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Cómo se descubrió que una supuesta reserva de 39 millones de máscaras faciales era una estafa

Una enfermera protesta por la falta de equipo de protección personal disponible en el Centro Médico UCI en Orange.
(Mario Tama / Getty Images)
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Un poderoso sindicato de California que afirmó haber descubierto 39 millones de máscaras para trabajadores sanitarios que luchan contra el nuevo coronavirus fue engañado en una elaborada estafa descubierta por investigadores del FBI, afirmó la oficina del procurador de EE.UU.

Según el fiscal estadounidense Scott Brady, del Distrito Oeste de Pensilvania, los agentes y fiscales del FBI tropezaron con la cuestión mientras investigaban si podían interceptar las máscaras de la Agencia Federal de Manejo de Emergencias bajo la Ley de Producción de Defensa.

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El gobierno federal está incautando de forma sigilosa ciertos suministros en todo el país; toma los pedidos realizados por hospitales y clínicas y no informa públicamente hacia dónde se dirigen los productos.

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Pero en este caso, no había almacén ni máscaras para requisar.

Brady comentó que el sindicato y el empresario de Pittsburgh, a quien no quiso identificar, parecen estar entre una serie de intermediarios que fueron engañados.

El gremio y el hombre no están bajo investigación, remarcó el procurador. “Hay oportunistas que buscan alguna víctima”, consideró Brady.

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La promesa de 39 millones de máscaras se hizo pública por primera vez el 26 de marzo pasado, cuando el Sindicato Internacional de Empleados de Servicios-United Healthcare Workers West anunció que había encontrado el arsenal después de 48 horas de frenéticas llamadas telefónicas en busca de potenciales proveedores.

El anuncio del gremio, conocido como SEIU, fue ampliamente cubierto por los principales medios de comunicación y enumeró a varios sistemas hospitalarios y agencias gubernamentales como compradores.

En una conferencia de Facebook Live, el presidente del sindicato, Dave Regan, afirmó que el grupo había comprado con éxito las máscaras y que los trabajadores pronto las recibirían.

Kaiser Permanente hizo un pedido de seis millones de esos productos. Funcionarios de Sutter Health anticiparon que planeaban adquirir dos millones.

Los hospitales que no se sumaban al acuerdo fueron duramente criticados en línea. SEIU 121RN, el sindicato de enfermeras registradas del sur de California, inició una petición alegando que los hospitales que no participaban estaban “poniendo las ganancias” por encima de la seguridad.

Pero detrás de escena, el acuerdo fue rápidamente revelado y señaló un nuevo caso de mentiras y promesas falsas vinculadas con los ya escasos equipos médicos, a medida que las instalaciones de salud en California y otros lugares intentan prepararse para una avalancha de pacientes con COVID-19.

En los días posteriores al anuncio del acuerdo con SEIU, los empleados de Kaiser comenzaron a expresar su frustración porque no recibían las máscaras.

El 3 de abril, un portavoz de Kaiser Permanente le dijo a The Times que el vendedor “no había brindado información confiable, en reiteradas ocasiones, sobre dónde se podía verificar y seguir el envío”, lo cual provocó que Kaiser anulara la operación. El portavoz agregó que Kaiser coopera con la investigación federal.

Conforme el fiscal Brady, el empresario de Pittsburgh dijo a los investigadores que había comprado las máscaras a $3.50 cada una y que obtenía una “leve ganancia” en el acuerdo liderado por SEIU. El sindicato informó que el costo de cada una era de $5 y que SEIU no estaba ganando dinero. No queda claro si el intermediario de Pittsburgh tuvo la intención de obtener una ganancia total de $9 millones en la operación.

Las conexiones foráneas solicitaron un pago inicial del 40% y planeaban dar detalles a Kaiser sobre cómo reenviar ese pago en el último momento, agregó el procurador.

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En el proceso, el corredor australiano le dijo al intermediario en Pittsburgh que había dos millones de máscaras faciales en un almacén en Georgia y que el producto había sido inspeccionado por una compañía de certificación en particular.

Eso, remarcó Brady, “también fue parte de la artimaña”. No obstante, no hubo intercambio de dinero para finalizar el acuerdo comercial, agregó.

Para los expertos en la cadena de suministro global, corredores y proveedores dudosos han inundado el mercado con ofertas sospechosas, creando una atmósfera de confusión y desconfianza precisamente a medida que los hospitales intentan abastecerse de artículos necesarios para que médicos y enfermeros se protejan del nuevo coronavirus.

Steve Trossman, portavoz de SEIU-UHW, destacó que los funcionarios sindicales intentaban encontrar equipamiento para sus miembros y que el grupo no tenía ningún interés financiero en transacción alguna.

El sindicato sólo conectó al proveedor con los hospitales y no tuvo participación después de eso, añadió.

“Hasta donde sabíamos, tenía máscaras legítimas”, señaló Trossman sobre el proveedor, “y los compradores iban a examinarlas completamente, verificarlas y hacer lo debido”.

Trossman destacó que el sindicato “estaba tratando de salvar las vidas de los trabajadores de la salud y los pacientes”, y que sus funcionarios “están orgullosos de haber hecho ese intento”.

Brady sostuvo que los investigadores federales tuvieron razones para sospechar del acuerdo. Los 39 millones de máscaras se habían descrito como modelo N95, de 3M, el mayor fabricante estadounidense.

Pero 3M declaró a los investigadores federales que había fabricado sólo 20 millones de ese tipo el año pasado, por lo cual era improbable que hubiese una gran cantidad en existencia, a menos que el producto fuese falsificado.

“Creemos que interrumpimos una estafa”, comentó Brady. “Estamos viendo fraudes [con artículos de protección personal] de todo tipo, pero principalmente con respecto a las máscaras N95. El público está ansioso y los recursos están agotados”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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