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California enfrenta una peligrosa temporada de incendios mientras el coronavirus amenaza a los bomberos

Un bombero del condado de El Dorado se aleja de las llamas durante el incendio de Rim cerca del Parque Nacional Yosemite en 2013. Debido a la pandemia de COVID-19, los bomberos dicen que serán más agresivos para mantener controlados los incendios forestales este año, pero tendrían que hacerlo con menos recursos.
(Don Bartletti / Los Angeles Times / MCT)
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A medida que se predicen mayores posibilidades de grandes incendios en el Norte de California este año -así como el riesgo habitual de quemas “grandes y significativas” en el Sur de California- las autoridades están cada vez más preocupadas por su capacidad de reunir un equipo grande y saludable de bomberos en los tiempos del COVID-19.

Al darse cuenta de que el humo de los incendios perjudicará constantemente el sistema inmunológico de un bombero, y que los campamentos base tradicionales pueden aumentar el riesgo de infección, los funcionarios federales, estatales y del Condado están instando a un enfoque ‘blitzkrieg’ (táctica militar) en las quemas forestales que depende en gran medida del uso de aviones.

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Con el coronavirus todavía circulando, dicen que no pueden permitir que incluso el fuego aislado más pequeño arda por el bien de la ecología forestal. Todos los incendios, dicen, deben extinguirse lo más rápido posible.

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“Desafortunadamente, este no es un año en el que podamos darnos el lujo de asignar a los bomberos para monitorear y manejar tales incendios forestales”, escribió recientemente la senadora Lisa Murkowski (R-Alaska) a los departamentos de Interior y Agricultura cuando instó a la lucha agresiva contra incendios en el Norte California y otras partes del oeste.

“Dadas las condiciones sin precedentes en esta temporada de incendios, es esencial utilizar recursos federales para la supresión inmediata de incendios forestales en la mayor medida posible”.

El llamado a la extinción de incendios de una manera agresiva marca un regreso a una ética más antigua, particularmente en tierras federales, donde se encuentran la mayoría de los bosques de California.

Durante la mayor parte del siglo pasado, la política del gobierno federal fue eliminar todos los incendios dondequiera que surgieran.

Sin embargo, en las últimas décadas, se ha desarrollado un enfoque diferente: los incendios que no representan una amenaza para el público pueden expandirse de forma natural y combatir el crecimiento excesivo.

Sin embargo, es poco probable que sea así en esta temporada de incendios, ya que las protecciones contra la propagación del coronavirus colocan nuevas cepas en las agencias de bomberos y sus equipos.

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En muchos sentidos, el coronavirus está enviando a los bomberos a la vieja escuela esta temporada de incendios.

“El ataque inicial agresivo es el método más importante para garantizar la seguridad de los bomberos y el público; también limita los costos de supresión”, expuso Jessica Gardetto, portavoz de la Oficina de Administración de Tierras en el Centro Nacional Interagencial de Bomberos.

Sin embargo, incluso con el mayor uso de aviones, las autoridades aún enfrentan una dura realidad. Los aviones y helicópteros son efectivos para reducir la velocidad de la mayoría de los incendios y permiten que las tripulaciones en tierra entren en la escena y la contengan, pero la historia muestra que hacen poco para detener a los ‘monstruos’ impulsados por el viento que causan la mayor cantidad de muertes y destrucción.

La continua propagación del coronavirus, así como la parálisis económica que ha acompañado las restricciones sanitarias, han afectado todos los aspectos de la extinción de incendios forestales, incluidos los acuerdos de ayuda mutua y el uso generalizado de los bomberos.

“Hablando en todos los ámbitos, esto es un cambio en la forma de actuar por el COVID-19”, dijo Mike Mohler, portavoz del Departamento de Silvicultura y Protección contra Incendios de California. “Va a tener que ser un enfoque de actuar ‘con el apoyo de todos’ para atacar esto”.

Mohler señaló que su mayor preocupación es que los bomberos contraigan el COVID-19 y lo propaguen silenciosamente entre otros bomberos y los saquen del servicio, o incluso lo propaguen entre el público.

El coronavirus ya ha reducido la cantidad total de bomberos disponibles en California.

Cuando las infecciones por coronavirus aumentaron en las cárceles estatales, las autoridades otorgaron la liberación anticipada a miles de presos en un esfuerzo por reducir el hacinamiento y frenar la propagación de la enfermedad.

De esas liberaciones, 242 eran reclusos realizando labores de bomberos, según el Departamento de Correcciones y Rehabilitación de California. Los bomberos presos representan el 43% de la fuerza estatal de lucha contra incendios.

En años pasados, el condado y la ciudad han luchado para comunicarse eficazmente con el público durante las emergencias. Esta vez, se están centrando en un mensaje consistente.

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En el condado de Los Ángeles, donde los votantes rechazaron recientemente una medida para contratar más bomberos y paramédicos, el jefe de bomberos Daryl Osby expuso que la posible escasez de personal y el aumento del crecimiento de los arbustos debido a las lluvias de fines de primavera son motivo de preocupación.

Con el objetivo de adoptar una postura más agresiva hacia los incendios forestales, los equipos están preparando cinco helicópteros del Condado para desplegarlos durante el día y la noche durante todo el verano. El Condado también planea contratar dos tanques aéreos de Canadá en agosto, un mes antes de lo habitual, señaló Osby.

Y, a finales de este mes, los equipos comenzarán a inspeccionar las casas vulnerables a los incendios forestales para asegurarse de que tengan un espacio de defensa contra incendios.

“Será realmente importante para nuestros ciudadanos hacer la limpieza adecuada”, indicó Osby, “porque cuando nos acercamos a los meses de otoño y comenzamos a tener nuestros incidentes impulsados por el viento, no podemos garantizar que se pueda colocar un equipo en cada hogar”.

Tradicionalmente, California ha podido confiar en su sistema de ayuda mutua como respaldo. El sistema, que envía a los departamentos de bomberos locales para combatir los incendios forestales en otras jurisdicciones, está experimentando una fuerte tensión que podría intensificarse a medida que los déficits presupuestarios relacionados con el COVID-19 los golpeen duramente.

Pero no está claro por cuanto tiempo.

“No tengo una bola de cristal”, dijo Black, “es como todos los demás, depende del repunte de la economía a medida que se levanta la ordenanza para quedarse en casa”.

En un esfuerzo por limitar la transmisión de enfermedades entre los bomberos, los funcionarios están ajustando el diseño en los campamentos de base, donde tradicionalmente comen, duermen y se bañan en espacios cerrados, junto con muchas empresas de alimentos y contratistas.

Incluso antes de la pandemia de COVID-19, los brotes de crisis eran notorios en tales entornos, y un representante sindical del Servicio Forestal de Estados Unidos los ha comparado como si fueran “cruceros en tierra”.

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Cal Fire dijo que sus campamentos podrían terminar ocupando una superficie más grande, como dos recintos feriales en lugar de uno, o un gran estacionamiento, para proporcionar un espacio adecuado entre los equipos.

De cualquier manera, los bomberos que luchan contra las llamas en las líneas del frente y las comunidades serán más vulnerables a las infecciones debido a su exposición al humo, expuso el Dr. John Balmes, médico voluntario de American Lung Assn. y un miembro de la Junta de Recursos del Aire de California.

“El humo de los incendios forestales es como el humo del cigarrillo, una mezcla de partículas a base de carbono y gases irritantes”, señaló Balmes. Con el sistema inmune del cuerpo ocupado luchando contra estos invasores extraños en los pulmones, eso le da menos municiones para combatir el coronavirus, explicó Balmes.

En California, una primavera con lluvias hasta ahora ha mantenido a raya la temporada de incendios del 2020. Sin embargo, en los estados donde los incendios ya han comenzado, los equipos de bomberos están aprendiendo que las protecciones contra el coronavirus (limpieza, distanciamiento y uso de mascarillas) pueden convertirse en una carga al tratar de responder a los incendios forestales.

Shawn Faiella, superintendente del equipo élite en el Bosque Nacional Lolo en Montana, lo resumió de esta manera en un informe al Centro de Lecciones Aprendidas de Incendios Forestales financiado con fondos federales: “Es muy difícil llevar estas prácticas en la línea de fuego”.

En el largo viaje a un incidente, los bomberos evitaron beber agua, por preocupación por tocar sus mascarillas y aumentaron su riesgo de deshidratación. También viajaron en más vehículos de lo habitual, para garantizar un distanciamiento adecuado y, por lo tanto, aumentaron sus posibilidades de un accidente, una de las principales causas de muerte de los bomberos.

“Si este hubiera sido un incidente emergente con evacuaciones, estacionamientos cerrados en la carretera, humo y un importante crecimiento de incendios, no sólo sería una hazaña imposible estacionar todos los vehículos, sino que estaría poniendo a mi tripulación en un peligro significativo. Y eso nada más refiriéndome a un incidente”, escribió Faiella.

Encontrar lugares para comer en estados con órdenes de quedarse en casa también resultó difícil, al igual que mantener la distancia social con colegas y el público que se acercaba con preguntas. Las cosas rutinarias para acelerar el trabajo como compartir equipos entre agencias ahora violan las pautas por el COVID-19.

“Si la intención es combatir incendios, debe entenderse que las recomendaciones de distanciamiento social no se pueden cumplir por completo cuando participan en la lucha contra incendios”, se lee en un informe del incendio de Verde el 17 de abril en Colorado. “La pregunta debe ser respondida: ¿la falta de adhesión total a las medidas COVID significa menos compromiso o no?”

Frank Carroll, un veterano retirado de 31 años del Servicio Forestal de EE.UU, tiene un hijo que es bombero federal. Él y sus compañeros buscaban prácticas más antiguas en la lucha contra incendios para hacer frente a las preocupaciones por el coronavirus.

Por ejemplo, el equipo de su hijo comenzó a cargar vehículos adicionales con 14 días de raciones para cada bombero, en caso de que se infecten y tengan que ponerse en cuarentena, luego cuando se dirijan al bosque y coman y duerman donde trabajan, en lugar de regresar a un gran campamento base con cientos de otros.

“Es realmente de la vieja escuela, pero ¿saben una cosa? La vieja escuela funcionó muy bien”, manifestó Carroll.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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