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California alienta a estadios a exigir ‘pasaportes’ de vacunas -y a no llamarlos así-

A pair of San Francisco Giants fans at the Oracle Park entrance.
Dos fanáticos de los Giants de San Francisco, Dave Harding, de San Leandro, al centro, y su esposa, Nancy Faltisek, se registran en una cabina de verificación para mostrar pruebas de sus vacunas contra el COVID-19 antes de ser admitidos en Oracle Park, en la inauguración de la temporada como local del equipo, el 9 de abril.
(Dai Sugano / Bay Area News Group)

Las autoridades de California afirman que no tienen previsto exigir la verificación de las vacunas, pero las nuevas normas incentivan a los locales privados a solicitar prueba de la inoculación o el examen negativo.

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Los funcionarios de salud de California afirmaron en repetidas ocasiones que no tienen planes de instituir “pasaportes” de la vacuna COVID-19, pases digitales o en papel que permiten a los residentes inmunizados -o aquellos que dieron negativo en la prueba- ingresar a conciertos, juegos de béisbol y otros campos deportivos.

Pero este mes, el estado anunció pautas de reapertura para eventos en vivo en espacios interiores que brindan a las empresas un incentivo para exigir dicha prueba a los poseedores de boletos. Las compañías pueden realizar eventos más importantes cuando verifican cualquiera de las salvaguardas.

“Por supuesto, es una forma de pasaporte de vacuna”, expresó el Dr. John Swartzberg, un experto en condiciones infecciosas, de UC Berkeley. Que California no haya adoptado la medida no es sorprendente, añadió el médico.

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“Lo que está sucediendo con los pasaportes de vacunas es lo mismo que ocurrió con las mascarillas”, señaló Swartzberg. “Se ha politizado. Y eso es realmente lamentable”.

Mientras la pandemia continúe, los requisitos de vacunación de los empleadores, universidades y otros de California probablemente aumentarán, particularmente una vez que las vacunas puedan obtenerse fácilmente y éstas cuenten con la aprobación formal del gobierno federal. Las empresas privadas y las instituciones médicas y educativas ya están trabajando para producir un pase -similar a una tarjeta de embarque de una aerolínea- que podría utilizarse de forma digital o impresa.

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“La idea de la verificación de vacunas es muy antigua”, reconoció el Dr. Christopher A. Longhurst, profesor de pediatría y director de información de UC San Diego Health.

Numerosos países exigen que los viajeros lleven “tarjetas amarillas” que verifican la vacunación contra la fiebre amarilla u otras enfermedades. En Estados Unidos, desde hace mucho tiempo se exige que los niños estén vacunados para asistir a escuelas y campamentos.

“Lo que es nuevo y diferente, y lo que asusta a algunas personas, es la idea de la verificación de la vacuna no para el empleo o la inscripción escolar, sino para las actividades diarias”, reconoció Longhurst. “Se necesitará mostrar esa evidencia con más frecuencia”.

Un profesor de derecho constitucional de UCLA, Eugene Volokh, consideró que un registro tal podría haber generado menos oposición si no se hubiera denominado ‘pasaporte’, que es un documento emitido por el gobierno y “hace que parezca que el gobierno está controlando sus movimientos”. “Las enfermedades transmisibles crean un imperativo especial que autoriza cosas sobre las que, de otro modo, la gente podría mostrarse escéptica”, expresó el docente, uno de los muchos académicos legales que afirma que tales pases son constitucionales. Aún así, dijo, no es sorprendente que los sistemas de verificación puedan preocupar a algunos. “Simplemente no es algo ‘estadounidense’ que le digan de forma constante: ‘Sus papeles, por favor’”, añadió.

Longhurst y la UC San Diego están trabajando con un grupo llamado Vaccination Credential Initiative, que desarrolla un sistema para producir copias confiables y verificables de los registros de vacunación contra el COVID-19 en formato digital o en papel.

El hecho de que estos pases se utilicen de forma generalizada dependerá en parte de la salud pública y de las inclinaciones políticas. En lugares donde la mayoría de las personas están vacunadas y los niveles de virus son bajos, podría no tener sentido, estableció Longhurst.

“Esto realmente será impulsado por el mercado”, comentó. El gobierno de Estados Unidos “no va a exigir pasaportes de vacunas; eso es muy claro. Pero otros lo requerirán, sin duda alguna”, particularmente para viajes internacionales, dijo. Israel ya tiene un sólido sistema de pasaportes de vacunas.

En EE.UU, agregó, tomará al menos dos o tres meses más antes de que se desarrolle un estándar técnico viable para los pases sanitarios.

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El Dr. Robert Wachter, profesor y presidente del Departamento de Medicina de la UC San Francisco, anticipó que eventualmente se exigiría una prueba de vacunación para viajar o asistir a ciertos eventos. “Si pensaban que las mascarillas eran una papa caliente”, dijo, “esperen a esto”.

Wachter se ha vacunado por completo, pero aún así prefiere no comer en el interior de un restaurante, porque las dosis no son infalibles. Si un restaurante se asegurara de que todos sus empleados y clientes estuvieran vacunados, agregó, lo visitaría “sin dudas”.

Swartzberg manifestó que pagaría una prima por volar en una aerolínea que exija a los viajeros comprobar su inmunización contra el COVID-19. “Si conociera una tienda que diga que las personas que entran allí deben estar vacunadas, la preferiría a otras”, reconoció.

La película de 2011 “Contagion” mostró los pasaportes de vacunas de manera profética, comentó Longhurst, quien también se desempeña como director médico asociado de calidad y seguridad en UC San Diego Health. La cinta trata sobre un virus mortal que se propaga por todo el mundo. En las escenas, los estadounidenses tienen que usar muñequeras que prueben su vacunación para ingresar a las tiendas.

En la vida real, Estados Unidos ha realizado campañas de verificación de vacunas para frenar los brotes de viruela. A principios del siglo XX, en algunos lugares se requería un comprobante de vacunación para ingresar al trabajo y la escuela, viajar en tren e incluso asistir a los teatros. Los funcionarios de salud a menudo exigían ver la cicatriz de la vacunación, en lugar de confiar en certificaciones que podían falsificarse.

Algunas ciudades crearon escuadrones antivirus, que iban de puerta en puerta para verificar el estado de inmunización de las personas, comentó Michael Willrich, profesor de historia en la Universidad de Brandeis. Quienes se negaban a vacunarse exponían parte de su piel al ácido nítrico, lo cual creaba una cicatriz del tamaño de una moneda de cinco centavos, similar a la marca dejada por la vacuna.

En 1905, la Corte Suprema ratificó las leyes estatales que exigen la vacunación contra las enfermedades transmisibles. En un fallo por 7-2, el juez John Marshall Harlan escribió que “los derechos del individuo... a veces, bajo la presión de grandes peligros, pueden ser sometidos a tal restricción, para ser controlados por regulaciones razonables, como la seguridad del público en general puede exigir”.

Según los expertos legales, los estados tienen la libertad de exigir pasaportes de vacunas o de prohibirlos en sus jurisdicciones, y la lucha política ya ha comenzado. Los gobernadores conservadores de Texas y Florida los han prohibido, argumentando que las tarjetas de vacunación son registros médicos personales que no deberían ser revelados. El liberal Nueva York autorizó un “Excelsior Pass” para probar la vacunación o un resultado negativo de la prueba para ingresar al Madison Square Garden, a bodas grandes y presentaciones en vivo.

En California, el asambleísta Kevin Kiley (R-Rocklin) redactó un proyecto de ley para prohibir dichos pases “como condición para recibir cualquier servicio o ingresar a cualquier lugar”. Es poco probable que la legislación avance en la Asamblea estatal y el Senado, ambos controlados por demócratas.

El Dr. Mark Ghaly, secretario de salud y servicios humanos del estado, no considera las pautas de California para reabrir lugares cerrados como un pasaporte de vacunación. Un sistema de pases tendría que diseñarse cuidadosamente para proteger la privacidad y garantizar la equidad, añadió. “Estamos trabajando para determinar si tiene sentido en los lugares de mayor riesgo (ambientes grandes, interiores, de mezcla aleatoria de gente), donde podría existir la expectativa de verificación de vacunas o pruebas”, comentó Ghaly en una entrevista.

Las nuevas reglas estatales varían según el lugar que ocupe un condado en el nivel de riesgo codificado por colores del estado. En el nivel naranja, en el que la propagación del virus es moderada, la capacidad de los lugares cerrados se limitará al 15% o 200 personas. Pero si el operador del sitio exige una prueba de vacunación o un examen negativo, el lugar puede duplicar la capacidad hasta el 35%.

Según las reglas, los teatros, las salas de música y otros lugares cerrados tendrán que decidir si reabrir sus puertas con una capacidad limitada tiene sentido financiero y si quieren arriesgarse a las críticas de los clientes que se opongan a la verificación de inmunización o pruebas. Puede que eso no sea un problema en las áreas urbanas que apoyan las vacunas, pero podría plantear dilemas para las empresas en las partes “más reacias” del estado, donde la oposición a los pasaportes de vacunas es alta y relativamente menos personas han sido vacunadas.

Varias universidades de todo el país planean exigir que los estudiantes se vacunen para regresar al campus en el otoño. El sistema de la Universidad de California (UC), que el año pasado le exigió a todos los alumnos y al personal vacunarse contra la gripe, aún debe decidir si exige una inoculación contra el COVID-19.

El sistema de la Universidad Estatal de California (USC) no exigirá las vacunas, al menos hasta que éstas obtengan la aprobación formal de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), aunque algunos campus pueden requerir que los atletas y los residentes de los dormitorios se las apliquen, anticipó el vocero Mike Uhlenkamp.

San Francisco, que manejó de manera conservadora la pandemia, permitió a los fanáticos asistir a los juegos de los Giants este mes después de que el equipo acordó exigir a los mayores de 12 años la presentación de una prueba de vacunación o resultado negativo del examen. Aproximadamente 7.300 aficionados asistieron al juego inaugural del equipo como local, en Oracle Park, cerca de los casi 8.000 permitidos por los funcionarios de salud.

Julie Elliott, de 46 años, maestra y fanática de los Giants, elogió el protocolo de seguridad. “Es respetuoso con los demás aficionados y con los jugadores y sus familias”, comentó. Elliott se ha vacunado, pero su hija de 14 años aún no es elegible y tendría que hacerse la prueba para ingresar al lugar. “No me impediría llevarla a un juego”, manifestó la mujer.

Los Golden State Warriors, siguiendo las reglas de San Francisco, también pedirán a los asistentes que muestren un examen negativo o certificado de vacunación para ingresar a sus estadios. “Sabemos que gran parte de lo que hace especial a San Francisco son los espectáculos en vivo y los eventos donde la gente puede reunirse para presentaciones musicales, deportivas, culturales y las graduaciones”, afirmó la alcaldesa, London Breed, en un comunicado. “Estamos emocionados por dar este paso y por lo que nos espera, pero todos debemos seguir haciendo nuestra parte para poner la seguridad en primer término”.

Luke Money, reportero de planta de The Times, contribuyó con este artículo.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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