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Con metales y tal vez incluso coronavirus, el humo de los incendios forestales es más peligroso de lo que cree

Smoke and embers are seen in a forest with charred trees
El humo envuelve los árboles mientras el fuego de Sugar arde en Doyle, California, el 9 de julio.
(Noah Berger / Associated Press)
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Cuando Erin Babnik se despertó la mañana del 8 de noviembre de 2018 en Paradise, California, pensó que el resplandor rojizo del exterior era un amanecer brumoso.

Pero la tenue luz pronto dio paso a la oscuridad, a medida que entraba el humo del creciente fuego de Camp.

“Todo el cielo se volvió completamente negro y había brasas volando alrededor”, recordó Babnik. “Olía fatal”.

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Se apresuró a evacuar a un joven con poco más que una bolsa de viaje. Su casa alquilada, junto con casi todas las demás estructuras en Paradise, pronto se reduciría a cenizas.

Aunque han pasado varios años y miles de incendios forestales se han encendido en California, los investigadores aún están desentrañando los peligros precisos del humo de siniestros como el de Camp. Ya este año, fuegos occidentales se abren paso a través de gran parte de Estados Unidos y Canadá.

Un estudio reciente descubrió que el humo del fuego de Camp era particularmente nocivo porque contenía partículas de casas quemadas y vegetación, algo que los funcionarios temen que se vuelva más común a medida que la construcción de viviendas se adentre más en las tierras silvestres de la entidad.

Otra investigación relacionó la humareda de los incendios forestales con un mayor riesgo de contraer COVID-19.

Los hallazgos indican que, a medida que aumenta la temporada de incendios, los peligros de enfermedades respiratorias y otros efectos secundarios graves del humo surgen casi tan grandes como las llamas.

El fuego de Camp de 2018 fue el incendio forestal más mortífero registrado en el estado. Al menos 85 personas murieron y casi 19.000 edificios fueron destruidos, la mayoría en Paradise.

El fuego también generó una enorme y densa humareda que arrojó niveles peligrosamente altos de contaminación al aire durante aproximadamente dos semanas, según un estudio publicado este mes por la Junta de Recursos del Aire de California.

Los investigadores examinaron los datos de los filtros de aire y los monitores de toxicidad para determinar que el humo fue, en muchos sentidos, más dañino que el de otros tres grandes incendios que quemaron principalmente vegetación ese año: el de Carr, el del Complejo de Mendocino y el de Ferguson.

Se detectaron niveles elevados de sustancias químicas como plomo, zinc y hierro generados por el humo del incendio de Camp en las cercanías de Chico y tan lejos como San José y Modesto, encontró el estudio.

Already this year, there have been more than twice as many acres burned than during the same period last year — and hundreds more fires.

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El plomo fue de particular preocupación ya que se tienen bien documentados los impactos nocivos que genera en la salud, en particular sobre la presión arterial, los sistemas reproductivos, aunado a que esta fuertemente relacionado con el cáncer y los trastornos neurológicos, especialmente en los niños, indicó Michael Benjamin, jefe de la División de Ciencia y Planificación de la Calidad del Aire de la Junta de Recursos del Aire de California.

“Hay muy buenas razones por las que tratamos de mantener el plomo fuera del aire”, subrayó Benjamin, además señaló que los gobiernos federal y estatal ya han tomado medidas para proteger a las personas contra el químico, como prohibir la pintura y la gasolina que contienen plomo.

La mayoría de los edificios arrasados por el incendio de Camp probablemente se construyeron antes de la prohibición de la pintura con plomo de 1978, explicó Benjamin. Y muchos de los vehículos que se quemaron probablemente contenían productos químicos como el zinc.

“Cuando tenemos un incidente como este, en el que hay 19.000 estructuras que se quemaron en Paradise, todos esos metales se vaporizan y se liberan a la atmósfera”, agregó.

Los niveles de plomo en Chico, el sitio de monitoreo disponible más cercano al fuego de Camp, fueron 50 veces más altos de lo normal durante un período de 24 horas durante el incendio, comentó Benjamin.

The 2018 Camp fire in Butte County generated elevated lead levels in the air as far away as Modesto, researchers found.
Un nuevo estudio realizado por la Junta de Recursos del Aire de California encontró que el incendio de Camp de 2018, en el condado de Butte, generó niveles elevados de plomo incluso en el aire de San José y Modesto.
(California Air Resources Board)

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Researchers are analyzing what microbes exist in the smoke and dust produced during wildfires.

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Los resultados del estudio no sorprendieron a David Little, quien era editor de Chico Enterprise-Record cuando estalló el incendio y ahora se desempeña como vicepresidente ejecutivo de Comunicación en la North Valley Community Foundation, que brinda ayuda y esfuerzos de recuperación para las víctimas del fuego de Camp.

“Tenemos incendios aquí todos los años, pero esto fue algo espectacular y diferente”, comentó Little sobre el humo del fuego de Camp. “Fue como esta cortina bajando. Pasó del cielo azul al negro, como si alguien apagara las luces “.

Y la humareda no era como la que surge de un incendio forestal normal o de un fuego entre la maleza, indicó. Era más parecida a una quema de llantas, donde “algo negro sale del aire y aterriza sobre ti”.

“Eso es lo que envolvió a todo nuestro condado durante muchos días”, comentó.

Benjamin señaló que los investigadores aún no han rastreado los impactos específicos en la salud de los residentes que vivieron el fuego de Camp, pero indicó que millones de personas en el norte de California estuvieron expuestas a niveles de plomo breves pero elevados durante su actividad.

Sin embargo, los investigadores están comenzando a examinar la “sinergia negativa” entre la humareda de los incendios forestales y el COVID-19, explicó que el coronavirus puede “comprometer los sistemas respiratorios de las personas y provocar que los individuos sean más susceptibles a los impactos de las partículas y el humo”.

Al menos un grupo de científicos del Desert Research Institute (DRI) en Nevada ya ha encontrado una correlación.

Un estudio publicado este mes en el Journal of Exposure Science and Environmental Epidemiology encontró que el humo de los incendios forestales puede aumentar en gran medida la susceptibilidad al COVID-19.

Los investigadores se centraron en unos 36.000 pacientes ubicados en un hospital en Reno, entre el 16 de agosto y el 10 de octubre de 2020, el período más afectado por la humareda de los fuegos en el oeste, como el del August Complex, el de Creek así como el de Glass, y encontraron que un aumento en el material particulado del humo de los incendios forestales se asoció con un incremento de casi el 18% en el número de casos de coronavirus.

Es importante tener en cuenta los hallazgos, debido a que ya nos enfrentamos al intenso humo de los incendios forestales del Beckwourth Complex y a que los casos de COVID-19 vuelven a aumentar en Nevada y otras partes del oeste de Estados Unidos, indicó Daniel Kiser, científico asistente de investigación en DRI y uno de los coautores del estudio.

El estudio controló variables como la prevalencia general del virus y el número de pruebas administradas. Los científicos explicaron que los hallazgos probablemente se puedan aplicar a otras áreas afectadas por los fuegos forestales.

No hay respuestas definitivas sobre cómo se relacionan el humo de los incendios y el COVID-19, comentó Gai Elhanan, científico de datos de salud en DRI y otro de los coautores del estudio. Una posibilidad es que la exposición al humo esté alterando la respuesta inmunitaria de las personas, mientras que otra es que el humo genere un exceso de células respiratorias ACE2. Una tercera explicación es que las partículas del coronavirus pueden adherirse a las partículas de humo, lo que hace que las personas sean más susceptibles al consumo del patógeno.

Los efectos de las humaredas también dependen de lo que se esté quemando, indicó Elhanan.

“Esto es parte de la complejidad de lo que inhalamos”, señaló.

Ninguno de los estudios es el primero en examinar los impactos dañinos del humo de los incendios forestales: el año pasado, los investigadores encontraron que contiene hongos, bacterias y otros patógenos transmitidos por el aire. Pero los últimos hallazgos se suman a una lista creciente de evidencia sobre sus peligros.

Y a medida que los incendios forestales crecen, son más comunes y se acercan a las comunidades, los expertos puntualizaron que es de suma importancia que las personas estén al tanto de lo que expulsan las llamas.

“No solo estás quemando madera”, subrayó Peter DeCarlo, profesor asociado de salud e ingeniería ambiental en la Universidad Johns Hopkins. “Estás quemando metales pesados, plásticos y otras cosas que no arderían en un incendio forestal. Eso agrega químicos adicionales, muchos de los cuales sabemos que son tóxicos y nocivos, a lo que ya es malo del humo de los incendios forestales”.

Y gracias a la vegetación extremadamente reseca, los incendios también arden más calientes y con mayor intensidad, lo que puede permitir que el humo viaje más lejos, subrayó.

“La potencia del fuego determina la altura de la atmósfera a la que llega [el humo]”, explicó DeCarlo. “Cuanto más alto se eleva, más fácil se transporta a largas distancias”.

Las imágenes satelitales de 2018 mostraron la enorme columna de humo del fuego de Camp girando sobre California, mientras que la humareda de los incendios en 2020 viajó hasta Europa.

El humo del fuego de Camp, en el condado de Butte, es visible en las imágenes satelitales de la NASA de noviembre de 2018.
(NASA )

Los residentes en el camino de los incendios forestales no son los únicos que enfrentan problemas respiratorios por el humo, ya que los bomberos pasan horas y a veces días entre las humaredas.

Muchos bomberos que trabajaron en los fuegos de Camp, de Carr y los incendios de 2017 en Santa Rosa terminaron esas tareas con algún tipo de infección o dolencia respiratoria, informó Brian Rice, presidente del sindicato de bomberos profesionales de California.

“No hay duda de que nuestros miembros se exponen mucho a las toxinas. Ya sean metales, bencina o carbonatos polifluorados, los recibimos”, comentó. “Es algo conocido, está ahí. Nos está matando “.

El problema se está volviendo más común a medida que los bomberos abordan cada vez más los incendios donde el entorno construido se encuentra con el natural, explicó Rice. La tecnología de respiradores que funciona bien para fuegos entre estructuras urbanas no se traduce fácilmente en áreas silvestres, donde los grupos a menudo trabajan en terrenos remotos a gran altitud y llevan suministros sobre la espalda.

Un bombero en esas condiciones puede usar un suministro de aire limpio de 30 minutos en solo 10 minutos, indicó.

“Sabemos que los productos de la combustión conocidos como carcinógenos están en ese humo”, señaló Rice, y agregó que los gases de automóviles, casas e incluso la agricultura rociada con pesticidas pueden dañar a los bomberos. “Y cuando estás trabajando bajo estrés, respiras más fuerte”.

Como la temporada de incendios en California comienza antes y se prolonga cada vez más, los investigadores de ambos estudios puntualizaron que el humo se está volviendo cada vez más fatal, por lo que la protección contra su exposición debería ser una prioridad máxima.

Un paso importante es asegurarse de que las personas tengan un suministro de cubrebocas N95, en particular quienes se encuentran en comunidades desfavorecidas o desatendidas. Las mascarillas de tela que se usan para la protección contra el COVID-19 no funcionan tan bien contra las partículas de humo de los incendios forestales, que son aproximadamente 30 veces más pequeñas que el cabello humano, indicaron los investigadores. Los cubrebocas N95 son más efectivos tanto contra el virus como contra el humo, según el Departamento de Salud Pública de California.

Los centros de alivio de humo también pueden ayudar a mitigar la exposición.

Aunque es difícil determinar si la enfermedad de una persona, ya sea COVID-19, asma u otro problema respiratorio, está definitivamente relacionada con un incendio en particular, aclaró Benjamin, el humo de los fuegos forestales de cualquier tipo es ciertamente un peligro.

Cuando se trata de material particulado, “la nariz es un buen sistema de alerta temprana”, comentó. “Y si las personas huelen humo, deben asumir que están expuestas”.

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