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En el momento más bajo de su presidencia, Trump aún cuenta con el apoyo de decenas de millones de personas

A large crowd chants "four more years" during a Pro Trump rally on Santa America Blvd and Beverly Blvd in Beverly Hills
La multitud corea “Cuatro años más” durante una manifestación a favor de Trump en Beverly Hills, días antes de las elecciones presidenciales de 2020.
(Francine Orr / Los Angeles Times)

Desde la insurrección en el Capitolio de Estados Unidos, el Presidente Trump ha sufrido más pérdidas de apoyo que nunca. Aún así, su popularidad entre su base es inquebrantable.

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Después de cuatro años de presidencia de Trump, Betsy Smith no tiene problemas para nombrar muchas de sus faltas.

“Es poco elocuente, tiene una personalidad ampulosa, utiliza las palabras equivocadas, hace enojar a la gente”, recitó Smith, quien trabajó durante 29 años como oficial de policía en los suburbios de Chicago, antes de mudarse a Tucson y lanzar una empresa de capacitación policial.

Pero a pesar de los muchos escándalos, las invectivas racistas, las mentiras y la violencia que dejaron a Trump con los índices más bajos de aprobación, menos aliados que nunca en el Congreso y un proceso en el Senado para el único mandatario en ser políticamente enjuiciado dos veces, Smith no se arrepiente de haber votado por él.

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“Trump hizo mucho por este país y por mi familia”, comentó Smith, de 61 años. “Quiero decir, esta es la primera vez en mucho tiempo que tenemos un presidente que apoya tan abiertamente a la policía. Para nosotros, eso es enorme. Y eso es solo una cuestión”.

Decenas de millones de votantes como Smith se han mantenido leales, incluso después de que Trump incitó a la insurrección en el Capitolio, el 6 de enero pasado, que dejó cinco muertos y casi con certeza será el momento decisivo de su presidencia. La turba, que incluyó facciones de supremacistas blancos, fue solo una pequeña fracción de los 74 millones de personas que votaron por Trump en noviembre.

En docenas de entrevistas en todo el país, los partidarios hablaron de Trump en términos reverenciales, como el único mandatario en la memoria que representaba a los trabajadores en lugar de a la élite. Nunca dudaron de sus afirmaciones de que ganó las elecciones, una ficción que repitieron durante semanas los medios de comunicación de derecha y muchos legisladores republicanos. Y señalaron la economía antes de la pandemia de COVID-19 para argumentar que se merece un segundo mandato, incluso si eso significa esperar hasta las próximas elecciones.

Después de boicotear la toma de mando de Joe Biden del miércoles, Trump saldrá de la Casa Blanca con la aprobación de su desempeño laboral de casi un tercio de los estadounidenses, según varias encuestas.

Riot police clear the hallway inside the Capitol on Wednesday, Jan. 6, 2021 in Washington, DC.
La policía antidisturbios despeja el pasillo dentro del Capitolio, el miércoles 6 de enero de 2021 en Washington, D.C.
(Kent Nishimura / Los Angeles Times)

Poco menos de la mitad de los republicanos dijeron a los encuestadores del Pew Research Center que Trump no tiene responsabilidad por el motín del 6 de enero, a pesar de su cáustico discurso en el National Mall inmediatamente antes de que el grupo se infiltrara en el Capitolio.

La mayoría de los republicanos, 64%, señala que Trump ganó las elecciones, a pesar de que no hay evidencia de fraude significativo, docenas de impugnaciones judiciales y garantías de los funcionarios electorales estatales de ambos partidos principales.

“Respeto y le doy la bienvenida a Joe Biden como presidente”, comentó Smith, quien culpa a los partidarios extremistas de Trump por dar mala fama a personas como ella. “Pero nunca quise que fuera así”.

Trump, agregó, la hizo sentir “más orgullosa” de ser estadounidense.

Algunos partidarios hablaron elogiosamente de la decisión de Trump de retirarse del acuerdo climático de París y del pacto nuclear con Irán, de su nombramiento de tres conservadores para la Corte Suprema o su firme respaldo a Israel. Pero sobre todo, remarcaron la economía antes de la pandemia.

“Tuvimos una excelente economía, la tasa de desempleo era baja, eso se debió al presidente Trump”, enfatizó Margaretrose Cox, una entrenadora de 52 años de Tallahassee, Florida. “Él nunca recibe el crédito que se merece. Durante los últimos cuatro años, se han reído de nosotros, nos han ridiculizado, todo porque apoyamos al presidente Trump”, dijo, llamándolo “un patriota”.

El 6 de enero, Cox se unió a una manifestación pacífica frente al Capitolio de Florida para protestar por los resultados de las elecciones de noviembre. “Creo que los medios de comunicación han suprimido alguna información”, señaló. “Tengo derecho a mis propias creencias y quiero que se cuenten los votos legales”.

Cuando Cox llegó a casa ese día, vio la violencia en la televisión. “Fue horrible lo que estaba pasando en Washington, D.C.”, comentó. “Cualquiera que haya asaltado el Capitolio debe ser arrestado”.

Janet Flanigan de Newnan, Georgia,
Janet Flanigan de Newnan, Georgia, cuestiona las afirmaciones de que el presidente Trump incitó a la insurrección del 6 de enero en el Capitolio de Estados Unidos.
(Jenny Jarvie / Los Angeles Times )

Para Janet Flanigan, una escritora independiente de 58 años y oriunda de Newnan, Georgia, la gran mayoría de los votantes de Trump son personas como ella, que rechazan el racismo y la violencia.

Flanigan acusó a los oponentes del republicano de tener una doble moral, alegando que durante las protestas por la justicia racial durante el verano, enfatizaron la distinción entre los alborotadores y saqueadores de los manifestantes pacíficos.

En cuanto al papel de Trump en el ataque al Capitolio, ella elige centrarse en la única línea de su discurso, en la cual pidió una marcha pacífica, y no en declaraciones como “Si no luchan como locos, no tendrán más país”, o sus tuits denunciando el robo de la elección, que se produjo después de que los alborotadores ya estaban arrasando el edificio. “No creo en absoluto que el presidente Trump haya provocado un motín”, destacó Flanigan. “Él dijo: ‘Marchemos pacíficamente’. ¡Marchar pacíficamente no es provocar disturbios! Todo este juicio político es una farsa”, agregó.

Las represalias contra Trump y sus partidarios en las redes sociales agravaron aún más su sensación de que las voces conservadoras están siendo reprimidas. “Los demócratas han vuelto a alienar aún más a más de la mitad del país y no les importa”, comentó. “No les importa”.

Ese sentimiento antidemócrata fue común en pequeños mítines, en gran parte sin incidentes, que tuvieron lugar durante el fin de semana en varias capitales estatales.

Michelle Brookshire, madre de cuatro hijos y residente de Commerce, Texas, condujo a Austin junto con su hija menor, Shalee, para participar en uno de ellos. A diferencia de otros manifestantes, estaba desarmada y no llevó pancartas ni entonó cánticos. “Siento que la vida ha sido mejor en los últimos cuatro años, lo económico no ha sido una lucha tan grande”, comentó Brookshire, de 51 años. “Día a día, me sentía más segura”.

A esta trabajadora de facturación médica le preocupa cómo será la economía durante el mandato de Biden. “Trump es un hombre de negocios, no un político; eso es bueno”, enfatizó. “Biden siempre ha sido un político. Nunca dirigió un negocio”.

La mujer está impresionada por la riqueza de Trump; se centra en sus empresas exitosas en lugar de los millones que inicialmente recibió de su padre y sus múltiples quiebras. “Ha tenido éxito”, dijo. “Eso es bueno”.

Como cristiana conservadora, ha perdonado al presidente por sus múltiples matrimonios, su lenguaje soez y su temperamento. “La Biblia, las cosas que nos importan… Me preocupo por eso cuando Trump se haya ido”, comentó. “Es cierto que fue un poco exagerado a veces; podría haber atenuado su tono. Pero nos ayudó a tener una vida mejor”.

John Hess, quien pasó 40 años con la Guardia Costera de EE.UU antes de retirarse y mudarse al estado de Washington, donde creció, todavía vive en el mundo de Trump y tiene toda la intención de permanecer allí.

Durante el fin de semana, hizo un mitin en el Capitolio estatal en Olympia, enarbolando una bandera amarilla con la leyenda “No me pisoteen” desde su camioneta Ford. Se estacionó en una calle lateral y salió de su vehículo con un sombrero con las siglas “MAGA” (por Hagamos a EE.UU grandioso otra vez). “La amenaza a la democracia no ocurrió el 6 de enero”, aseguró. “La amenaza a la democracia ocurrió el 3 de noviembre, cuando se robaron las elecciones”.

Hess, de 66 años, planea seguir protestando contra Biden después del miércoles: “Voy a hacer esto una vez a la semana hasta que envejezca y muera, o hasta que Trump regrese al poder. No se puede silenciar a 74 millones de personas. No creo que queramos iniciar una guerra civil, pero ¿estamos dispuestos a decir que nuestro país ya no está gobernado por la gente, sino por los que se robaron las elecciones?”, preguntó. “Creo que estamos a unos cinco años de Lexington o Concord”, agregó, refiriéndose a las primeras batallas de la guerra revolucionaria estadounidense.

Hess votó por Trump dos veces; le gustó la construcción parcial del muro fronterizo, el retiro de tropas del extranjero y la reducción de las regulaciones gubernamentales. También prefirió el enfoque ligero de Trump ante la pandemia, por sobre los planes de Biden. “La gente no se da cuenta de que la vida es arriesgada”, afirmó sobre el coronavirus, cuyo peligro ve como exagerado, a pesar de la evidencia científica contraria y un número de muertos en Estados Unidos que esta semana superará los 400.000.

Para Hess, los mayores problemas del país son menos políticos y más espirituales. “La gente se ha olvidado que ésta es una nación cristiana, y que creemos en Dios”, enfatizó.

Jeff Koch (izquierda) de Federal Way, Washington, protestó en apoyo del presidente Trump esta semana, en Olympia.
(Richard Read / Los Angeles Times)

Muchos de los partidarios de Trump quieren que vuelva a postularse. Él no ha indicado sus planes, aunque sería elegible a menos que se le impida si es declarado culpable durante un juicio en el Senado después de dejar el cargo.

El juicio político es “solo una forma de evitar que se postule nuevamente para presidente”, consideró Jeff Koch, un pintor de letreros jubilado, de 69 años, de Federal Way, Washington, que también asistió a otro mitin de dos personas durante el fin de semana, en Olympia.

Koch sugirió que la acusación fue una venganza por los ataques contra “el pantano”, tal como le gusta llamar al presidente a los cabilderos de Washington y a otros conocedores, a pesar de que han estado tan presentes en su administración como en cualquier otra.

Hace mucho tiempo que Koch dejó de leer su periódico local y abandonó la mayoría de los medios de comunicación. Le gustaba que el presidente, uno de los pocos políticos en los que confía, pudiera hasta hace poco compartir noticias él mismo en la cuenta de Twitter @realDonaldTrump. La decisión de la red social de prohibir a Trump y las medidas de Facebook y otras compañías de eliminar materiales que apoyan las falsas teorías de fraude electoral solo fortalecen su creencia de que los partidarios están siendo amordazados.

“Ahora la gente no puede hablar por Trump de una manera significativa y él no puede defenderse”, consideró. En las redes sociales, había millones de usuarios activos que mostraban las siglas “#MAGA” en sus biografías, y el presidente tenía amplias formas de transmitir sus puntos de vista.

Koch cree que sus opciones de noticias se están reduciendo. En la manifestación, llevaba un letrero que decía: “Boicoteen a Amazon, Twitter, YouTube y Apple”.

Kaleem informó desde Tucson, Lee desde Tallahassee, Read desde Olympia, Jarvie desde Atlanta y McDonnell desde Austin.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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