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Un accidente casi acaba con la vida de un actor, pero Obi Ndefo planea hacer mucho más que sobrevivir

Obi Ndefo
Obi Ndefo, actor, profesor de yoga y escritor demuestra cómo adapta el yoga a su nuevo cuerpo, en su casa en Silver Lake.
(Mel Melcon / Los Angeles Times)
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Obi Ndefo una vez midió 6 pies, 4 pulgadas de alto. Podía atravesar una habitación a grandes zancadas, apuntar con sus finas y musculosas piernas hacia el cielo, y permanecer parado de manos por largo tiempo.

Luego, un evento horrible y aleatorio partió su cuerpo y la historia de su vida en dos. Un hombre amable y gentil se convirtió en víctima de una gran violencia.

Obi, de 47 años, es actor, escritor, profesor de yoga y fundador de una organización sin fines de lucro para fomentar el arte y el bienestar social. Él ve la compasión y la bondad hacia los demás como principios centrales de su vida. Se preocupa profundamente por la buena salud. Es un vegano que sostiene su cuerpo con una ensalada colorida y rica en proteínas al día.

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A última hora de la noche del sábado 17 de agosto, después de dar una clase en el centro de Peace Yoga Gallery, se detuvo en el mercado Erewhon, donde solía obtener su comida diaria.

Estaba cargando sus víveres de la tienda de alimentos naturales en una hielera en la cajuela de su automóvil estacionado cuando un SUV que bajaba rápidamente por Beverly Boulevard salió de su carril y se estrelló contra él. La pierna derecha de Obi quedó rota, la izquierda colgaba tenuemente sólo por la piel. El conductor del SUV dio marcha atrás y huyó.

Y allí estaba Obi en la calle, en la oscuridad, de espaldas, en un charco de sangre que, según la policía, se extendía 8 pies.

Un chef privado que conducía a casa desde un concierto en Beverly Hills se quedó con él, acunando su cabeza y sosteniendo su mano. Un cirujano ortopédico regresó rápidamente a Cedars-Sinai después de un largo día para salvar la vida de Obi al cual tuvo que amputarle la pierna izquierda.

Necesitas saber sobre la violencia, está en el centro de esta historia. Divide la vida de Obi en un antes y un después. Pero la violencia no es la historia porque Obi no la dejó existir. Te estoy diciendo los feos detalles de lo que le sucedió para ayudarte a apreciar completamente la belleza de su respuesta.

Obi Ndefo practica yoga durante una clase en Peace Yoga Gallery en el centro de Los Ángeles.
(Francine Orr / Los Angeles Times)

Obi siempre ha sido una persona muy atlética. Se familiarizó con la yoga en una clase de actuación física en la Escuela de Drama de Yale. Como actor, ha amado especialmente la acción y las escenas en las que ha realizado acrobacias. Lo que perdió fue devastador. Él sería el primero en decirlo. A veces llama al hecho del accidente como algo “insano”.

Aún así, ¿cómo reaccionas ante un trauma personal previamente inimaginable? Obi no lo ve como una elección. En la calle, después de que se desmayó brevemente y luego regresó, recuerda haber dicho: “Estoy vivo, estoy vivo, estoy vivo, estoy vivo”. Y de muchas maneras, con creciente asombro y agradecimiento, lo ha estado repitiendo como su mantra en las 15 semanas desde entonces.

Su cirujano, el Dr. Milton Little, llama a su supervivencia “un milagro”. Milagro también que cuando el SUV se estrelló contra él, no sufrió heridas en ningún otro lado. Pero el mayor impacto posiblemente sea el propio sobreviviente, a quien Little describe como “una luz”.

“Estar en esta situación va a cambiar muchas, muchas vidas”, predijo Little.

Casi desde el primer momento, esta ha sido la intención declarada de Obi.

Obi Ndefo
Obi Ndefo hace ejercicio usando una barra en su casa.
(Mel Melcon / Los Angeles Times)

Se ha sumergido de nuevo en su vida. Habla abiertamente sobre su trauma. No se dobla sobre sí mismo como el origami, para evitar las miradas.

En una página de GoFundMe creada para recaudar dinero en apoyo para obtener sus prótesis de piernas, costos descubiertos y arreglos para hacer que su hogar de muchos pisos en Silver Lake sea más accesible, ha publicado videos de sí mismo sólo 36 días después del accidente, yendo al gimnasio, haciendo yoga y trabajando la parte superior de su cuerpo desde su silla de ruedas.

La otra noche, lo vi exponer parte de una clase de yoga en el estudio donde enseñó la noche del accidente. Él compra en Erewhon al menos cada dos días, aunque ahora en Ubers y depende de otros conductores para guardar y luego sacar su silla de ruedas. No rehúye la escena del crimen, no le dará ese poder.

La gente sigue diciéndole que es excepcional, que nunca podrían hacer lo que él está haciendo. Eso lo hace sentir incómodo y le da un propósito. Prefiere verse a sí mismo como todos, cualquiera decidido a sobrevivir y vivir plenamente.

Y desea que otros aprendan su historia y extraigan de ella fe en su propia fuerza interior y capacidad para enfrentar lo que venga. Podría ser un tiroteo en una tienda o una situación de rehenes o una enfermedad, dijo.

“¿Cómo sabes de qué manera manejar esto? ¿Cómo podrías saber cuáles son tus propias reservas?”, dice que piensa en respuesta a los elogios. “Y de igual forma, ¿cuál es la alternativa?”

No conocí a Obi en su vida de antes, aunque como muchas personas probablemente lo vi aquí y allá, en un escenario local o en “Dawson’s Creek” o “Star Trek: Deep Space Nine” o “Stargate SG-1”, “o tal vez en un episodio de “The West Wing”.

Me mostró videoclips y cuando veo sus largas piernas en movimiento, a veces se me hace un nudo en la garganta intentando contener las lágrimas. Pero incluso cuando miro las puntadas que quedaron marcadas en sus extremidades, veo integridad porque él está completo. Emocionalmente entero, fuerte, completamente presente y con frecuencia alegre.

“Es tan horrible lo que me pasó, ¿por qué habría de agravarlo sintiéndome mal por eso?”, me dijo la primera vez que nos encontramos, en las mesas al aire libre en Erewhon, a no más de 20 yardas del lugar donde fácilmente podría haber muerto desangrado. “Ni siquiera tuve que elegir la positividad”, dijo, sonriendo con la amplia y generosa sonrisa que he visto una y otra vez desde entonces.

También es generoso su acercamiento al conductor que lo golpeó.

Un hombre de 25 años fue arrestado el día después del accidente bajo sospecha de un delito grave por DUI que causó lesiones. Había abandonado el SUV, cuyo frente sufrió graves daños, poco después del accidente, en medio de una intersección a menos de una milla de distancia. Un testigo lo había visto alejarse, ensangrentado. Su vehículo coincidía con las descripciones del de la escena. La bolsa de aire del conductor había ‘explotado’ y estaba ensangrentado. Las imágenes de televisión mostraban al joven con la nariz rota. Él pagó la fianza y no ha sido acusado. La oficina del fiscal de distrito ha pedido más investigación policial.

Obi dice que no siente odio ni enojo por el conductor, “ni una onza”. Si lo hiciera, dice, sólo resultaría autodestructivo.

No puede permitirse esa energía negativa mientras acepta su nueva identidad como amputado por encima de la rodilla y aprende a navegar por el mundo en una silla de ruedas y se prepara para una prótesis de piernas.

Obi Ndefo in yoga class
Obi Ndefo y sus compañeros forman un círculo al final de la clase de yoga.
(Francine Orr / Los Angeles Times)

Hay días difíciles, por supuesto, muchos de ellos, incluidos sus primeros y muy dolorosos intentos de caminar con una prótesis de muestra. (Me dijo que se sentía como caminar sobre sus pómulos). En la clase de yoga que vi, me miró con una actitud solitaria y a veces se quedó fuera mientras otros hacían poses que, al menos por ahora, ya no puede ejecutar. Obi me dijo que lo estaba (solitario), pero en cierto modo ha entrenado toda su vida para manejar tales sentimientos.

Siempre ha sido una persona muy sensible, empática y emocional, y en el camino ha aprendido las mejores formas de regularlo. Ahí es donde entra en juego su régimen alimenticio particular. Solía consumir azúcar como una forma de separarse y adormecerse. Finalmente descubrió qué comida lo ayudaba a funcionar y sentirse mejor. También hace mucho tiempo aprendió que necesita llorar con frecuencia, como liberación. Entonces él llora mucho ahora.

“Es como si te imaginaras una locomotora o un tren y para que funcione debes tener a estos hombres paleando carbón, tengo que quitarme esas lágrimas para hacer espacio”, me dijo. Un lugar para sentir más sus sentimientos.

Además también tiene otros kits que usa como herramientas, la actuación y el yoga. Es como si ahora le pidieran que pusiera en práctica toda esa charla de atención plena y paciencia.

“No podría vivir en este mundo sin convertirme en un atleta olímpico de ciertas cosas, ya sabes, de amabilidad y salud, porque no hay otra opción para mí”, dijo. “Así que hay una especie de severidad, y pienso: OK, mis piernas están cortadas. No sé cómo hacer esto, pero sé cómo intentarlo”.

Incluso la propia madre de Obi, Susan Matranga, con quien vive, dice que la perspectiva positiva de su hijo la ha sorprendido. La gente lo notó de inmediato en el hospital, señala. Algo sobre su apertura y gracia los impactó.

Le contaron sus propias historias personales, le confiaron sus luchas. La ex bailarina del Joffrey Ballet que se convirtió en enfermera cuando sus amigos murieron de SIDA, la joven cirujana que le describió lo difícil que era para ella sentirse vista y escuchada en entornos laborales en los que los líderes eran hombres.

En la página de GoFundMe, que ya ha recaudado más de $200.000 para ayudarlo en un futuro muy difícil y costoso, personas de todas las etapas de su vida le han contado cómo sus esfuerzos para superar su dolor también los ha impulsado a mejorar su futuro. Gente que no conoce ha donado. También sus conductores de Uber y sus compañeros de clase en Los Angeles Center for Enriched Studies, o LACES, y Yale. Bette Midler, quien escuchó lo que había pasado por medio de un amigo, le donó $10.000.

Obi espera aferrarse y aprovechar esa atención.

Ha pasado los últimos cinco años escribiendo y presentando un programa de televisión que co-creó llamado “Juice Bar”, ambientado en una versión más futurista de Erewhon, un lugar al que la gente se aglomera en busca de curas para todos sus males. Se burla gentil y amorosamente de ese crujiente mundo de granola al que pertenece, pero también incorpora sutilmente ideas reales sobre una vida mejor.

Mucho antes del accidente, Obi escribió un episodio con un parapléjico usando una silla de ruedas que asiste a una clase de yoga y avergüenza a los demás cuando confía en la fuerza de la parte superior de su cuerpo para hacer una serie de poses que incluyen una parada de manos. Ahora puede verse a sí mismo desempeñando tales roles y rompiendo barreras en el proceso.

Está ansioso por salir y convencer a la gente de que lo deje hacerlo. La próxima semana, por ejemplo, regresará por primera vez desde el accidente a la escuela privada, donde en los últimos años ha enseñado yoga a niños conocidos como dos veces excepcionales, de alta capacidad pero con dificultades de aprendizaje y sociales. Tal vez ahora tenga nuevas ideas.

En su silla de ruedas, mientras habla de sus muchos planes para un futuro enriquecedor, empuja los apoyabrazos y levanta la altura de los hombros de su cuerpo en el aire y es impresionante.

Él flota en esa posición. Casi parece que está levitando.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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