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Comentario: ¿Harto ya de las audiencias por el juicio político? Eso es exactamente lo que los republicanos quieren

State Department official George Kent, left, and U.S. diplomat in Ukraine William Taylor testified Nov. 13 in President Trump's impeachment hearings.
El funcionario del Departamento de Estado George Kent, a la izquierda, y el diplomático estadounidense en Ucrania, William Taylor, testifican el 13 de noviembre en las audiencias de juicio político del presidente Trump.
(J. Scott Applewhite / Associated Press)

Los republicanos del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes pasaron el miércoles confundiendo el testimonio convincente de dos testigos y frustrando a los espectadores. Eso fue estructurado.

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La investigación de juicio político tenía sólo unas pocas horas cuando incluso los más fanáticos de la política comenzaron a desconectarse. Habían leído fervientemente sobre las declaraciones a puerta cerrada y toneladas de transcripciones escaneadas, pero se retiraron del tema cuando las audiencias de la Cámara llegaron a sus salas de estar y oficinas, a sus televisores y radios de automóviles, cuando el procedimiento comenzó, este miércoles por la mañana. “No puedo ver esto”, afirmó alguien por teléfono. “Me está enfermando”, dijo otra persona por mensaje de texto, acompañado las palabras con el emoji del vómito.

No estaban solos. Las cámaras como eco en las redes sociales reverberaron con sentimientos similares tanto de izquierda como de derecha. Tres años de vueltas divisivas, “hechos alternativos” y prepotencia partidista habían embotado sus sentidos, amortiguado su indignación y colmado su paciencia.

Ahora estaban simplemente... cansados. Y cuando se trata de autopreservarse versus presenciar la historia, bueno, ¿no fueron Clinton y Nixon recientemente enjuiciados?

Demócratas y republicanos alzaron las espadas desde el minuto uno de la primera batalla pública en el Congreso sobre un posible juicio político contra el presidente, Donald Trump, concebida por los conservadores como una “obra teatral” que pretende dañar la imagen del mandatario.

Nov. 13, 2019

Las náuseas colectivas no son un misterio. Los estadounidenses acostumbrados a calmar (o avivar) sus temores con noticias saneadas en su medio de preferencia quedaron expuestos al argumento de la oposición, sin filtrar por Sean Hannity y Rachel Maddow. Fue muy chocante.

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Pero las audiencias del miércoles también representaron el cuarto intento formal para destituir a un presidente estadounidense desde que se estableció el cargo, la primera audiencia pública sobre la investigación de juicio político al presidente Trump, y quizá la única vez que la “crisis constitucional” pareció “lo mismo de siempre”.

Después de todo, la disputa, la maleficencia, el señalar con el dedo y las mentiras son los principales bienes de Washington, y estamos en una economía de superabundancia, todavía vadeando por la angustia residual de las audiencias del Senado sobre la nominación de Brett Kavanaugh para la Corte Suprema, el testimonio del fiscal especial Robert S. Mueller III, cada conferencia de prensa de la Casa Blanca desde febrero de 2017 y todo lo que tuvo lugar durante el fin de semana y los tres años anteriores.

Los demócratas tratan de hacer frente a los precios de los medicamentos recetados y esperan un socio negociador en la Casa Blanca.

Sep. 20, 2019

El miércoles parecía que sería más de lo mismo cuando William Taylor, el principal diplomático estadounidense en Ucrania, y George Kent, un alto funcionario del Departamento de Estado a cargo de la política de Ucrania, testificaron ante el Comité de Inteligencia de la Cámara. El tema principal fue el supuesto quid pro quo en la llamada de Trump con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, en la que el estadounidense le pidió un favor personal (datos sucios sobre Joe Biden y su hijo) a su par ucraniano, mientras retenía la ayuda militar para esa nación.

Aunque los demócratas recurrirían a los hechos, una vez más demostrarían ser maestros involuntarios del argumento demasiado complicado que deja a la mayoría de los votantes perdidos en los detalles. Los republicanos enterraron ingeniosamente esos hechos, luego los confundieron y socavaron, una estrategia destinada a sembrar dudas y frustración, y a hacer que los mismos votantes se desconecten del tema.

Y eso es exactamente lo que pasó. Pero sucedió algo gracioso en el camino de enturbiar las aguas.

Taylor, diplomático profesional y veterano de Vietnam, inició el proceso con una declaración de apertura convincente, de 41 minutos de duración, que contextualizó y conectó el papel de Rusia en Ucrania, la difícil situación de los ucranianos y la importancia crítica de la relación de Estados Unidos con esa nación, con la llamada telefónica de Trump.

William B. Taylor Jr., el principal diplomático estadounidense en Ucrania, llega el martes al Capitolio para testificar en las audiencias de juicio político contra Trump.

Oct. 25, 2019

Explicó que “parecía haber dos canales de formulación e implementación de políticas estadounidenses, uno regular y otro altamente irregular”. El canal “irregular” incluía la participación del abogado personal de Trump, Rudolph W. Giuliani, y el jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Mick Mulvaney. Y el canal “irregular”, expuso Taylor, era “contrario a los objetivos de la política estadounidense de larga data”.

Kent, quien supervisó los asuntos europeos y euroasiáticos con un profundo conocimiento de la relación entre EE.UU y Ucrania, explicó paso a paso por qué las afirmaciones del partido republicano, de que Trump intentaba combatir la corrupción en Ucrania con la ahora infame llamada telefónica, no estaban en línea con ningún tipo de operación que hubiera reconocido o presenciado como veterano diplomático.

El partido republicano, por supuesto, tenía a mano una ofensiva indignada. El representante Devin Nunes defendió a Trump y desestimó la investigación como una “actuación teatral”. Pero luego prácticamente se puso una peluca y calzas al estilo Shakespeare cuando proclamó: “Este espectáculo está causando un gran daño a nuestro país... No es más que un proceso de juicio político en busca de un delito”.

Otros republicanos en el comité trataron de desacreditar a Taylor, indirectamente llamándolo un cómplice de los demócratas, un estadista de bajo nivel sin poder, incluso un mentiroso; la lógica (de pacotilla) es que nunca se había reunido con Trump, y por lo tanto no estaba en condiciones de hablar sobre la llamada telefónica.

El representante Jim “el actor” Jordan trató de confundir a Taylor y a todos los demás al mezclar los hechos y mencionar varios nombres de jugadores que escucharon o fueron informados de la llamada telefónica. “¡Tenemos seis personas!”, gritó. “He visto cadenas de oración en la iglesia que resultaban menos confusas que esto”. También hubo gritos incrédulos acerca de “revelar al denunciante”, alusiones a teorías de conspiración que involucran a Hillary Clinton, incluso menciones a un objetivo aleatorio y villano eterno, Barack Obama.

¿Qué llamada telefónica?

Si todos estos factores contribuyentes, sin embargo, no lograron desviar la atención sobre Trump y los conocidos agujeros negros, ello fue gracias a Taylor, quien permaneció tranquilo con sus gafas y su discreta corbata verde cuando se le pidió una y otra vez que confirmara los detalles de su testimonio a puerta cerrada. También lanzó una bomba cuando dijo que un asistente le contó que había escuchado a Trump presionar a Gordon Sondland, embajador de Estados Unidos en la Unión Europea, sobre “las investigaciones” -es decir, sobre los Biden- el día después de la llamada de Zelensky.

Trump, quien el miércoles realizaba una conferencia de prensa con el presidente turco, declaró que no quería ver las audiencias, pero sabía que eran una “caza de brujas”, “una farsa”, “un engaño”. ‘Cortina de humo’ hubiera sido una mejor analogía para la estrategia republicana.

Pero, como demostraron Taylor y Kent, todavía es posible que prevalezcan las cabezas frías en la olla a presión de Washington. Nuestro trabajo cuando los testimonios se reanuden, el viernes, será mantenernos enfocados en la señal -no en el ruido-, incluso si esto nos genera algunas náuseas.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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