de robles y viñedos.

Aunque todavía no se han construido una nueva sala de degustación ni oficinas comerciales adyacentes, la bodega sigue cultivando uvas, elaborando vino en una instalación separada, y organizando degustaciones en tiendas aledañas y hasta en una instalación móvil.

“El lado positivo es que, aunque perdimos algunos edificios, no perdimos ninguna vid”, expuso Ray Signorello Jr., propietario de Signorello Estate. “Las uvas y la vinificación se mantuvieron, en gran medida, a salvo”.

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Pero al igual que muchos de sus colegas enólogos, comerciantes y propietarios de restaurantes que sobrevivieron a los incendios forestales de 2017 en los condados de Napa y Sonoma, a Signorello le cuesta difundir que una de las principales regiones vitivinícolas del mundo sigue en funcionamiento, y está ansiosa por recibir visitantes.

Ese intento se vio obstaculizado recientemente por un incendio forestal que detonó en el norte del condado de Sonoma la semana pasada, y por la decisión de Pacific Gas & Electric de cortar la energía en la región de forma intermitente durante los días de vientos fuertes, para prevenir otro desastre similar.

Es mucho lo que está en juego en la zona. Tanto en los condados de Napa como en Sonoma, el turismo se encuentra entre las principales industrias, con más de 40.000 empleos combinados que dependen directamente de los visitantes. El gasto de los turistas generó más de $4.000 millones para la economía de los dos condados el año pasado; la mayor parte del dinero ingresa por servicios de alojamiento.

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En el condado de Napa, el turismo ocupa el segundo lugar, después de la industria del vino, como uno de los principales empleadores.

El desafío, observan los líderes locales del turismo, ha sido elaborar un mensaje promocional que aliente a los visitantes a regresar, sin recordarles la amenaza de incendio actual o la catástrofe de 2017, que mató al menos a 43 personas, destruyó alrededor de 8.400 edificios y carbonizó más de 245.000 acres. “Hemos intentado mostrar lo hermoso que es este lugar”, afirmó Linsey Gallagher, directora ejecutiva de Visit Napa Valley, la organización de turismo del condado de Napa.

Ray Signorello Jr., en una piscina vacía, donde estaba ubicado el edificio principal de su bodega en Napa. Signorello se quemó hasta los cimientos durante los incendios forestales de 2017, pero la bodega continúa produciendo.
(Josh Edelson / For The Times)

Los incendios de 2017 llegaron a los titulares y generaron imágenes dramáticas de televisión en todo el país, pero menos de 20 de las aproximadamente 900 bodegas en los condados de Napa y Sonoma sufrieron daños significativos. La mayoría de los restaurantes, tiendas y hoteles también sobrevivieron, y muchos de los que sufrieron daños o destrucción ya han sido reconstruidos.

Los últimos números de visitas y las tasas de ocupación hotelera sugieren que algunas áreas de la región vinícola se han recuperado del desastre, mientras que otras continúan sufriendo.

El condado de Napa dio la bienvenida a 3.8 millones de visitantes en 2018, un aumento del 8.9% en comparación con 2016, mientras que el gasto de los visitantes aumentó 15.9% a $2.200 millones, según un estudio de impacto económico publicado en mayo. De acuerdo a Gallagher, su organización no recopiló datos económicos de 2019, pero la evidencia sugiere que el clima comercial sigue fuerte. “Eso nos dice que las personas se quedan más tiempo y gastan más”, afirmó.

En el vecino condado de Sonoma, la industria del turismo ha sufrido. Las tasas de ocupación hotelera son aproximadamente un 4% inferiores a los niveles de 2018 y las cifras de ventas minoristas disminuyeron cerca de un 5% en el mismo período, señaló Claudia Vecchio, directora ejecutiva de la agencia de turismo del condado de Sonoma. “Creo que todavía estamos afectados por esos incendios”, expresó.

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Como resultado, Sonoma debió confiar en un mensaje más directo. Antes de los incendios de 2017, el condado promovía la belleza natural, la gastronomía y el ambiente relajado de la región, con el lema “La vida se sincera”. Ahora, la región recurre a llamamientos menos sutiles, con promociones que incluyen paquetes de visitas, indicó.

La organización lleva a cabo una encuesta de visitantes potenciales en todo el estado para evaluar qué nueva campaña de marketing debería lanzar el condado de Sonoma en los próximos meses. “Eso seguramente será revelador”, anticipó.

Los expertos en gestión de crisis sugieren que los líderes locales de turismo de la zona vinícola deberían considerar adoptar el desastre del incendio de 2017 como una razón para que los turistas la visiten. Según Dan Hill, director ejecutivo de Hill Impact, una empresa de gestión de crisis en Washington, D.C., la región podría intentar atraer la naturaleza caritativa de los turistas. Esa fue la razón principal por la cual Puerto Rico experimentó un aumento de visitantes en los dos años posteriores al huracán María en la isla, explicó. “La gente va a esa zona porque fue devastada”, aseveró. “Hay una fracción del público que visita específicamente para ayudar a su recuperación”.

El condado de Napa no tiene planes de intentar una campaña semejante, adelantó Gallagher. “No íbamos en esa dirección”, dijo. “Los consumidores necesitan dejar eso atrás y sentir seguridad en el destino”.

La bodega Signorello Estate arde en 2017.
La bodega Signorello Estate arde en 2017.
(Josh Edelson / AFP-Getty Images)

Los propietarios de bodegas y restaurantes en ambos condados se están adhiriendo a campañas publicitarias y de redes sociales que promueven aspectos positivos de la región, sin rememorar imágenes del incendio.

Kendall-Jackson Wine Estate and Gardens, en Santa Rosa, que no perdió edificios ni viñedos en el incendio, difunde su oferta de cenas “de la granja a la mesa”, además de una nueva cancha de bochas y áreas de picnic.

Kristoffer Miller, el gerente de la sala de degustación de Kendall-Jackson, reconoce que enviar un mensaje positivo ha sido difícil, especialmente con los cortes de energía durante los días ventosos. “Le recuerda a la gente el incendio y los asusta; eso es impactante para el negocio”, dijo.

En Santa Rosa, Willi’s Wine Bar reabrió sus puertas en un nuevo sitio, en mayo pasado, después de que el local anterior se quemara durante el incendio de 2017. El negocio se ha recuperado y aproximadamente el 70% del personal anterior volvió a trabajar, precisó Terri Stark, quien junto con su esposo, Mark, posee seis restaurantes en Santa Rosa y Healdsburg, ambos en el condado de Sonoma.

El mensaje a los visitantes y locales, señaló Stark, es “estamos de vuelta y retomamos donde lo dejamos”.

Pero admitió que los cortes de energía y los recientes incendios dificultan mantener el mensaje positivo. “Para mí, seguir adelante es el mejor mecanismo para afrontarlo”, aseguró.

Winery
Ray Signorello Jr. muestra una botella de vino hecha en 2017 en su bodega Napa.
(Josh Edelson / For The Times)

En la bodega Cardinale, en Oakville, el número de visitas alcanza los niveles previos al incendio, afirmó Ross Anderson, director de propiedades de la bodega. Ninguno de los viñedos sufrió daños en el incendio de 2017, pero casi una cuarta parte de las uvas se perdieron porque los trabajadores no pudieron acceder a ciertas zonas.

A Anderson le preocupa que la gente todavía le pregunte sobre el incendio de 2017, y planea centrarse en promocionar sus vinos, sin hablar de desastres pasados.

En Signorello Estate, el incendio quemó la sede y la sala de degustación, pero milagrosamente los viñedos y los tanques de fermentación se salvaron de las llamas.

Antes de la destrucción del edificio, organizó eventos de degustación de vinos y almuerzos de cinco tiempos preparados por un chef interno.

Para Signorello, es difícil enviar un mensaje positivo a los amantes del vino cuando la bodega ya no puede albergar a grandes grupos u ofrecer los mismos servicios que antes.

“Solíamos alojar gente en nuestra plantación y teníamos un cocinero y una experiencia de hospitalidad muy agradable en la propiedad”, dijo. “Ahora no nos es posible”.

Todavía es incierto el cronograma para la reconstrucción de la instalación destruida, agregó Signorello, debido a la acumulación de proyectos de reedificación que tienen los contratistas de la zona. Pero, agregó, sus trabajadores pudieron cosechar casi todas las uvas en 2017 y los productos que resultaron son excepcionales. “Hicimos un muy buen vino en 2017”, aseguró.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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