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¿Los trabajadores de los hoteles de California merecen una seguridad laboral extra? Ellos creen que sí

¿Los trabajadores de los hoteles de California merecen una seguridad laboral extra? Ellos creen que si
Courtney Banks, que ha trabajado en eventos y catering en el Chateau Marmont, escribe un mensaje en la ventanilla de un vehículo en apoyo a los trabajadores que perdieron su empleo en el hotel en Los Ángeles.
(Al Seib / Los Angeles Times)
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Con los ojos despejados y sin bocadillos, tropecé con la Terminal A del aeropuerto John Wayne a las 5:30 de la mañana.

Era un ritual que practicaba al menos una vez al mes antes del coronavirus, mi aeropuerto elegido para buscar historias por todo el país.

Esta vez, el destino final estaba más cerca: el Chateau Marmont en Los Ángeles.

Un grupo de empleados despedidos del aeropuerto y del hotel iban a hacer un mitin en John Wayne, luego visitarían el legendario hotel Sunset Strip, donde John Belushi murió, para reunirse con sus compañeros desempleados. Después, algunos planeaban hacer una caravana a Sacramento y exigir una reunión con el gobernador Gavin Newsom.

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Valet worker Carlos Barrera writes a message on his car window in support of Chateau Marmont employees who lost their jobs.
Carlos Barrera, quien ha trabajado en el valet parking durante 40 años en el Chateau Marmont, escribe un mensaje en la ventanilla de su coche en apoyo de los empleados que perdieron sus trabajos en el hotel.
(Al Seib / Los Angeles Times)

Estaban molestos porque aún no ha firmado la AB 3216, que fijaría una política de derecho a retornar al trabajo en la industria de la hospitalidad. Básicamente, cualquiera que haya perdido su empleo en hoteles, aeropuertos y clubes privados durante esta pandemia y cualquier futuro “estado de emergencia” puede recuperar su puesto en base a la antigüedad una vez que las cosas vuelvan a la normalidad - cuando sea.

Estaba allí para hacer una pregunta a los trabajadores: De todos los empleos perdidos en el Estado Dorado, ¿por qué los suyos merecían protección especial? ¿Qué pasa con el resto de la clase obrera?

El aeropuerto John Wayne estaba inquietantemente lento cuando llegué. Los hoteles cercanos, normalmente iluminados antes del amanecer se encontraban casi completamente a oscuras. El tráfico que comúnmente inunda el pequeño aeropuerto era casi inexistente. Estaba tan tranquilo que los activistas de Unite Here Local 11, el sindicato que representa a más de 30.000 trabajadores de la hospitalidad en el sur de California y Arizona, se estacionaron en las zonas de carga para decorar sus coches con carteles - y nadie se quejó.

Al menos por un tiempo.

Joyce Swaving, una residente de Aliso Viejo de 67 años, sostenía un letrero que decía “Retiren a los trabajadores del aeropuerto”.

Pastor Bridie Roberts from Hollywood Methodist Church, right, urges drivers to honk in support of Chateau Marmont workers.
La pastora Bridie Roberts de la Iglesia Metodista de Hollywood, derecha, insta a los conductores a tocar la bocina en apoyo de los trabajadores que perdieron sus empleos en el Chateau Marmont.
(Al Seib / Los Angeles Times)

“No confundamos el mensaje”, le dijo a Swaving. “Tal como está, la gente cree que el AB 3216 es un suplemento para el ejercicio”.

A nadie en el aeropuerto John Wayne parecía importarle.

La veintena de manifestantes que se presentaron superó a los viajeros en una proporción de 4 a 1. Los pocos que salieron esa mañana estaban demasiado concentrados en cargar maletas para notar algo más.

La co-presidenta de Unite Here 11, Ada Briceño, me dijo que la multimillonaria industria hotelera de California tenía la obligación moral de volver a contratar a sus trabajadores.

Luis Caciano, right, who has worked for 10 years on the cook line, urges drivers to honk in support of hotel workers.
Luis Caciano, derecha, quien ha trabajado por 10 años en la línea de cocina del Chateau Marmont, insta a los conductores a tocar la bocina en apoyo a los trabajadores del hotel.
(Al Seib / Los Angeles Times)

“Sabemos lo que va a pasar”, dijo Briceño, que también dirige el Partido Demócrata del Condado de Orange. “Lo vimos después del 11-S, también después de la Gran Recesión. Van a despedir a la gente y luego volverán a contratar a jóvenes que les salgan más baratos. Los hoteles se recuperarán, pero ¿qué pasa con las personas que les dieron años?”

De repente, una voz preguntó: “¿Tienen un permiso?”

Alto y taciturno como el tocayo del aeropuerto, el agente del sheriff del condado de Orange, Robert Witteman, tenía la mirada de un vecino molesto después de que los niños pisotearan su césped, otra vez.

Les dijo a los conductores de los autos que se fueran, lo que ya iban a hacer porque su protesta estaba a punto de terminar.

Father Ike Udoh, right, blesses Frank Cueva, a supervisor and bartender at the Four Points Sheraton in Anaheim.
El Padre Ike Udoh, derecha, de la Iglesia del Santísimo Sacramento en Hollywood bendice a Frank Cueva, supervisor y barman del Four Points Sheraton en Anaheim.
(Al Seib / Los Angeles Times)

Todos pusieron las luces de emergencia y tocaron la bocina cuando comenzaron a recorrer el aeropuerto un poco más lento que el límite de velocidad de 10 mph.

Me metí en su mini-convoy para ver qué pasaba. Cada vez que pasábamos por la Terminal A, se proyectaba una presentación de diapositivas del View-Master.

La pequeña multitud de Unite Here nos animaba. Clic.

Otro agente se unió a Witteman. Clic.

Luego cinco. Clic.

Walter Almendarez, who has worked as a bellman for 23 years, writes a message in support of Chateau Marmont workers.
Walter Almendarez, que ha trabajado como botones durante 23 años en el Chateau Marmont, escribe mensajes en la ventana de su auto en apoyo a los trabajadores del hotel que perdieron sus empleos.
(Al Seib / Los Angeles Times)

Un todoterreno del Departamento del Sheriff apareció con luces intermitentes. Clic.

El todoterreno se unió a la manifestación y detuvo a un organizador. Clic.

Briceño llamó más tarde para decir que los agentes amenazaron con multar a todos por no sacar el permiso y por tocar demasiado la bocina, pero que finalmente solo le dieron al grupo una advertencia.

Digo que me llamó más tarde porque no me quedé. Tan pronto como vi a Johnny Law del Condado de Orange sacar al organizador de la acera, le pisé al acelerador y me fui.

El cínico que había en mí sabía que la única razón por la que el proyecto de ley tenía tanto peso era porque sus patrocinadores incluían a los medios de comunicación de Unite Here y a los poderosos políticos - y antiguos organizadores sindicales - como la asambleísta Lorena González (D-San Diego) y la senadora estatal María Elena Durazo (D-Los Angeles).

Pero aunque la industria de la hospitalidad de California está en caída libre, ha recibido decenas de millones de dólares en préstamos del Programa de Protección de Cheques de Sueldos. Por esta y otras razones, tienen una oportunidad de luchar.

¿Sus antiguos empleados? No tanto.

Cuando pensamos en los trabajadores de la hospitalidad... realmente no lo hacemos. Nos centramos en el descanso y la relajación cuando viajamos, no en la ayuda. O nos imaginamos joviales personajes de cintas de Hollywood que tienen pocas preocupaciones y se encuentran con su Príncipe Azul mientras vacían los botes de basura.

No pensamos en los longevos ni en los migrantes.

Gente como Walter Almendarez. Trabajó como botones durante 23 años en el Chateau Marmont antes de que cerrara en marzo. El dueño planea reabrirlo como un club privado con muchos menos trabajadores.

“¿Cómo puede ser que nos despidan de esta manera?” dijo el inmigrante salvadoreño, mientras alguien escribía en su auto: “Gob. Newsom escucha nuestras historias”. Cerca de allí, Francisco Santos asintió con la cabeza.

“Ha sido una oportunidad de oro para que se deshagan de nosotros”, manifestó el hombre de 63 años, que trabajó como cocinero en el Terranea Resort en Rancho Palos Verdes durante ocho años.

“No queremos limosnas”, dijo Carlos Barrera, de 62 años, de Santa Clarita. El guatemalteco perdió su trabajo como valet del Chateau Marmont justo después de celebrar 40 años allí. “Por eso el proyecto de ley es importante. Entiendo que no hay trabajo ahora mismo, pero que nos den algo de esperanza”.

Incluso los trabajadores que se encontrarían en desventaja si el AB 3216 se convirtiera en ley simpatizaron con sus compañeros.

“Tengo mucho respeto por la gente que ha trabajado 30, 40 años”, dijo Keisha Banks, quien trabajó en catering y eventos en Chateau Marmont durante solo un año. “La empresa no lo hace. Estas personas que le dieron la mayor parte de sus vidas fueron despedidas de la misma manera que yo, con un correo electrónico”.

“Nuestra sociedad discrimina a las personas mayores”, dijo la residente de 43 años de Paramount, Yesenia García, anteriormente empleada del hotel Langham Huntington en Pasadena. “Verán su currículum y pensarán: ‘¿Lavavajillas durante 20 años? Eso no es nada’”. “Y eso no es justo. Es importante para mí conseguir de nuevo mi empleo, pero ¿qué pasa con ellos?”

A pesar de esta desesperación, el estado de ánimo era marcadamente diferente al del aeropuerto John Wayne. Era esperanzador.

Había una fila de autos estacionados en una zona roja frente al Chateau Marmont, y ningún policía pasó por allí. Los viajeros tocaron la bocina en apoyo e incluso disminuyeron la velocidad para preguntar cómo podían ayudar.

Un pastor, un rabino y un jesuita - no es el comienzo de una broma, lo prometo - ofrecieron bendiciones en sus respectivas tradiciones de fe, junto con un secular “¡Sí se puede!”

“La hospitalidad es un acto sagrado”, dijo la pastora Bridie Roberts de la Iglesia Metodista Unida de Hollywood. “Piensen en las historias del Evangelio - la fracción del pan. La búsqueda de alojamiento en Belén. Estos trabajadores son ‘los más pequeños’ en este momento, así que tenemos que defenderlos”.

Se esperaba un recorrido de siete horas. Doce autos, incluyendo una limusina con la frase “25 años de experiencia” escrito en su ventanilla lateral, salieron alrededor de las 9 de la mañana.

Mientras nos separábamos, les agradecí su hospitalidad. Alguien por fin, debería hacerlo.

Una propina de 10 dólares dejada bajo la ropa sucia ya no es suficiente.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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