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California se prepara para un alza en muertes por coronavirus, mientras las infecciones se disparan; ¿qué tan grave será?

4 de julio en San Diego
El paseo marítimo de Mission Beach estuvo lleno de lugareños, surfistas y turistas en el fin de semana del 4 de julio en San Diego.
(Nelvin C. Cepeda / San Diego Union-Tribune)
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Los nuevos casos de coronavirus aumentaron casi un 100 por ciento en California en el último mes. Las hospitalizaciones se dispararon un 88%, y algunos centros médicos están ahora con su capacidad colmada.

Por estos días, los funcionarios de salud pública se preparan para la fase más sombría del ciclo: un aumento en las muertes por COVID-19.

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Hasta el momento, el índice de nuevos decesos se ha mantenido relativamente estable en California, a pesar de que los casos aumentaron. En las últimas seis semanas, el estado registró un promedio de 436 muertes semanales por coronavirus, por debajo de la media anterior calculada en seis semanas, de 510 defunciones semanales, según un análisis de datos de Los Angeles Times.

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Pero las muertes son un indicador rezagado, y muchos expertos predicen un alza próximamente.

California registró menos decesos por coronavirus que algunos focos críticos en el resto del país; más de 6.400 muertes, en comparación con las más de 32.000 en Nueva York y de 15.000 en Nueva Jersey.

Cuánto aumentará el número de fallecidos en California es tema de debate. Esta nueva ola de infecciones es impulsada cada vez más por personas jóvenes, mientras que los brotes en centros de cuidados para mayores se han ralentizado. Por ello, es posible que menos de los casos recientes resulten en decesos.

“Es difícil precisarlo porque, en este momento, es una nube de información que necesita disiparse”, comentó la Dra. Neha Nanda, epidemióloga y directora médica de prevención de infecciones en la Escuela de Medicina Keck, de USC.

Pero otros actores en la línea del frente consideran que la demografía más joven del COVID-19 no necesariamente resultará en una disminución de muertes.

Adrienne Green, directora médica del Centro Médico de UC San Francisco, teme que la ola actual de infecciones entre gente más joven derive en un brote posterior para los individuos mayores que interactuaron con ellas. “Quizá podría haber una pausa en las tasas de mortalidad y luego escalar”, comentó Green. “Creo que va a ser una ola con altibajos”.

Las respuestas a ello deberían llegar pronto. Los expertos estiman que puede llevar de tres a cuatro semanas después de la exposición al virus que aquellos infectados se enfermen lo suficiente como para ser hospitalizados, y de cuatro a cinco semanas tras ser expuestos al patógeno para que algunos de los pacientes más vulnerables fallezcan a causa de la enfermedad.

California registró casi el doble de casos de coronavirus en junio que en mayo: 119.938 versus 61.694, según un análisis de datos de The Times. Sin embargo, la cifra de muertes disminuyó, de 2.128 personas en mayo a 1.915 en junio.

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El gobernador Gavin Newsom afirmó que si bien un mayor porcentaje de las pruebas de coronavirus confirman las infecciones, “todavía no estamos viendo un aumento proporcional en la mortalidad”.

Más personas jóvenes también están dando positivo en las pruebas, una tendencia que se hizo evidente a medida que se retomaron actividades y los individuos en edad laboral volvieron a sus empleos y reanudaron las reuniones sociales.

Cuánto aumentará el número de fallecidos en California es tema de debate. Esta nueva ola de infecciones es impulsada cada vez más por personas jóvenes, mientras que los brotes en centros de cuidados para mayores se han ralentizado. Por ello, es posible que menos de los casos recientes resulten en decesos.

“Es difícil precisarlo porque, en este momento, es una nube de información que necesita disiparse”, comentó la Dra. Neha Nanda, epidemióloga y directora médica de prevención de infecciones en la Escuela de Medicina Keck, de USC.

Pero otros actores en la línea del frente consideran que la demografía más joven del COVID-19 no necesariamente resultará en una disminución de muertes. Adrienne Green, directora médica del Centro Médico de UC San Francisco, teme que la ola actual de infecciones entre gente más joven derive en un brote posterior para los individuos mayores que interactuaron con ellas.

“Quizá podría haber una pausa en las tasas de mortalidad y luego escalar”, comentó Green. “Creo que va a ser una ola con altibajos”.

Las respuestas a ello deberían llegar pronto. Los expertos estiman que puede llevar de tres a cuatro semanas después de la exposición al virus que aquellos infectados se enfermen lo suficiente como para ser hospitalizados, y de cuatro a cinco semanas tras ser expuestos al patógeno para que algunos de los pacientes más vulnerables fallezcan a causa de la enfermedad.

California registró casi el doble de casos de coronavirus en junio que en mayo: 119.938 versus 61.694, según un análisis de datos de The Times. Sin embargo, la cifra de muertes disminuyó, de 2.128 personas en mayo a 1.915 en junio.

El gobernador Gavin Newsom afirmó el lunes que si bien un mayor porcentaje de las pruebas de coronavirus confirman las infecciones, “todavía no estamos viendo un aumento proporcional en la mortalidad”.

Más personas jóvenes también están dando positivo en las pruebas, una tendencia que se hizo evidente a medida que se retomaron actividades y los individuos en edad laboral volvieron a sus empleos y reanudaron las reuniones sociales.

Al principio de la pandemia, en marzo, se identificó aproximadamente la mitad de las nuevas infecciones en California entre personas de 18 a 49 años, según un análisis de datos de este periódico.

En junio, cuando el número de casos nuevos comenzó a aumentar bruscamente, esa proporción escaló a casi 62%. En lo que va de julio, alrededor del 65% de las nuevas infecciones ocurrieron en individuos entre los 18 y los 49 años, a pesar de que sólo el 45% de los californianos se encuentran en ese rango etario.

“Estas personas no son tan propensas a contraer una enfermedad grave, necesitar hospitalización o morir por COVID-19”, señaló Timothy Brewer, profesor de medicina y epidemiología en UCLA. “Así que, en particular, el grupo etario de 18 a 50 años tiene tasas de mortalidad relativamente bajas, pero ha habido un gran aumento en las infecciones”.

Mientras tanto, los brotes en residencias para mayores con atención especializada y otros centros de cuidados a largo plazo se han ralentizado. Eso parece ser particularmente cierto en el condado de Los Ángeles, que alberga casi la mitad de los casos del estado y más del 50% de las muertes.

A principios de mayo, el condado de Los Ángeles informaba un promedio de 25 decesos diarios por coronavirus entre residentes de hogares para adultos mayores. A fines de junio, la media de muertes diarias en dichos lugares era de alrededor de 10, detalló la semana pasada Bárbara Ferrer, directora de salud del condado.

Las autoridades sostienen que un mejor uso de la protección personal, como mascarillas, batas y guantes, y un aumento en las pruebas, ayudó a reducir el impacto de la pandemia en las instalaciones.

Brewer sospecha que la disminución de los brotes en los centros de atención está teniendo un efecto beneficioso en las tasas de mortalidad general, ya que los residentes de hogares para adultos y centros de vida asistida representan el 49% de las defunciones totales por COVID-19 del estado.

Según Nick Jewell, un experto en bioestadística de UC Berkeley que ha rastreado la pandemia, la tasa de mortalidad constante también podría reflejar que aquellos que fueron más susceptibles al virus, los ancianos y los enfermos con condiciones preexistentes, ya han sucumbido. “Hablando crudamente, no esperaría tantas muertes en hogares de adultos mayores hoy como hace dos o tres meses, porque los más susceptibles allí ya no están”, enfatizó Jewell.

Las mejoras en el tratamiento y la atención de los pacientes con COVID-19 también pueden haber marcado una diferencia, ahora que los médicos saben más acerca de cómo abordar el virus.

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El personal sanitario mejoró en el manejo de la respiración asistida y la oxigenación de los pacientes críticos; por ejemplo, ahora se sabe que es mejor colocarlos en postura decúbito ventral en lugar de sobre sus espaldas, destacó Brewer.

Los médicos también reconocen que están intubando con menos frecuencia. El procedimiento (insertar un tubo de respiración en la garganta de una persona) puede causar una serie de complicaciones, pero los especialistas han podido elegir otras opciones primero, en lugar de intubar rápidamente a un individuo que muestra dificultades para respirar.

La Dexametasona, un corticosteroide cuyo uso mejora la supervivencia en pacientes que requieren de oxígeno o asistencia respiratoria mecánica, ahora se utiliza de manera estándar en los hospitales de California, agregó Brewer. El Remdesivir, un antiviral vinculado con mejores resultados, también se usa ampliamente, añadió.

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Green, de UCSF, atribuye las mejores tasas de mortalidad a medicamentos que incluyen el Remdesivir, pero destacó que pronto podría ser más difícil conseguir esa droga.

Algunos señalan que los números decrecientes no tienen en cuenta las disparidades raciales bien documentadas, que se observan tanto en las infecciones como en los muertos por COVID-19. En todo el país, los investigadores descubren que las personas negras y latinas son más afectadas y tienen peores niveles de supervivencia que las blancas.

En California hasta el domingo, los latinos representaban el 55% de los casos de coronavirus y el 42% de las muertes, pero son aproximadamente el 39% de la población del estado, según datos del Departamento de Salud Pública de California.

Los californianos negros conforman el 9% de los decesos del estado, pero cerca del 6% de la población general. Sin embargo, incluso esas cifras pueden ser bajas: al 35% de los casos les faltan datos de raza y origen étnico.

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Según Stephen Lockhart, director médico de Sutter Health, es demasiado pronto para saber si la reapertura empeoró esas disparidades. Muchos de los que han trabajado durante la pandemia o lo hicieron en las últimas semanas en comercios minoristas, restaurantes, el sector de la agricultura y los servicios son personas de color, señalaron varios expertos.

Lockhart remarcó que aunque los datos sobre cómo les está yendo aún no están disponibles, le “sorprendería” que esos trabajadores de color no se vieran afectados en las próximas semanas. “Esa es sólo mi conjetura como hombre negro, con base en lo que veo y por mi intuición general”, añadió. “Me imagino que la brecha se ha ampliado”.

La Dra. Yvonne Maldonado, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas en Stanford, remarcó que la demografía de la epidemia “realmente ha cambiado” en los últimos meses. “Ahora se ha vuelto mucho más evidente en las comunidades minoritarias, entre los trabajadores manuales”, destacó.

El sábado, Maldonado realizó pruebas gratuitas en un vecindario de bajos ingresos en Silicon Valley, predominantemente asiático y latino.

Después de evaluar a unas 300 personas, descubrió que cerca del 3% habían dado positivo, lo cual considera una tasa difícil de contener -a pesar de los niveles más altos en otras partes del estado y el país- y vinculada con las disparidades de salud y riqueza, que pueden aumentar la gravedad del virus.

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“Sabemos que son poblaciones que tienen problemas reales de acceso y equidad en salud”, añadió Maldonado, y agregó que hay más factores de riesgo entre ellos, como diabetes, espacios de vida más hacinados y menos capacidad financiera para tomarse un tiempo libre del trabajo.

Algunos también temen que sea sólo cuestión de tiempo antes de que California experimente un aumento en las muertes por COVID-19 que se equipare con el incremento en casos y hospitalizaciones.

Muchos expertos creen que el alza de las infecciones comenzó alrededor del Día de los Caídos, por lo cual el aumento correspondiente en los decesos podría comenzar pronto. También señalan que las recientes celebraciones del Día de la Independencia podrían traer otro rebote en los próximos meses.

El domingo había 5.790 personas hospitalizadas en California, con infecciones confirmadas por coronavirus. Ello marca un alza del 88% con respecto a la cifra del 5 de junio, con 3.072 hospitalizados.

Ese mismo día, el condado de Los Ángeles rompió el récord del mayor número de internados con infecciones confirmadas y hubo 1.969 pacientes de este tipo en hospitales del condado; el récord anterior había sido el 28 de abril, cuando 1.962 pacientes estaban en el hospital.

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Jewell advirtió que “las cosas están cambiando rápidamente en el estado”. Aunque la situación no es tan mala como en otras partes -por ejemplo Texas, donde los centros de salud ya se enfrentan a problemas de capacidad-, sigue en “aguas peligrosas”, y espera que julio sea la “hora de la verdad”.

También se teme que las personas más jóvenes, que actualmente están dando positivo a una tasa más alta y que además suelen tener un mayor nivel de movilidad, eventualmente transmitan el virus a otros, incluidos aquellos que son más vulnerables, lo cual aumentaría aún más los decesos.

“Cuando el primer grupo [de individuos infectados] salga y transmita el virus al siguiente grupo más grande y se vuelva un poco exponencial, allí veremos esas muertes”, detalló un enfermero de cuidados intensivos en Los Ángeles. “Esta es la calma antes de la tormenta, no tengo duda”, agregó.

Los redactores de The Times Ben Welsh, Colleen Shalby, Iris Lee y Sandhya Kambhampati contribuyeron con este informe.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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