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Un mes después de la salida de Meghan Markle, los británicos siguen debatiendo el papel de la raza en la cuestión

El príncipe Harry, de Gran Bretaña, y Meghan Markle, en Nottingham, Inglaterra, en 2017.
(Frank Augstein / Associated Press)

Los británicos negros dicen que el racismo ayudó a expulsar a la pareja real. Nigel Farage, una voz prominente en el debate de Brexit, no está de acuerdo

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Pasó un mes desde que el príncipe Harry y Meghan Markle anunciaron que “darían un paso atrás” como miembros de la familia real británica. El duque y la duquesa de Sussex ya no pueden usar sus títulos de “alteza real” y ya no recibirán fondos públicos para sus deberes reales.

La pareja -él tiene 35 años; ella, 38- y su hijo de nueve meses, Archie, se trasladaron a la costa oeste de Columbia Británica, para relajarse. También fueron vistos recientemente en Miami, donde asistieron a una función privada para JPMorgan y cenaron con Alex Rodríguez y Jennifer López. Además, hay rumores de que el matrimonio está buscando una casa en Los Ángeles.

Los británicos tienen demasiado en su cabeza en estos días: apenas el mes pasado la nación salió formalmente de la Unión Europea, poniendo fin a un tumultuoso romance de 47 años con el continente, pero está claro -al menos a juzgar por conversaciones recientes con londinenses- que la partida de la pareja real sigue fresca en la conciencia de muchos.

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Para un país que ha lidiado por bastante tiempo con su identidad y con su antiguo estatus imperial, la cuestión de la raza es muy importante.

En 2018, cuando Markle, una ex actriz divorciada y nacida en Los Ángeles, cuya madre es afroamericana, se casó con Harry, el sexto en la línea del trono británico, algunos observadores lo anunciaron como un momento “post-racial”.

Un ministro afroamericano, el reverendísimo Michael Curry, pronunció un conmovedor sermón en la ceremonia. The Kingdom Choir, un grupo de gospel británico, interpretó “Stand by Me”, una canción que hizo famosa el cantautor afroamericano Ben E. King.

Inevitablemente, su matrimonio parece haber revelado las dimensiones complejas de la raza, la clase, el poder y el privilegio, en lugar de resolverlas.

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La esclavitud ayudó a construir la Gran Bretaña moderna; en su apogeo, el imperio británico cubrió una cuarta parte de la masa terrestre del mundo.

En los últimos 75 años, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña se ha enfrentado a cambiar de imperio a mancomunidad, y de coloso a un mero país; sus debates sobre cuánto debía integrarse con el resto de Europa fueron emblemáticos de esa lucha.

En un ensayo de opinión publicado el mes pasado en el New York Times, Afua Hirsch, una periodista británica negra que también enseña periodismo en la Universidad del Sur de California (USC), expuso que las razones de la salida de Markle del sistema real no fueron una sorpresa para los británicos negros, y apuntó a los titulares racistas del tabloide Daily Mail, acerca de que Markle era “(casi) directamente salida de Compton” y de que poseía un ADN “exótico”.

Incluso antes de casarse, ambos se quejaron del trato cruel que recibían por parte de la prensa. En una declaración extraordinaria, en 2016, la familia real condenó “los matices raciales” de los comentarios dirigidos a la dupla.

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“No importa cuán hermosa seas, con quién te cases, qué palacios ocupes, a qué organizaciones benéficas apoyes, cuán fiel eres, cuánto dinero tengas o qué buenas obras realices, en esta sociedad el racismo aún te perseguirá”, escribió Hirsch.

En una entrevista, la periodista y docente señaló que en Estados Unidos, “la gente reconoce que la raza es un tema instalado”, mientras que en Gran Bretaña, “gastamos toda nuestra energía tratando de demostrar que existe”.

También agregó que algunos británicos mantienen un sentido de superioridad moral porque Gran Bretaña no fue hogar de la esclavitud que existió en sociedades desde Brasil hasta Cuba y Estados Unidos. Sin embargo, recién en 1807 el imperio británico abolió la trata de esclavos, y los comerciantes y terratenientes británicos siguieron manejando plantaciones en todo el Caribe hasta bien entrado el siglo XIX.

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Esas palabras desencadenaron un debate. En el periódico conservador The Telegraph, la columnista Sherelle Jacobs argumentó que Hirsch “convenientemente pasa por alto la abrumadora cobertura que el duque y la duquesa disfrutaron desde su compromiso hasta el día de su boda”, y el daño que la pareja pudo haber infligido a su propia reputación.

“El bagaje emocional del legado de privilegio aristocrático de nuestro país dotó al corazón de Inglaterra de valores estridentemente meritocráticos, que son aborrecibles para juzgar a las personas por su color”, argumentó Jacobs.

En entrevistas recientes, varios londinenses negros reconocieron que no se podía negar el rol de la raza en la cuestión.

“En la sociedad británica, la gente quiere decir que el racismo no existe”, consideró Esther Adjepong, una músico de 35 años que vive en Brixton, un barrio del sur de Londres con una comunidad afrocaribeña importante. Abordar la raza es como “golpearse la cabeza contra un muro de ladrillos”, dijo, y agregó: “Una persona negra podría gritar en este país: ‘Soy discriminado’, pero sólo le responderán: ‘No, no es así. ¿De qué estás hablando?’”.

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La realidad que Markle soportó es familiar para Adjepong. “Reconocemos que el tema tiene una motivación racial porque así es cómo nos tratan y así es como tenemos que navegar por la sociedad”, reflexionó. “La gente no está dispuesta a ser honesta y abrir los ojos para ver lo que está frente a ellos”.

Para Amy Francis, de 73 años, una jubilada que vive en el distrito de Wandsworth, en el suroeste de Londres, la partida de la pareja debería servir como una reprimenda para la sociedad británica. “Que puedan avergonzar al público y vivir juntos hasta que la muerte los separe”, deseó. “Irse era lo correcto. Ellos necesitan libertad. Me alegro de que sean libres”, afirmó, antes de agregar que la gente “no ama a Meghan porque es negra”.

Larelle Benjamin, de 24 años, asistente legal y residente de Croydon, en el sur de Londres, cree que se puso demasiado énfasis en la duquesa.

“Es bueno que Harry haya salido de la tradición, pero Meghan es quien recibe la reacción negativa. La gente la culpa por la partida, pero es una decisión conjunta”. Benjamin añadió: “Que haya más cambios en la familia real es bueno. Se están abriendo más a los negros allí”.

Otros confesaron estar cansados del tema. Anton Davis, un barbero de 29 años en Brixton, aseguró que la monarquía no puede importarle menos. “No tienen nada que ver con las personas comunes”, remarcó.

Aunque las personas de ascendencia africana han vivido en Gran Bretaña durante siglos, y una reina del siglo XVIII, Charlotte, podría haber tenido ancestros africanos, la mayoría de los británicos negros actuales descienden de inmigrantes que se trasladaron a las islas en el siglo pasado, particularmente después de 1948, cuando el parlamento abrió la puerta al establecimiento en Gran Bretaña de la gente proveniente de las colonias en las Indias Occidentales y África.

A pesar de esa diversidad cada vez mayor, Markle nunca iba a encajar en la familia real porque esta “globalmente representa la blancura”, según Kehinde Andrews, profesor de estudios negros en la Universidad de la ciudad de Birmingham.

En Reino Unido se refinó y desplegó la doctrina del racismo científico para apoyar la colonización de gran parte de África, el Caribe y Asia.

La familia real ya no tiene mucho poder político hoy y cumple una función en gran medida simbólica, pero, señaló Andrews, todavía representa un pasado imperialista que torturó, mató de hambre, asesinó y violó para dominar a otros países.

“Era obvio que esta reacción negativa iba a suceder, porque la raza negra no encaja en este molde”, reflexionó. “Era inevitable. Particularmente ahora que se concretó el Brexit”. El proceso de casi cuatro años para abandonar la Unión Europea provocó un “resurgimiento masivo del nacionalismo blanco inglés”, agregó también el docente.

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Según un informe del gobierno, el número de delitos de odio denunciados en Inglaterra y Gales aumentó más del 100 por ciento desde 2013. Y se dice que el 76% de ellos están motivados por la raza. “La familia real es un símbolo blanco”, consideró Andrews. Markle “nunca iba a tener una oportunidad allí. Con este clima, no había forma”.

En el periódico liberal The Guardian, el mes pasado, Amna Saleem, una escritora y comediante paquistaní-escocesa que reside en Glasgow, lamentó el tratamiento a Markle. “Los críticos argumentaron que ella sabía en qué se estaba metiendo, y que debería haber estado más preparada”, escribió. “Pero las personas de color no deberían tener como obligación tragarse el racismo”.

“Si Markle, una ex actriz exitosa, que era en gran medida aceptable para los medios de comunicación muy blancos, puede ser acosada hasta tener que alejarse de la corona, entonces, ¿cómo podría reaccionar el público ante alguien con menos privilegios que ella?”.

Probablemente esa no sea la visión dominante en Gran Bretaña. En el discurso del Estado de la Unión que el presidente Trump pronunció en el Capitolio de Estados Unidos la semana pasada, uno de los invitados fue Nigel Farage, el líder del Partido del Brexit.

Esta cronista preguntó si había alguna cuestión racial involucrada en la partida de Markle, y Farage se burló. “Cualquier sugerencia de que hubo siquiera una pulgada de racismo en lo que sucedió es simplemente incorrecta y profundamente insultante para un país que está muy relajado con estas cosas”, respondió Farage, y agregó que la pareja “eligió el exilio”.

“Y, francamente, bien”, agregó.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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