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En plena amenaza del coronavirus, el presidente de México confía en sus amuletos de la suerte

Mexico coronavirus
Misa dominical en la Catedral Metropolitana de Guadalajara, en México, el 15 de marzo de 2020.
(AFP/Getty Images)
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En las últimas semanas, mientras los vecinos de México, de norte a sur, restringieron los viajes aéreos y cerraron escuelas y negocios para frenar la propagación del coronavirus, el presidente de ese país, Andrés Manuel López Obrador, retrató a su nación como si estuviera al margen de la crisis sanitaria mundial.

“Las pandemias... no nos harán nada”, afirmó el lunes al acusar a los medios de comunicación y sus opositores políticos de exagerar la amenaza del virus.

El mandatario se negó a cerrar sus fronteras o prohibir los viajes desde países particularmente afectados, y ha ignorado descaradamente las recomendaciones de su propio viceministro de salud, de que los mexicanos se abstengan de saludarse de la forma habitual, con un abrazo y un beso.

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En un gran acto, durante el fin de semana, López Obrador se dirigió con orgullo a la multitud, besó a los niños y abrazó a sus seguidores. También hizo un espectáculo al agitar las ofertas de gel antibacteriano. Y el miércoles, antes de presentarse en otro gran evento, exhibió una colección de amuletos de buena suerte que lleva consigo, incluidos escapularios católicos y un billete de $2 dólares de Estados Unidos. “Son mis guardaespaldas”, dijo, sonriendo.

El presidente mexicano se mantuvo desafiante incluso cuando el peso cae a un mínimo histórico en medio de las crecientes preocupaciones sobre el impacto del virus y los elevados temores de una recesión global.

Su postura generó comparaciones con la del presidente Trump, quien durante semanas minimizó el riesgo de coronavirus en Estados Unidos, así como con el líder brasileño Jair Bolsonaro, quien recientemente descartó tomar medidas extremas para contener la enfermedad y la calificó de “histeria”.

También desató una ola de críticas a López Obrador, un populista de izquierda que fue elegido por abrumadora mayoría en 2018. “Su irresponsabilidad es casi criminal”, escribió el lunes el analista político mexicano Jesús Silva-Herzog Márquez, en una columna en el periódico Milenio.

En los últimos días, México ha tomado varias medidas para frenar la propagación de la enfermedad, incluida la suspensión de la liga nacional de fútbol del país y el cierre de escuelas por un mes, a partir del lunes. Algunos estados fueron aún más allá, e impusieron antes el alto en las clases e instaron a los residentes a quedarse en casa.

Sin embargo, México se negó a limitar los viajes, incluso desde países con brotes importantes, una medida que los altos funcionarios reconocen es, en parte, para proteger al importante sector turístico del país, que representa más del 8% del PIB. Más aún, México no realiza hasta el momento exámenes de salud exhaustivos de los viajeros que llegan.

Los epidemiólogos advierten que se necesitan medidas más audaces y rápidas. México informó sólo 118 casos de COVID-19 confirmados, todos en personas que recientemente viajaron fuera del país o entraron en contacto directo con alguien que lo había hecho. El miércoles, registró su primera muerte por el virus: un hombre que sufría de diabetes y que mostró síntomas por primera vez el 9 de marzo. Las autoridades dicen que el país aún se encuentra en la Fase 1 de la pandemia, lo cual significa que no ha habido casos de transmisión comunitaria.

Pero los expertos afirman que el fracaso del gobierno en realizar pruebas generalizadas hace imposible concluir que el virus no se ha propagado dentro de México.

Alejandro Macías, ex funcionario federal de salud y especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Guanajuato, afirmó que es “muy probable” que México ya tenga transmisión comunitaria. “Así es como el virus ha actuado en todo el mundo, y no hay razón para pensar que debería comportarse de manera diferente aquí”, remarcó.

Señaló también que el número de casos se ha intensificado rápidamente, de sólo siete el 9 de marzo pasado, y aseguró que las autoridades sanitarias han presionado en privado para realizar pruebas más exhaustivas. “Pero están atrapados en una situación difícil, con pocos recursos”, observó.

Además, criticó a López Obrador por no dedicar más recursos para combatir el virus y por minimizar su riesgo. “No tiene la capacitación para opinar sobre una epidemia”, remarcó Macías.

Los expertos en salud de todo el mundo han advertido sobre la capacidad limitada de los hospitales para tratar a un gran número de pacientes que han caído en estado crítico por el virus.

Esas preocupaciones se magnifican en México, donde el sistema de salud está experimentando una transición importante. Desde que asumió el cargo, con el compromiso de luchar contra la corrupción, López Obrador recortó los fondos para la atención médica, exigió cambios en la forma en que los hospitales compran medicamentos y suministros médicos y comenzó a reemplazar el sistema de seguros de larga data del país por la atención médica universal.

El gobierno afirmó esta semana que reservó unos $150 millones de dólares para la compra de suministros médicos adicionales para poder tratar a los pacientes de un brote.

Con base en la experiencia de China, los funcionarios de salud estimaron esta semana que hasta 250.656 mexicanos podrían contraer la enfermedad, y 10.528 requieren cuidados intensivos en el hospital. No publicaron estimaciones de cuántos de ellos morirían.

Las autoridades chinas recurrieron a medidas drásticas para contener el virus, como bloquear todos los accesos a Wuhan y otras ciudades de la provincia de Hubei, en un esfuerzo por poner en cuarentena el epicentro del brote. Las autoridades mexicanas no han dicho si están dispuestos a emplear tales técnicas.

Los mexicanos saben bien que exigir el cierre de negocios y escuelas conlleva grandes costos. Durante la epidemia de gripe porcina en 2009, que se originó aquí, las autoridades clausuraron escuelas, empresas y otros aspectos de la vida cotidiana en la capital y otras partes del país.

La enfermedad se contuvo en semanas, pero la interrupción económica persistió. La economía de México se redujo un 5% ese año.

Más allá de aumentar el gasto en suministros promedio, López Obrador no ha propuesto ninguna medida financiera importante para apuntalar la economía del país.

El peso cayó a 24.30 por dólar el miércoles, su peor desempeño en la historia. El valor de la moneda mexicana se desplomó casi un 30% desde el mes pasado -cuando se negociaba a 18 por dólar- en medio de las crecientes preocupaciones sobre el coronavirus.

México ya mostraba un crecimiento casi plano antes del brote actual, que provocó la caída de los precios del petróleo, un colapso en el turismo mundial y una desaceleración de la economía estadounidense.

México está profundamente conectado con la economía de EE.UU (envía el 80% de sus exportaciones a ese país) y es probable que esté camino a una recesión, observaron analistas.

“Es difícil ver cómo, en estas circunstancias, la economía mexicana no caería en una recesión significativa en la primera mitad de 2020”, señaló un informe del 17 de marzo de Monarch Global Strategies, que aconseja a las empresas en el comercio transfronterizo.

El reporte sugirió que el daño a la economía de México podría ser peor que el impacto del virus en sí. “Si bien el gobierno de ese país está comenzando a centrarse en los aspectos de salud de la crisis, parece no preocuparse por el tsunami económico que se avecina”, indicó.

Cecilia Sánchez, en la corresponsalía de The Times en Ciudad de México, contribuyó con este artículo.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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