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¿Spotify paga a los artistas una tarifa justa? Esto es lo que dicen los músicos, los managers y Apple Music

Manifestantes frente a las oficinas de Spotify en el centro de Los Ángeles el 15 de marzo.
Manifestantes frente a las oficinas de Spotify en el centro de Los Ángeles el 15 de marzo.
(Joel Jerome)
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Frustrados por lo que consideran una injusticia, el mes pasado un grupo de músicos independientes que han soportado un año sin ingresos por actuaciones en vivo iniciaron una serie de protestas denominadas “Justicia en Spotify” en las oficinas de la plataforma de streaming de música en todo el mundo.

Armados con pancartas, altavoces y una serie de demandas, en Los Ángeles unas cuantas docenas de simpatizantes del recién creado Sindicato de Músicos y Trabajadores Afines se dirigieron a las oficinas de Spotify en el Distrito de las Artes del centro de la ciudad.

Julia Holter, cantante, compositora de canciones y de películas, ayudó a liderar la protesta local. “Esto afecta a todo el mundo, y eso es algo que muchos músicos no saben porque no prestan atención a Spotify”, dijo.

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Después de reunirse cerca de la entrada, Holter comenzó a leer sus demandas: entre ellas, aumentar los pagos a los titulares de derechos a un centavo por transmisión, del promedio actual de entre un tercio y medio centavo, y ofrecer más transparencia a los músicos. Mientras lo hacía, un oficial de policía interrumpió para decir a los miembros del grupo que debían alejarse de la entrada de Spotify.

“Es accesible, pero es propiedad privada”, explicó Holter, una descripción que también podría aplicarse a la propia plataforma.

La protesta de los músicos se produjo después de que el fundador y director ejecutivo de Spotify, Daniel Ek, comentara en 2020 que “algunos artistas a los que les iba bien en el pasado puede que no les vaya bien en este panorama futuro, en el que no se puede grabar música una vez cada tres o cuatro años y pensar que eso va a ser suficiente”.

Julia Holter.
(Robin Little/Redferns)

No hace falta decir que una gran cantidad de artistas independientes no apreciaron los consejos profesionales de un ejecutivo que acumuló su riqueza de casi 5.000 millones de dólares monetizando su arte.

Spotify es propiedad, en parte, de Universal Music Group, Sony Music Entertainment y Warner Music, cuyo crecimiento continuo está ligado al éxito del gigante del streaming. En 2020, los ingresos globales de la música aumentaron un 9.2% con respecto a 2019, hasta los 12.200 millones de dólares, y el streaming representó el 83% de los ingresos por música grabada en Estados Unidos, según el informe de fin de año de la Asociación de la Industria Discográfica de EE.UU. En febrero, las acciones de Spotify alcanzaron un máximo histórico al llegar a los $387 por acción, lo que valoró a la compañía en más de 72.000 millones de dólares. Como señaló Billboard, esa valoración es aproximadamente el doble de la del mayor proveedor de Spotify, Universal Music. El precio de las acciones de Spotify ha subido más de un 150% en el último año.

Damon Krukowski, escritor, defensor de los artistas y antiguo batería de Galaxie 500, dijo durante una reciente videollamada de Zoom con Holter que el Sindicato de Músicos y Trabajadores Afines nació de la necesidad. Para algunos, las reuniones comunales por video ofrecieron una oportunidad de conmiseración o apoyo. Para otros, fue una forma de canalizar la energía inquieta o de informarse sobre el negocio. “Solo hablábamos de lo que había que hacer”, dice Krukowski. “En ese momento, todo el mundo se está quedando sin trabajo, esencialmente, y no parecía que fuéramos a estar incluidos en ninguno de los planes de ayuda del gobierno”.

A medida que avanzaba la plática, surgió un tema con el que todos podían identificarse: lo que consideraban insignificantes cheques de regalías recibidos de Spotify, y la forma en que el sistema de recomendación algorítmica de la plataforma parecía manipulado en su contra y a favor de los artistas afiliados a los grandes sellos discográficos.

A mayor escala, el sindicato pretende “hacer frente a la desigualdad del poder corporativo en el entorno del streaming y tratar de solidarizarse con otros trabajadores comprometidos en esta lucha”.

Al menos un cantante y compositor multimillonario parece estar de acuerdo con su misión. “Creo que ahora es más difícil para los artistas, desafortunadamente. Es un porcentaje tan pequeño”, dijo Paul McCartney durante un reciente episodio del programa de la BBC Radio 4 “The Price of Song”.

El director ejecutivo de Spotify, Daniel Ek.
El director ejecutivo de Spotify, Daniel Ek.
(Don Emmert / AFP/Getty Images)

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En el primer trimestre de 2020, alrededor de 400 millones de personas en todo el mundo se suscribieron a uno o más servicios de streaming de música. Con una cuota de mercado estimada del 32%, Spotify es el servicio dominante; su competidor más cercano, Apple Music, tiene una cuota del 18%, según los datos de la empresa de seguimiento de medios Mldia Research.

Mark Mulligan, director general y analista de streaming en Mldia, ha seguido las protestas de Justicia en Spotify y la respuesta de Ek a las mismas, y tiene malas noticias para el Sindicato de Músicos y Trabajadores Afines. “No hay nada que se pueda hacer sobre el pago de regalías de streaming que haga que se parezca a un récord de ventas nuevamente”.

“El streaming funciona para los sellos discográficos”, dice Mulligan. “Funciona para los editores. Funciona si tienes miles o millones de canciones: todo suma”, expuso Mulligan. “Pero si solo tienes 20, 30 o 100 canciones, no. Necesitas una escala de catálogo para beneficiarte”.

El mánager de artistas Jonathan Daniel, un veterano de 40 años en la industria cuya empresa Crush Music representa a artistas como Sia, Courtney Love y Green Day, dice que muchos fans no entienden la ecuación del streaming, y que una cifra aparentemente impresionante como un millón de reproducciones en Spotify puede resultar confusa. “La gente ve un millón de reproducciones en Spotify y piensa que es mucho. No es nada”, dice. Míralo de esta manera, sugiere. “Un millón de segundos equivale a 11 días. Mil millones de segundos equivalen a 31 años y medio”. En Spotify, señala, un millón de transmisiones puede suponer unos pocos miles de dólares, mientras que mil millones de transmisiones probablemente signifiquen “20 millones de dólares repartidos entre la discográfica, el editor y el artista”.

“Los que realmente dominan el mundo del streaming ganan mucho dinero”, dice Daniel.

Incluso si Spotify duplicara sus pagos de regalías, ese aumento no supondría una gran diferencia para el artista o grupo promedio con unos pocos álbumes en su discografía, asegura Mulligan, analista de Mldia, que pone como ejemplo un acto que consigue un millón de reproducciones en Spotify en un año.

“Podrías esperar ganar entre $1.500 y $2.000 por un millón de transmisiones. Ahora digamos que son cuatro y que Spotify duplica sus regalías. Genial: ahora son $4.000 a repartir entre cuatro personas. Puedes comprarte una guitarra nueva”.

Dice que hasta que se produjo la pandemia, la mayoría de los artistas habían aceptado el papel de Spotify y otros servicios de streaming en el ecosistema: era una herramienta promocional que atraía a los fanáticos que luego pagaban por boletos para verlos actuar.

“Lo que el streaming fue y volverá a ser, cuando la actuación en vivo se ponga en marcha, es esencialmente marketing por el que se les paga a los artistas”, dice. “Mientras solo tenga que desempeñar ese papel, todo está bien”.

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La protesta del Sindicato de Músicos y Trabajadores Afines se produjo después de un evento en línea de Spotify a finales de febrero llamado Stream On, en el que los ejecutivos anunciaron planes para ampliar su plataforma en más de 80 nuevos mercados, incluyendo muchas de las islas del Caribe, países africanos como Malí, Nigeria y Senegal, y partes de Oriente Medio, Europa del Este y Asia. Entre los creadores que aparecieron durante Stream On estaban J Balvin, Billie Eilish, Bruce Springsteen y Ava DuVernay.

También se produce en medio de la enorme ola de gastos de Spotify en el ámbito de los podcasts. En los últimos dos años ha adquirido la productora Gimlet y la plataforma de podcasts Anchor, ha firmado contratos de producción con el príncipe Harry y su esposa Meghan, la duquesa de Sussex, y con Barack y Michelle Obama, y ha invertido 100 millones de dólares en un acuerdo exclusivo con Joe Rogan. A diferencia de los derechos de la música, que no son propiedad de Spotify, sus inversiones en podcasts ofrecen un mayor rendimiento potencial y hacen que la empresa dependa menos de los titulares de derechos musicales.

Spotify ha intentado facilitar que los artistas se beneficien del servicio, agregando funciones como un frasco de propinas y la posibilidad de vender boletos y productos a través de la plataforma. De manera más controvertida, en 2020, Spotify lanzó una iniciativa que describió como una “tasa de regalías de grabación promocional” que reduce el pago de un artista por transmisión a cambio de un algoritmo que garantiza que la canción tenga más probabilidades de ser reproducida en los formatos de reproducción automática y radio de la plataforma.

Krukowski, defensor de los artistas, describe la oferta como un nuevo tipo de payola. “Están diciendo: ‘Mira, podemos manipular a los usuarios para aumentar tus reproducciones’. Es una confesión de la manipulación del comportamiento del consumidor a través del algoritmo, y son muy conscientes de ello”.

Bryan M. Johnson es el director de asociaciones con artistas y la industria de Spotify, y ha pasado los últimos meses supervisando el proyecto Loud & Clear. Califica la iniciativa como “una oportunidad para ofrecer cierta transparencia al artista sobre el funcionamiento de la economía del streaming”.

Cuando se le preguntó sobre las acusaciones de que su “tasa de regalías de grabación promocional” equivalía a una payola (los artistas sacrifican ingresos para conseguir más reproducciones), Johnson dice que, por el contrario, el programa permite a los artistas más pequeños sin dinero en el banco tener más voz en las canciones que quieren destacar en un momento dado.

“Los artistas y los sellos discográficos”, dice Johnson, “pueden identificar la música que es prioritaria para ellos y nuestro sistema añade una señal al algoritmo que determina las sesiones de escucha personalizadas, como la radio y la reproducción automática”. Y agrega: “Esto permite que nuestros algoritmos tengan en cuenta lo que es importante para el artista”.

El programa aún está en su fase beta, añade, y se aplica solo a sus formatos de radio y reproducción automática. La colocación en listas de reproducción queda fuera del ámbito de la iniciativa.

Para Holter, toda la discusión sobre las fracciones de centavos, la paridad y la payola, aunque crucial, es menos preocupante que el poder de Spotify y las posibles consecuencias para los músicos. “Hay una devaluación de la música”, dice.

“Para la gente creativa que acaba de empezar, me preocupa mucho que todo el mundo tenga que encajar en una mentalidad de lista de reproducción de Spotify. Me asusta”.

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