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Los mensajes mixtos de Trump confunden la respuesta frente al coronavirus

Trump
El presidente en una conferencia de prensa sobre el coronavirus, en el Rose Garden, el lunes.
(Mandel Ngan / AFP-Getty Images)
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El presidente Trump destacó el “buen trabajo que hemos hecho” cuando predijo a fines de febrero que la cantidad de estadounidenses infectados por el coronavirus se reduciría a “casi cero” en un par de días.

Durante el último fin de semana, uno de los más caóticos desde que se declaró la pandemia, el mandatario redefinió drásticamente el éxito, alegando que si la enfermedad matara entre 100.000 y 200.000 estadounidenses, “todos juntos [habremos] hecho un muy buen trabajo”.

Trump se ha parado frente a las cámaras de televisión tanto como cualquier presidente en la historia en las últimas dos semanas, para dar serpenteantes -y a menudo irritantes- informes de noticias casi diarias que suelen durar 90 minutos o más, mientras que decenas de millones de estadounidenses recluidos en sus hogares están desesperados por información.

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La exposición constante da una visión en tiempo real de su proceso de toma de decisiones -la vacilación, las ilusiones, el grado en que está influenciado por quien habló con él la última vez o lo que vio recientemente en la TV por cable-, algo que se ha reflejado durante mucho tiempo en el caos diario de su presidencia pero nunca fue puesto a prueba como ahora, cuando hay tantas vidas estadounidenses en juego.

En este caso, los mensajes heterogéneos del temperamental mandatario han dejado a los líderes estatales y locales, así como a los directores ejecutivos corporativos y otros, sin saber qué suministros médicos y otro tipo de apoyo proporcionará el gobierno federal mientras intentan sobrevivir a la doble crisis: de la salud pública y del bloqueo económico.

“Los presidentes hablan en tiempos de crisis”, comentó Julian Zelizer, un historiador presidencial de la Universidad de Princeton.

“Pero por lo general son muy deliberativos al respecto. Este es un pensamiento más fluido; más como un presentador de un programa de radio. [El tema] Se ha vuelto increíblemente problemático porque ese flujo de información es muy importante para la forma en que el público actúa y cómo se asignan los recursos”, agregó.

Los expertos dicen que es probable que California continúe viendo un aumento de nuevos casos y muertes en las próximas semanas, pero esperan que el distanciamiento social marque la diferencia.

Mar. 30, 2020

El sábado, por ejemplo, Trump generó olas de confusión en Nueva York, el epicentro del brote hasta el momento, al decir repetidamente que estaba considerando ordenar una cuarentena en ciertas zonas de ese estado, así como en Nueva Jersey y Connecticut, lo cual tomó incluso por sorpresa a los propios gobernadores. Esa noche, bajo intensas críticas, dio marcha atrás.

El domingo, seis días después de que el mandatario dijera que esperaba que el país “volviera a estar abierto y listo para hacer negocios” en Semana Santa, revirtió abruptamente el curso y extendió las pautas nacionales de cierre por otro mes, hasta el 30 de abril.

De pie en el Rose Garden, Trump afirmó que su llamado a llenar los bancos de las iglesias en Semana Santa había sido “sólo una aspiración”, y agregó que ahora espera que el número de muertos por COVID-19, la enfermedad causada por el coronavirus, alcance su punto máximo en aproximadamente dos semanas. Los expertos en salud pública destacaron que eso también puede ser una ilusión.

En la conferencia de prensa del lunes, Trump destacó que las pautas federales “podrían endurecerse un poco”, pero no dijo cómo. Horas antes, los líderes de Washington, D.C. y los vecinos Virginia y Maryland habían emitido órdenes de quedarse en casa, uniéndose a muchas otras ciudades y estados con restricciones cada vez mayores.

Trump no pudo ordenar a los gobernadores y dueños de negocios que reabrieran sus puertas, y nunca explicó lo que implicaría una cuarentena federal en el área de Nueva York.

Cientos asistieron a una iglesia pentecostal el domingo a pesar de la orden del gobernador de evitar las grandes reuniones.

Mar. 31, 2020

Sin embargo, su decisión de mantener en vigencia pautas federales fuertes es una de las más importantes de su presidencia. Refleja un sombrío cálculo de que el posible número de decesos por la vuelta a la actividad normal en el país demasiado pronto (casi 3,000 estadounidenses habían muerto hasta el lunes) supera el gran dolor económico y los sacrificios personales de mantener el bloqueo.

Muchos asesores internos y externos argumentaron que Trump podría relajar las restricciones en áreas donde el brote aún no se ha extendido.

Pero los especialistas en salud pública argumentaron que el contagio abrumaría a los hospitales y que hasta dos millones de estadounidenses podrían morir, lo cual dañaría la economía tanto como mantener a los trabajadores en casa.

Los dos principales asesores médicos de Trump durante la pandemia, el Dr. Anthony Fauci, que dirige el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, y la Dra. Deborah Birx, quien es la coordinadora de respuesta federal, estudiaron los modelos y llevaron los datos al presidente en la Casa Blanca, comentó Fauci en CNN.

“Entramos juntos a la Oficina Oval, nos inclinamos sobre el escritorio y dijimos: ‘Aquí está la información. Eche un vistazo’. La miró y la entendió. Él simplemente negó con la cabeza y dijo: ‘Creo que tenemos que hacerlo’”, relató Fauci.

Fue una gran decepción para Trump, quien comenzó la semana pasada insistiendo repetidamente: “No podemos permitir que la cura sea peor que la enfermedad misma”. Cuando fijó el domingo de Pascua como una fecha límite para reabrir negocios, dijo que los científicos como Fauci cerrarían el país por un año o dos si fuese por ellos.

“Nunca cerramos el país por la gripe”, afirmó Trump la semana pasada. “Entonces uno se pregunta ¿de qué se trata todo esto?”.

Las nuevas leyes sobre el coronavirus proporcionan una letanía de beneficios a los trabajadores por cuenta propia, a los autónomos y a los trabajadores de la economía informal.

Abr. 5, 2020

Como suele hacer, el mandatario pasó horas hablando por teléfono con expertos conservadores y líderes empresariales, en busca de comentarios.

Cuando vio que el vicepresidente Mike Pence, que encabeza el grupo de trabajo sobre coronavirus, había planeado una llamada con los administradores de fondos de cobertura y ejecutivos de Wall Street, Trump intervino en ella, según un funcionario de la Casa Blanca que habló bajo condición de anonimato para describir la conversación.

Algunos en la llamada advirtieron que la economía se estaba hundiendo más rápido que en cualquier otro momento de la historia. Trump necesitaba poco convencimiento, según el funcionario, quien dijo que los comentarios reforzaban la creencia del presidente de que podría relajar con seguridad las pautas de distanciamiento social.

“Las voces externas confirmaban lo que él quería hacer de igual manera, que es poner en marcha esta economía”, coincidió Stephen Moore, quien asesora a Trump sobre la economía y participó en su campaña de 2016.

“Hubo una verdadera cruzada para lograr que [levantara las pautas]. Muchas personas, incluyéndome a mí, dijeron que un cierre de seis, ocho o 10 semanas sería catastrófico”.

Trump esperaba tener iglesias llenas y una economía en marcha dentro de dos semanas. Los expertos le convencieron de lo contrario.

Mar. 31, 2020

Las voces vinieron desde adentro también. Larry Kudlow, el principal asesor económico del presidente, fue un firme defensor de flexibilizar las directrices, según varias personas cercanas a Trump o la Casa Blanca.

Para muchos aliados a quienes el mandatario escucha, incluso un pequeño gesto podría ayudar a calmar los mercados bursátiles de la montaña rusa y los nervios de los empresarios obligados a cerrar por un período indefinido. “Está tratando de enviar un mensaje de que vamos a volver”, dijo un cabildero que tiene estrechos vínculos con la administración. “Esto no se prolongará hasta el final de los tiempos”.

Pero otros tenían miedo de que Trump empeorara el desastre. Temían que establecer una fecha límite poco realista alteraría el clima de los negocios y que la insistencia presidencial de que algunas regiones podrían regresar al trabajo de manera segura debilitaría la resolución de otros estadounidenses que siguen atrapados en sus hogares.

Un exfuncionario de la Casa Blanca dijo que los asesores de la campaña de reelección de Trump están aterrorizados de que el brote de coronavirus, que hasta ahora ha afectado más a las ciudades costeras demócratas, pronto llegue a las áreas rurales que permanecen profundamente leales a Trump.

Los asesores advirtieron al mandatario que las consecuencias políticas en las urnas en noviembre serán aún peores si se le considera demasiado laxo. “Preste atención. Va a perder las elecciones”, dijo el exfuncionario, resumiendo la intervención.

Hasta fines de la semana pasada, algunos en el círculo íntimo del presidente pensaban que permitiría la reapertura de restaurantes, bares y otras pequeñas empresas a mediados de abril en partes del país, hasta ahora protegidas por el virus.

El coronavirus ha desarraigado la vida de muchos, desplazando a la gente de sus puestos de trabajo y despertando la preocupación de quienes aún se espera que se presenten a trabajar

Mar. 25, 2020

Trump mostró su duda abiertamente. “Saben, lo entiendo de ambos lados, para ser justos, y tal vez es una combinación de ambas cosas”, afirmó el jueves, sugiriendo que intentaba encontrar un evasivo punto medio.

Finalmente, Trump no pudo dividir la diferencia. Su viejo tema de conversación, que el COVID-19 no es peor que la gripe, quedó destrozado por las imágenes de celebridades enfermas y los hospitales invadidos, incluido el Hospital Elmhurst en Queens, Nueva York, donde él mismo creció.

“Bolsas mortuorias por todos lados en los pasillos. Los he visto traer camiones de remolque: son refrigerados, porque no pueden manejar los cuerpos, hay muchos de ellos”, reveló Trump el domingo sobre la cobertura televisiva de los horrores en Elmhurst.

El lunes, el presidente ya citaba los peores escenarios, sugiriendo que 2.2 millones de estadounidenses podrían morir si las personas regresaran al trabajo y a la escuela demasiado pronto.

Algunas de las proyecciones se habían publicado hace semanas e influyeron en la decisión inicial, del 16 de marzo, de recomendar un distanciamiento social estricto.

Pero Trump actuó como si el modelo fuera nuevo, y le hubiera sido revelado por Fauci y Birx el domingo. “Solía decir; mucha gente decía: ¿”Poríamos haber seguido [con la vida normal]? ¿Como con la gripe, una que sea severa, realmente fuerte?’”, se preguntó en “Fox & Friends”. “Y la respuesta llegó ayer... 2,2 millones de personas podrían haber muerto”.

El mandatario afirmó que confía en los expertos. Pero mientras Fauci advirtió que el coronavirus tiene su propio calendario, Trump no pudo resistirse a establecer un nuevo plazo: “Creemos que para el 1º de junio sucederán muchas cosas maravillosas”, anticipó.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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