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Su hermana se extravió en medio de una tormenta de fuego; así es como finalmente se reencontraron

Vehículos quemados frente a una casa destruida en el incendio North Complex, el pasado viernes.
(Brian van der Brug / Los Angeles Times)
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Para Michelle Rancor-Aldridge, el pánico comenzó el martes por la noche.

Después de dejar su clase de cerámica, esa noche, escuchó que se había ordenado evacuar a los residentes de Berry Creek, un área montañosa no lejos de Paradise, California, la ciudad destruida en gran parte por las llamas en el incendio de Camp, en 2018. Inmediatamente llamó al teléfono fijo de su hermana; estaba desconectado.

“Voy a ir allí”, pensó para sí misma Rancor-Aldridge, de 50 años. Estaba decidida a encontrar a su hermana, Kelly Burke, de 49 años.

Ella era uno de los muchos que intentaban desesperadamente encontrar a sus seres queridos residentes en las comunidades rurales del condado de Butte, que fueron quemadas por el incendio de North Complex.

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El fuego avanzó tan rápido que algunas personas no pudieron salir a tiempo; quemó cientos de casas en aldeas como Berry Creek. El número de fallecidos aumentó el domingo a 14, luego de la recuperación de dos cuerpos más.

Kory Honea, sheriff del condado de Butte, informó que siete personas siguen desaparecidas y que las autoridades trabajan para localizarlas.

Rancor-Aldridge se subió a su camioneta el martes y condujo hasta la base de una montaña cercana, pero un agente del Sheriff la detuvo. Ella pensó que tenía sentido, dados los antecedentes del área; la forma en que Paradise se convirtió en una trampa mortal en 2018.

Aún así, Rancor-Aldridge estaba aterrorizada. Incluso cuando fue evacuada de su propia casa en Palermo, aproximadamente una hora al sur, cerca de la medianoche del miércoles, su mente se aceleró con pensamientos sobre su hermana. “Todo tipo de escenarios se desarrollaban en mi cabeza”, comentó. “Pero la conozco muy bien. Si le dicen que se marche, ella lo hará”.

Finalmente, Rancor-Aldridge se comunicó con una de las vecinas de su hermana, quien le dijo que había visto a Burke evacuar el área con un amigo.

Para el jueves, aún sin noticias de su hermana, Rancor-Aldridge decidió regresar a la clase de cerámica para distraer su mente, pero no podía dejar de pensar en su pariente de espíritu libre. Recordó la casa de Berry Creek en la que Burke había vivido durante 25 años y donde había criado a siete hijos.

Al día siguiente, la hija de Rancor-Aldridge tuvo una epifanía: habían olvidado llamar a los hospitales locales. Cuando se comunicó con Oroville Hospital, se enteró de que Burke había sido ingresada unas horas antes, no por inhalación de humo o quemaduras, sino por cálculos renales.

Rancor-Aldridge corrió al hospital para ver a su hermana, quien, según supo más tarde, había ayudado a otros vecinos a prepararse para evacuar antes de huir montaña abajo.

Su hermana le dijo que una factura de teléfono impaga era la razón por la cual el teléfono fijo no funcionaba. Pero a Burke le preocupaba más que su casa, así como las de dos de sus hijos, se perdieron con el incendio, comentó Rancor-Aldridge, quien abrió una cuenta en GoFundMe en pos de recaudar dinero para la reconstrucción. Cuando le contó a su hermana sobre la cuenta, Burke respondió que haría cualquier cosa para regresar a las montañas. “No me importa si vivo en una tienda”, le dijo. “Oh, Kelly, no puedes regresar allí”, le respondió con tristeza. “Ese lugar está calcinado”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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