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Columna: No se trata sólo de una lucha contra un virus. Es una lucha por las comunidades, los barrios y las personas

El empleado Rutilio López (CQ), a la derecha, espera a los clientes en el Royal Liquor Mart el sábado 4 de abril de 2020 en West Adams, CA.
(Brian van der Brug/Los Angeles Times)
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Es difícil creer que esta pandemia tardó sólo unas semanas en rehacer esta ciudad.

Todo se siente más pequeño y tranquilo. Una vez deambulamos por una metrópolis en expansión, y ahora marcamos nuestras calles. Nuestras vidas sociales ahora se desarrollan en pantallas de teléfonos y computadoras portátiles.

Antes había muchas historias en las noticias, y ahora sólo hay una, y es ineludible, amenazándonos desde cualquier superficie sin limpiar y errante como una ráfaga de viento.

Pero esta crisis también nos ha regalado la claridad de ver nuestra ciudad más claramente. Y nunca he encontrado mi vecindario más hermoso, más heroico e inspirador.

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En mis caminatas diarias, noto que el sol estalla a través de viejos árboles de sombra y delinea el concreto agrietado y mancha el estuco de dorado. Escucho el silbido del periquito del vecino y la campana que suena en el carrito de helados.

Nunca antes había apreciado tanto el aroma de hornear el pan dulce por las mañanas, porque significa que la panadería afuera todavía está abierta, que la tienda de comestibles tiene pan, y que los trabajadores de la panadería tienen trabajo.

Nunca he atesorado tanto el olor a carne asada que chisporrotea en la calle tanto como ahora. Incluso echo de menos el chirrido de los neumáticos de los coches haciendo círculos por la noche, seguido, casi siempre demasiado tarde, por el zumbido del helicóptero y el aullido de las sirenas.

En mi cuadra, y en cada cuadra, la vida continúa para aquellos que no tienen más remedio que seguir viviendo.

En la licorería local, Rutilio López está surtiendo pedidos detrás de un panel de vidrio a prueba de balas recién instalado. Lucha por operar su iPhone con las manos enguantadas, y sobre su mascarilla facial, sus ojos están rojos por el agotamiento.

No puede dejar de trabajar porque tiene que alimentar a su familia y pagar el alquiler. Así que usa equipo de protección, y cuando llega a casa, se quita la ropa y desinfecta todo antes de que su esposa le permita entrar a la casa.

Y esa es la menor de sus luchas.

Un comprador usa una mascarilla para protegerse contra el coronavirus mientras escoge productos en el Advance Food Market el sábado 4 de abril de 2020 en West Adams, CA.
(Brian van der Brug/Los Angeles Times)

“¿Sabes por lo que tuve que pasar para conseguir ese papel higiénico?”, dijo, señalando un estante de rollos individuales. López se despertó a las 5 a.m. e hizo cuatro viajes diferentes a los almacenes, acumulando rollos de papel higiénico de a poco.

En Happy Faces Party Supply al lado, el negocio se paró, dijo el propietario Eric Varela. En un fin de semana, perdió todo su mes de negocios de fiestas por cancelaciones.

Varela intentó vender productos relacionados con la cuarentena como agua embotellada y ramen durante unos días, pero finalmente tuvo que cerrar. Él cree en la sabiduría de la orden de quedarse en casa. Algún día, le gustaría volver a abrir, pero por el momento, sólo quiere estar a salvo.

“Ahora se trata de ayudar y que me ayuden”, manifestó.

Al final de la calle, la lonchera todavía se estaciona en la panadería, pero los pedidos disminuyeron en más del 70%. Sus clientes, trabajadores, jardineros y panaderos, están perdiendo ingresos y comprando menos.

Rockenwagner Bakery, un proveedor de pan para muchas de las tiendas de comestibles y restaurantes de la región, tuvo que reducir las horas de personal después de perder más de la mitad de su negocio durante la noche cuando se emitieron órdenes de quedarse en casa hace semanas.

En un intento por mantener a sus 300 empleados, Patti Rockenwagner y su esposo, Hans, decidieron convertir la panadería en un negocio de abarrotes y entrega de pan, “horno a la mesa”, como Rockenwagner lo ha llamado.

Se asociaron con una granja para ofrecer una caja de productos y convirtieron su café de Mar Vista en un centro y mercado de recolección de pedidos para llevar. Una flota de 40 camiones que una vez hacía entregas a restaurantes comenzó a entregar productos directamente a los hogares de las personas.

“Es como construir el avión y mientras lo reabasteces de combustible y lo vuelas, lo desinfectas al mismo tiempo”, dijo Rockenwagner. “Es una prueba real del temple de un emprendedor”.

Un empleado de Rockenwagner Bakery regresa al edificio después de ordenar comida de una lonchera estacionada en West Adams Blvd. el sábado 4 de abril de 2020.
(Brian van der Brug/Los Angeles Times)

Muchos de sus empleados tuvieron que aprender nuevos trabajos y volver a capacitarse sobre la marcha, como David Dávila, de 32 años, un coordinador de la cadena de suministro que ahora pasa sus turnos ingresando datos.

Las horas de Dávila se han reducido en aproximadamente un 60%. Por lo tanto, estudió detenidamente sus extractos bancarios, canceló su suscripción a Disney + y está pensando en cancelar su membresía en el gimnasio y su suscripción a Hulu. También planea poner a la venta su guitarra eléctrica y reducir las noches de juguetes y pizza para su hijo. Si llega su cheque de desempleo, debería poder seguir pagando el alquiler y alimentar a su familia.

“En algún momento, el negocio decidirá si pueden permanecer abiertos. Pero en este momento, estoy bien”, dijo Dávila.

Dávila ha trabajado desde que tenía 16 años, nacido en una familia de inmigrantes en Downey. La lucha es todo lo que ha conocido desde su primer empleo en Champs Sports en el centro comercial. Pero esta es la primera vez que tiene que solicitar el desempleo.

“Toda mi vida he tenido que pelear, así que esta es sólo otra batalla”, consideró Dávila.

Mientras la panadería permanezca abierta, los restaurantes como Overland Cafe pueden comprar pan e intentar generar ingresos para mantenerse a flote.

Mark Sands comenzó el restaurante hace 46 años con sus padres. La pérdida de su negocio de comedor lo obligó a reducir su plantilla de 23 personas a una tripulación raquítica de tres. Al igual que muchos otros restaurantes, está tratando de sobrevivir con los servicios de entrega y explorando la idea de convertirse en una tienda de comestibles o despensa de alimentos.

Es más afortunado que la mayoría: es dueño de su edificio y tiene una pequeña hipoteca que su banco ha extendido por tres meses. Pero los negocios han caído en más del 90%. De lunes a viernes, él mismo trabaja en el frente del restaurante con un cocinero en la parte de atrás.

Tiene 66 años y sabe que presentarse en el restaurante lo pone en mayor riesgo. Lleva guantes y una mascarilla facial, pero da miedo de igual manera.

Un hombre llevando víveres pasa el restaurante Beylul el sábado 4 de abril de 2020 en West Adams, California.
(Brian van der Brug/Los Angeles Times)

“No puedo dejar de pensar, ¿toqué el interruptor de la luz? ¿Utilicé esa computadora, esa manija de la puerta? “, reveló Sands. “Empiezas a volverte loco. ¿Tienen COVID las tarjetas de crédito?”.

Pero el restaurante, aseguró Sands, es su vida, la razón principal por la que se levanta de la cama por las mañanas. Nunca tuvo hijos propios, y considera al personal como su familia, además el gerente de su cocina tiene un bebé pequeño en casa y recientemente se sometió a una operación costosa.

“Lo que me mantiene despierto por la noche es, ¿cubriré la nómina de este tipo? ¿Tendré que pedirle que acepte un recorte salarial?”, dijo Sands.

La crisis es como la iluminación del escenario, que pone en contraste las mejores y las peores partes de la humanidad. Depende de nosotros si revela héroes o villanos.

No se equivoque: esta lucha no es sólo contra un virus. También es una lucha por la vida: la que conocíamos y la que aún no conocemos, la que debe tomar forma. Y todos necesitamos unirnos a esta batalla.

Un cliente abandona el Royal Liquor Mart el sábado 4 de abril de 2020 en West Adams, CA.
(Brian van der Brug/Los Angeles Times)

A veces enfrentas la batalla dando a tu inquilino un descanso en el alquiler, porque entiendes que no podrías prosperar si no pueden sobrevivir. A veces luchas cambiando todo tu modelo de negocio para tratar de mantener a tus empleados. En otras ocasiones peleas dejando que tus empleados se vayan a casa para mantenerlos a salvo.

Puedes luchar dando dinero a quienes lo necesitan, quedándote en casa o seguir trabajando junto a tus empleados, si eso es lo que tienes que hacer para alimentar a tu familia. Puedes enfrentar la batalla contactando a tus líderes electos y diciéndoles que un cheque de $1,200 y una serie de protecciones de desalojo poroso no son suficientes, ni siquiera están cerca.

Luchas al reconocer que la vida que atesoramos no puede existir si nuestros vecinos pierden sus empleos; que lo poco que funciona del mundo todavía es sostenido por aquellos menos afortunados que tú.

El mundo puede sentirse más pequeño y tranquilo, pero aún está allí, en la cuadra, la misma donde caminas todos los días. Y ese mundo te necesita.

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Mar. 30, 2020

Por ahora, el dueño de la panadería está recortando horas para que el empleado de la panadería pueda conservar su trabajo, alimentar a su hijo y pagar el alquiler.

Lo que significa que la lonchera que depende de los empleados de la panadería para el servicio de almuerzo puede seguir estacionando afuera, y esto representa que la familia propietaria del camión tiene la posibilidad de pagar el alquiler.

Por ahora, el banquero ha extendido los términos de la hipoteca del dueño del restaurante, lo que significa que el propietario puede intentar convertir su negocio en una despensa de alimentos, un negocio de entrega o una organización de alimentación caritativa, y esto representa que los proveedores de alimentos pueden obtener ingresos y sus empleados conservar sus trabajos.

Por ahora, somos valientes, amables y absolutamente inspiradores. Nos mantenemos a flote con el sudor y las lágrimas de nuestro sacrificio. Recordamos vigorosamente la fortaleza de nuestras conexiones y la comunidad.

Por ahora, estamos luchando. ¿Pero por cuánto tiempo?

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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