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Miles de trabajadores de la salud son despedidos o suspendidos a medida que se propaga el coronavirus

El sistema Stanford Health Care está haciendo recortes generales debido a la restricción financiera por la pandemia.
(Al Seib / Los Angeles Times)
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Los trabajadores de la salud, defendidos como héroes por la crisis de COVID-19 y aplaudidos por arriesgar sus vidas para proteger a otros, se han visto especialmente afectados por las graves consecuencias económicas causadas por la pandemia.

En California, miles de enfermeras, médicos y otro personal de la salud han sido despedidos o suspendidos o han recibido un recorte salarial desde mediados de marzo.

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El dolor se ha sentido en general, desde las principales instalaciones como Stanford Health Care hasta los pequeños hospitales rurales y los médicos privados.

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En todo el país, según la estadística laboral federal, la pérdida de empleos en el sector de la salud ha sido superada sólo por la industria de restaurantes.

Los hospitales y consultorios médicos perdieron miles de millones en ingresos cuando cancelaron cirugías electivas y citas no urgentes para prepararse para un posible aumento de pacientes con COVID-19 y reducir la propagación del virus.

Los pacientes también comenzaron a programar menos citas y evitar el hospital, incluso para emergencias médicas, creando otro golpe para los proveedores que ya estaban sufriendo. Los expertos dicen que el aumento de la pandemia, en los lugares donde llegó, no fue suficiente para compensar las pérdidas.

La asistencia sanitaria estadounidense es un negocio, y la economía es simple: menos pacientes significa menos dinero.

Y aunque algunos hospitales de California están comenzando a programar cirugías electivas nuevamente, los expertos dicen que es poco probable que la industria de la salud se recupere de inmediato, ya que grandes sectores de la población ahora luchan para llegar a fin de mes y pueden continuar evitando o posponiendo la atención médica.

“Durante 35 años, las perspectivas laborales en la atención médica han sido excelentes”, dijo Glenn Melnick, un economista de salud de USC. “Esta vez, creo que va a tener que disminuir un poco” a medida que los hospitales y las clínicas aprendan a hacer frente a los menores ingresos “de forma permanente”.

Marvin O’Quinn, presidente y director de operaciones de CommonSpirit Health, describió la crisis financiera actual como “extraordinariamente severa”. CommonSpirit, que tiene hospitales y otros centros de atención en 21 estados y es la compañía matriz de Dignity Health, con sede en San Francisco, ha visto una caída de ingresos promedio de aproximadamente el 40%.

“Nunca había visto algo así”, aseguró O’Quinn. “La atención médica generalmente ha sido una entidad resistente incluso en medio de una depresión o recesión, porque no importa lo que esté sucediendo en la economía, las personas aún necesitan atención médica. Pero esta cosa afecta a todos”.

Durante los últimos cinco años, Lori Isham ha ayudado a los pacientes a prepararse y recuperarse de cirugías como enfermera preoperatoria en el Centro Médico Palomar en Escondido. Fue suspendida cuando todos los procedimientos electivos fueron cancelados en marzo. El miércoles, fue despedida permanentemente, junto con otros 316.

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Isham notó la ironía en los líderes estatales que convocan a miles de trabajadores de la salud para que se ofrezcan como voluntarios en la primera línea contra COVID-19, mientras que un gran número está perdiendo sus empleos. En algunos hospitales, las mismas enfermeras a las que se pidió que se prepararan para trabajar en los departamentos que tratan a pacientes con COVID-19 ahora se enfrentan a recortes.

“Es vergonzoso”, dijo Isham. “Todos decían: ‘Salgan del anonimato: si no has terminado la escuela de enfermería, te necesitamos, y si estás jubilado te necesitamos’, y pensamos, pero si... ‘nos están despidiendo’”.

Palomar Health, que administra tres centros médicos en el norte del condado de San Diego, perdió $5.7 millones sólo en marzo debido a una caída del 50% en las visitas de pacientes que comenzaron a mediados de mes, según el sistema de salud. Se espera que las pérdidas en abril sean mucho peores, dijeron las autoridades.

“Nadie podría haber predicho el trágico impacto que tendría este virus en nuestra economía”, señaló la directora ejecutiva de Palomar Health, Diane Hansen, en una llamada con los periodistas esta semana. “Se suponía que este año tendríamos un crecimiento en Palomar Health, y que estábamos dando dos pasos adelante. Desafortunadamente, ahora nos vemos obligados a dar un paso atrás”.

Melnick estimó que los hospitales de California generalmente generan $8 mil millones en ingresos mensuales, pero en el primer mes de la pandemia, ganaron alrededor de $6 mil millones. Esas pérdidas se vieron agravadas por gastos inesperados para prepararse para un aumento repentino de la pandemia, como traer personal adicional y alquilar habitaciones de hotel para médicos que tratan a pacientes con COVID-19, expuso.

Se espera que la asistencia financiera del gobierno federal ayude a los proveedores de atención médica a mantenerse a flote, pero no está claro cuánto tiempo se pueden evitar los recortes. Los expertos dicen que la pandemia será una prueba de esfuerzo que es especialmente desafiante para los hospitales rurales y las prácticas privadas, que ya trabajan con márgenes reducidos.

Cuando la Dra. Sumana Reddy, una profesional de medicina familiar en Salinas, notó una caída significativa en las personas que buscaban atención de rutina en su consultorio privado, comenzó a ofrecer visitas de telesalud a sus pacientes e incluso se brindó a tratarlos en el estacionamiento para que no tuvieran que entrar a la oficina.

Ingresos en prácticas privadas en California han disminuido en un promedio de 64% desde el 1 de marzo, según una encuesta reciente de 3.246 consultorios realizada por la Asociación Médica de California. La mitad de ellos ha despedido o suspendido al personal, el 65% ha reducido sus horas, un tercio ha instituido recortes salariales y el 11% ha cerrado temporalmente, según el sondeo.

Reddy recibió recientemente anticipos de Medicare y un préstamo a través del Programa de Protección de Cheques de Pago de la Administración de Pequeños Negocios que cubre dos meses de los salarios de sus empleados. Pero las presiones no han desaparecido. Ella sabe que después de que el período de amortización de 60 días del préstamo desaparezca, necesitará encontrar formas de recuperarlo.

“No resuelve de aquí a cuatro meses, pero me da la confianza para seguir adelante”, dijo Reddy.

El déficit podría persistir mientras dure la recesión financiera, advirtió Melnick. Millones de californianos perdieron sus empleos y, por lo tanto, su seguro de salud debido a la pandemia. Es probable que esas personas permanezcan sin seguro o se cambien a Medi-Cal o Covered California, opciones de cobertura que generan menos ingresos para los proveedores que los programas de seguros comerciales.

“Entonces, incluso cuando el volumen vuelve a donde estaba, habrá un cambio permanente en el paisaje”, consideró Melnick. “Voy a obtener mucho menos dinero por el mismo servicio”.

Los nuevos requisitos de licencia en Stanford Health Care significan que Sarah Jane Von Wettberg, cocinera del hospital, debe tomarse 12 días de descanso, una combinación de licencia remunerada y no remunerada. A Von Wettberg, que gana $66.000 por año, le preocupa que la crisis financiera le dificulte mucho cubrir su hipoteca y cuidar a sus padres ancianos.

“Va a ser perjudicial para toda la familia”, dijo Von Wettberg, miembro del Sindicato Internacional de Empleados de Servicios-United Healthcare Workers West. “Comida básica, cosas importantes que necesito proporcionar. Va a ser difícil”.

Los empleados de Stanford que no pertenecen al sindicato podrían elegir entre usar el tiempo libre pagado por días libres o tomar una reducción salarial del 20% durante un período de 10 semanas. En total, aproximadamente 14.000 trabajadores se ven afectados por los recortes.

“Simplemente no tiene sentido para mí en un momento de pandemia”, enfatizó Von Wettberg, de 43 años. “¿Cómo es que Stanford -un hospital de renombre que realmente dice ver por la comunidad y servir a los pacientes y en verdad hace buena investigación y desarrollo- de repente anuncia… una reducción del 20%?”

En una declaración al Times, los funcionarios de Stanford calificaron los recortes como “una decisión difícil pero necesaria para mantener la salud a largo plazo de las organizaciones”.

“La pandemia actual ha afectado a muchas organizaciones a nivel mundial, y no somos una excepción”, dijeron.

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Los expertos señalan que los hospitales rurales, muchos de ellos en sus últimas etapas, son los que más sufren. La pandemia podría remodelar permanentemente el panorama del hospital, destacó O’Quinn.

“Supongo que, financieramente, algunos hospitales no podrán recuperarse”, subrayó.

El Mad River Community Hospital en Arcata, en el condado de Humboldt, suspendió a 100 miembros del personal el mes pasado debido a una caída del 50% en los ingresos por la cancelación de los procedimientos debido a la pandemia. El hospital aún no ha admitido a un sólo paciente con COVID-19, dijo la portavoz Pamela Floyd.

Incluso si el hospital comienza a realizar cirugías electivas mañana, generalmente toma meses recibir el pago de las aseguradoras, expuso, por lo que pasará un tiempo antes de que el hospital salga del hoyo. El golpe obligó al hospital a reconsiderar su modelo y los servicios que brinda, dijo.

“Sólo tenemos un margen de beneficio del 2% al 3%. Quitarnos el 50% de nuestros ingresos, es devastador”, concluyó.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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