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El coronavirus complica el conteo en los barrios ricos para los trabajadores del censo

Census
En California, algunos vecindarios acaudalados quedaron muy por debajo de sus tasas de respuesta en comparación con el censo de 2010.
(Paul Sancya / Associated Press)

La pandemia está afectando a las tasas de participación en los censos en todos los ámbitos socioeconómicos.

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Durante más de un año, los funcionarios estatales y los grupos comunitarios en California han enviado un mensaje singular: la importancia de completar el conteo decenal.

Muchas organizaciones encuestaron vecindarios y organizaron reuniones y sesiones informativas donde explicaron cómo los datos del censo se convierten en dólares federales que luego se destinan a ciudades y estados. Después de que la pandemia de coronavirus eliminó la oportunidad de reunirse en persona, iniciaron campañas en bancos telefónicos y perfeccionaron los mensajes por redes sociales.

Esos esfuerzos, comentaron las autoridades, dieron algunos de los mejores resultados en el país al lograr que las comunidades más difíciles de censar respondieran -de los aproximadamente 3.5 millones a 4.1 millones de hogares en esa categoría, unos 2 millones lo han hecho-, aunque aún falta para garantizar un recuento más completo de grupos históricamente subrepresentados.

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Ahora los funcionarios descubrieron un problema diferente por el que preocuparse: algunos vecindarios ricos de California quedaron muy atrás en sus tasas de respuesta en comparación con el recuento de 2010.

“En Los Ángeles, vemos una baja participación de Malibú a Beverly Hills, e incluso de Studio City”, detalló Ditas Katague, directora de la Oficina del Conteo Completo de California para el Censo 2020, en una llamada el lunes con periodistas. “Eso es preocupante y alarmante para nosotros”.

Aunque algunas de esas regiones cayeron por debajo de la tasa de respuesta en todo el estado en 2010, el nivel de contestación, de casi el 36 por ciento en partes de Malibú, y la brecha resultante de 20 puntos porcentuales desde el último recuento, “no tiene precedentes”, señalaron las autoridades. Según Katague, su oficina ha visto un fenómeno similar en otras áreas exclusivas del estado, como partes de Newport Beach y Carmel-by-the-Sea.

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Varias de las zonas difíciles de contar del estado, donde existen barreras para la inclusión plena y representativa, están detrás de sus tasas de respuesta de 2010, como partes de Boyle Heights y Santa Ana. Pero lo más sorprendente fueron los sectores en los barrios de Marina, Cow Hollow, Pacific Heights y Presidio, en el Área de la Bahía, donde hay un retraso de casi 20 puntos en las tasas de respuesta, indicaron los trabajadores del censo.

Según las autoridades, no está claro qué hay detrás de la caída en la participación. Pero los demógrafos señalan que la pandemia es una fuente importante del problema. Algunos dicen que, como en la ciudad de Nueva York, los californianos ricos pueden haber huido de sus hogares en busca de casas de vacaciones. Otros creen que algunos hogares no han respondido porque sus direcciones de California no representan su residencia principal.

“Es el efecto Manhattan. Lo mismo ocurre en Nueva York”, afirmó el demógrafo de USC Dowell Myers. “En San Francisco, quienes tienen casas alternativas se alejaron del peligro, y la clase media y la clase trabajadora se quedó en la zona. La Oficina del Censo [de EE.UU] hizo un gran esfuerzo en las áreas difíciles de contar, pero no planearon que sucediera otra cosa. ¿Cómo podrían haberlo hecho?”, reconoció.

La pandemia interrumpió el recuento en muchas comunidades, agregó Myers, “pero es necesario sacudir [a sus habitantes] con las consecuencias de ello. Si no se les cuenta, los recursos públicos de sus comunidades se desviarán a otras”, expuso. “Habrá una presión a la baja en su parte del dinero público, en su porción de servicios, de todo”.

El virus está afectando las respuestas de las personas “independientemente de sus antecedentes económicos y del partido político”, comentó Emilio Vaca, subdirector de la Oficina del Conteo Completo de California para el Censo 2020. “Lo que se ve afectado son las redes de asistencia social a las que la gente acude, por lo cual en las comunidades difíciles de contar, las personas no pueden ir a la biblioteca local o al centro de recursos familiares porque están refugiadas en sus casas”, señaló.

El estado realizó una inversión considerable en el recuento de 2020, según el Instituto de Políticas Públicas de California (PPIC, por sus siglas en inglés), invirtiendo unos $187 millones en actividades relacionadas con el censo desde 2018.

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La oficina del censo en California centró su llegada en los hogares más difíciles de rastrear, incluidas las comunidades de color, las que no tienen acceso a internet de banda ancha, las personas que hablan inglés como segundo idioma y las que viven cerca de las líneas de pobreza, porque históricamente han estado en mayor riesgo de ser obviados del censo.

Los hogares de Malibú y Beverly Hills generalmente no han necesitado un empujón extra para participar, expresó Diana Crofts-Pelayo, portavoz del Conteo Completo de California. “También estamos viendo un posible cambio de comportamiento en la priorización de las personas de la actividad cotidiana y el compromiso cívico”, dijo. “Si uno está cuidando a un ser querido o a alguien con COVID, tal vez el censo sea lo último que tenga en mente”.

Los estados recurren a los datos del censo para formar los límites del distrito escolar, y muchos de los servicios de los que depende la gente en California, como los programas de nutrición y la asistencia para vivienda, están vinculados a fondos que se calculan usando el censo. En 2015, el año más reciente para el cual hay cálculos disponibles, California recibió alrededor de $77 mil millones en fondos relacionados con el conteo poblacional, “más del 80% del total de fondos federales que el estado recibió ese año”, según un informe de PPIC.

En el año fiscal 2017, 316 programas de gasto federal solicitaron datos derivados del censo de 2010 para distribuir $1.5 billones a gobiernos estatales y locales, organizaciones sin fines de lucro, empresas y hogares en todo el país, según muestra una investigación del Instituto de Política Pública George Washington. Están en juego no solo los impuestos federales, sino también la redistribución de distritos políticos y la reasignación de escaños que cada estado tiene en la Cámara de Representantes de EE.UU.

Hasta ahora, 9.7 millones de hogares de California han respondido al censo. La tasa de respuesta del estado está por encima del promedio nacional, en 64.2% versus 62.9%, pero ocupa el puesto 22 entre todos los estados del país.

Esas cifras esconden otro problema con las respuestas del censo, remarcó Paul Ong, director del Centro para el Conocimiento de Vecindarios de UCLA: la alta probabilidad de un “conteo diferencial bajo”, en el que un grupo tiene menos posibilidades de ser incluido que otro.

“Históricamente, esto involucró a hogares de bajos ingresos, personas de color, individuos indígenas e inmigrantes. Hay enormes implicaciones políticas y económicas de un censo racialmente sesgado”, indicó Ong.

“Las poblaciones marginadas serán privadas de sus derechos y desproporcionadamente excluidas de los fondos y servicios públicos”.

Ong cree que el país enfrenta un “problema enorme” en esta etapa del recuento del censo, en comparación con 2010. La siguiente fase, la “Operación de seguimiento a los sin respuesta” que comenzará en la mayor parte de la nación el 11 de agosto, será determinar el tamaño de un recuento racial diferencial bajo, indicó.

Ese proceso, en el cual los trabajadores del censo comenzarán a realizar esfuerzos cruciales para llamar a las puertas, “enfrentará muchas barreras y desafíos para cerrar el enorme y acechante sesgo”. Esos esfuerzos de recolección de datos de campo, así como las opciones de autorespuesta, finalizarán el 30 de septiembre, un mes antes de lo inicialmente programado.

Es “muy cierto” que algunas áreas más ricas no están respondiendo conforme sus tasas típicas, añadió Ong, enfatizando que no descarta el problema, aunque considera que hay otras cuestiones más graves. “Si tenemos que poner más recursos en los últimos meses del recuento, esa no es mi prioridad. Es más importante lograr la participación de las comunidades difíciles de contar, porque en promedio son las que realmente quedan atrás”, comentó.

“Supongamos que un huracán azota a Nueva Orleans nuevamente. Siempre se podrá decir que incluso los barrios ricos serán perjudicados, pero ese discurso pasa por alto el hecho de que realmente son los vecindarios pobres, con menos recursos, los que sufren los daños de manera desproporcionada”.

Para leer esta nota en inglés,haga clic aquí.

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