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Análisis de noticias: Quien supla a la jueza Ginsburg podría presionar a la Corte Suprema para poner fin al aborto y a Obamacare

The exterior of the Supreme Court, which faces a potential historic realignment after Ruth Bader Ginsburg's death.
El máximo tribunal se enfrenta a un posible realineamiento histórico tras la muerte de Ruth Bader Ginsburg.
(Associated Press)

Los demócratas podrían ganar las elecciones y perder la Corte Suprema por una generación

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La muerte de la jueza liberal Ruth Bader Ginsburg podría permitir a los conservadores legales tomar el control total de la Corte Suprema durante una década o más, imponiendo un giro histórico hacia la derecha con vastas implicaciones para la jurisprudencia estadounidense y la sociedad en general.

Un tribunal conservador podría usar su mayoría para anular el fallo de Roe vs. Wade, que garantiza el derecho de la mujer al aborto, y anular Obamacare y su promesa de seguro médico para millones de individuos, incluidos aquellos con condiciones preexistentes.

Es probable que un tribunal más conservador derogue las leyes de acción afirmativa y muchas regulaciones actuales sobre el control de armas, incluidas las normas de California que limitan la portación en público o restringen la venta de rifles semiautomáticos.

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Después de décadas de frecuentes decisiones por 5-4 que mantuvieron un equilibrio relativo en las sentencias de los principales tribunales, una mayoría conservadora decisiva de 6-3 también podría interponerse en futuras legislaciones progresistas del Congreso.

El presidente Trump anticipó este sábado que espera nominar a un nuevo magistrado la próxima semana para suceder a Ginsburg, e indicó que sería otra mujer. Predijo que las necesarias audiencias del Senado y la votación de confirmación se realizarán “muy rápido”, aunque no ofreció un cronograma específico.

Si los demócratas obtienen grandes victorias en noviembre y se quedan con el Senado, es probable que sigan adelante en el Congreso con propuestas para expandir los programas sociales y aplicar nuevos impuestos y regulaciones a las corporaciones y los ricos.

Pero incluso si estas medidas se convierten en ley, enfrentarán desafíos legales por parte de la derecha.

En el pasado, a menudo se decía que el futuro de la Corte Suprema dependía del resultado de las elecciones presidenciales. El ganador de la Casa Blanca tendría cuatro años para llenar los asientos vacantes en el recinto.

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Pero en este año de elecciones presidenciales, los conservadores podrían estar seguros en el tribunal superior durante una generación, incluso si Trump es derrotado por el candidato demócrata, Joe Biden.

El resultado dependerá de si los republicanos del Senado se alinearán con el líder de la mayoría, Mitch McConnell (R-Kentucky) para confirmar a un jurista conservador antes de fin de año. Ello no está garantizado, pero Trump espera hacerlo realidad.

El tribunal superior ahora tiene cinco designados republicanos que se inclinan hacia la derecha, y parece probable que ninguno de ellos se retire pronto. El más joven, el juez Neil M. Gorsuch, tiene 53 años, y el mayor, el juez Clarence Thomas, 72.

Los liberales respiraron más tranquilos este verano cuando el presidente del Tribunal Supremo John G. Roberts Jr., de 65 años, se unió a Ginsburg y los otros liberales de la corte para derogar una ley de aborto en Louisiana, bloquear la derogación de Trump del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) para los inmigrantes jóvenes conocidos como Dreamers y defender los derechos de los empleados LGBTQ.

Al hacerlo, el presidente del Tribunal Supremo envió el mensaje de que quería llevar a la Corte por un camino intermedio y evitar un giro brusco a la derecha.

Eso significó que el retiro del juez moderado Anthony M. Kennedy, en julio de 2018, y la confirmación del Senado tres meses después del juez más conservador, Brett M. Kavanaugh, de 55 años, tuvieron poco impacto en la dirección del tribunal hasta ahora.

Pero si Trump puede reemplazar a la liberal Ginsburg con una jurista sólidamente conservadora de unos 40 años, la corte tendría cinco votos conservadores confiables sin el líder del Tribunal Supremo.

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Eso arrojaría dudas sobre el futuro de Roe vs. Wade, el fallo sobre el aborto que ha sido un objetivo del movimiento legal conservador desde la década de 1980.

Al menos media docena de estados liderados por republicanos adoptaron leyes para prohibir algunos o casi todos los procedimientos de interrupción del embarazo, con la esperanza de obligar a la Corte Suprema más conservadora a reconsiderar su precedente.

Hasta ahora esas normas han sido derogadas o suspendidas, pero eso podría cambiar en cualquier momento.

Trump también ha puesto a docenas de nuevos conservadores en los tribunales de apelaciones de Estados Unidos, incluso en el sur y el medio oeste. Si uno de esos tribunales mantuviera una prohibición estatal del aborto, enviaría el asunto a la Corte Suprema y obligaría a los magistrados a decidir si defender o anular el derecho al aborto.

La muerte de Ginsburg también suscita nuevas dudas sobre el futuro de la Ley de Cuidados de Salud Asequibles, u Obamacare, la legislación social de mayor alcance en una generación. Los conservadores del tribunal superior se quedaron a un voto de distancia de derogarla, en 2012.

El 10 de noviembre, una semana después de las elecciones, los magistrados tienen previsto escuchar un desafío constitucional a la norma, que era ampliamente considerado como una posibilidad remota.

Un juez conservador en Texas y un fallo de la corte de apelaciones por 2-1 en Nueva Orleans adoptaron la noción de que la ley en su totalidad puede ser anulada por inconstitucional porque el Congreso votó en 2017 para eliminar la pena por no contar con un seguro.

Esto fue considerado una victoria por los conservadores, incluido Trump, porque efectivamente puso fin al muy disputado “mandato” de contar con cobertura.

Los querellantes, incluidos los abogados de Trump, argumentan que el mandato era crucial para la ley y que todo, incluidas las protecciones para las personas con condiciones preexistentes, debe ser descartado con ella.

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El caso se llama California vs. Texas porque el procurador general del Estado Dorado, Xavier Becerra, está al frente de la defensa de la norma para los estados azules. La administración Trump se ha puesto del lado de los retadores, los estados rojos liderados por Texas.

Hasta el viernes, ese desafío parecía muy dudoso, ya que el presidente del Tribunal Supremo, Roberts, y los cuatro jueces liberales habían votado dos veces para defender la norma. Pero la muerte de Ginsburg podría llevar a una división de 4-4, lo cual tendría el efecto de mantener el fallo del tribunal inferior.

Una corte más conservadora probablemente también apunte a revertir algunas leyes de control de armas.

Durante la última década, el tribunal superior ha dicho que los estadounidenses tienen derecho a tener un arma en casa para defenderse, pero los magistrados se han negado a ir más allá y escuchar los desafíos vinculados con la Segunda Enmienda de leyes de California y otros lugares, que limitan la portación en público o restringen la venta de rifles semiautomáticos.

Cuatro de los jueces conservadores señalaron que les gustaría escuchar desafíos a esas leyes, pero Roberts se ha negado.

Un tribunal conservador fortalecido también podría poner en peligro las políticas de acción afirmativa en los colegios y universidades de todo el país. Esto se produce mientras los votantes de California sopesan la Propuesta 16 y deciden si derogan la prohibición estatal de 1996 sobre la acción afirmativa.

Roberts ha creído durante mucho tiempo que el gobierno no puede utilizar la raza como factor para otorgar beneficios o tomar otras decisiones, incluido el trazado de distritos electorales. Sin embargo, no logró una mayoría para esa opinión.

En 2016, poco después de que falleció el juez Antonin Scalia, Kennedy se unió a los jueces liberales para defender una política de acción afirmativa en la Universidad de Texas. Esa derrota no puso fin a la batalla. Los mismos contendientes que demandaron a Texas iniciaron una acción contra la Universidad de Harvard, alegando que su oficina de admisiones discrimina regularmente a los solicitantes asiáticoamericanos.

Independientemente del resultado en los tribunales federales de Boston, ese caso será apelado ante el Tribunal Supremo, lo cual dará a los conservadores de la Corte otra oportunidad para anular la acción afirmativa.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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