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El reto de Biden: Desmantelar las políticas de inmigración de Trump sin desencadenar una oleada fronteriza

The rescue of 201 migrants in the back of a big rig in Mexico's southern Chiapas state
La policía encontró a 201 migrantes abarrotados en un remolque en el estado de Chiapas, en el sur de México, el miércoles, un día después de que 13 personas murieran en un accidente que involucraba una camioneta llena de migrantes en el condado de Imperial.
(Mexico National Institute of Migration)
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Un día después de que una camioneta repleta de migrantes se estrellara en Imperial la semana pasada, dejando 13 muertos, la policía en el sur de México se encontró con una escena inquietante: más de 200 centroamericanos que se dirigían a Estados Unidos, una cuarta parte de ellos niños sin supervisión de un adulto, abarrotados dentro de un semirremolque.

Los dos incidentes, el choque fatal en California y el descubrimiento de la gran plataforma llena de migrantes a más de 1.000 millas de distancia, dramatizan el desafío que enfrenta la administración Biden, mientras los funcionarios estadounidenses luchan con un enigma: cómo desmantelar las restricciones de inmigración de la era de Trump, como el actual presidente ha prometido hacer, sin desencadenar una convergencia masiva en la frontera suroeste.

Investigators surround an SUV that was struck by a semi-truck
Los investigadores rodean una camioneta que fue embestida por un camión cerca de la frontera entre Estados Unidos y México el martes, en Imperial.
(Gina Ferazzi / Los Angeles Times)
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Hasta ahora, las repetidas declaraciones de la Casa Blanca, así como otros lugares que buscan desalentar a los posibles inmigrantes, no han logrado disuadir a una oleada de personas que esperan que les llegue su turno.

“Ha habido una percepción errónea por parte de muchos migrantes de que va a ser más fácil ingresar a Estados Unidos”, comentó Alberto Cabezas, vocero en México de la Oficina Internacional para las Migraciones, una agencia de Naciones Unidas. “Este mensaje es falso. La frontera está cerrada, hay una pandemia. Este no es el momento de ir al bordo”.

El aumento comenzó mucho antes de la toma de posesión de Biden el 20 de enero, incluso antes de que fuera elegido presidente en noviembre. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos señala que las autoridades detuvieron o rechazaron a casi 300.000 ciudadanos extranjeros en la frontera suroeste entre octubre de 2020 y enero de 2021, un aumento del 79% en comparación con el mismo período en 2019-20.

Aquí en México, los relatos anecdóticos sugieren que muchos más están ahora en camino, esperando una recepción más cálida que el hombro frío del ex presidente Trump. Los refugios a lo largo de las rutas para migrantes están reservados a su máxima capacidad. Los vehículos llenos de migrantes contrabandeados fluyen hacia el norte por carreteras y caminos secundarios, según funcionarios mexicanos.

“Hemos visto un gran aumento en la llegada de migrantes, especialmente en febrero”, señaló José Fernández, quien ayuda a administrar un refugio en el estado de Veracruz, un corredor clave para migrantes. “Por todas partes corre el rumor de que Estados Unidos los va a dejar entrar. Hay mucho optimismo”.

Una nueva multitud de solicitantes de asilo y otros han estado llegando a las ciudades fronterizas del norte de México, y ya están repletas de decenas de miles que buscan ingresar a Estados Unidos.

“El viaje hasta aquí fue muy difícil, pero tenemos fe en que el gobierno de Estados Unidos nos dará una oportunidad”, comentó César Moscada, de 38 años, ciudadano hondureño que había llegado cinco días antes con su esposa, hijo de 17 e hija de 8 años, a la ciudad fronteriza de Matamoros, al otro lado de Río Grande desde Texas. “Hemos escuchado que [Biden] no separará a las familias, que va a ayudar a los migrantes”.

Police rescue 201 migrants in the back of a big rig in Mexico's southern Chiapas state
La policía rescata a 201 migrantes descubiertos en la parte trasera de una gran plataforma en el estado de Chiapas, al sur de México, el miércoles.
(Mexico National Institute of Migration)

Los factores subyacentes que impulsan la inmigración, principalmente la pobreza y la violencia, no han mejorado en Centroamérica y México en el último año. La pandemia ha golpeado a economías ya moribundas. Un par de huracanes el año pasado despojaron a decenas de miles. La región también sigue siendo uno de los terrenos más plagados de delincuencia del mundo, un terreno fértil para un siniestro conjunto de cárteles internacionales, bandas de extorsión y de secuestradores.

El juicio de que cruzar la frontera ahora puede ser más fácil que durante el apogeo de la administración Trump no está completamente fuera de lugar, especialmente si los niños están haciendo el intento.

Si bien el gobierno de Biden ha mantenido la controvertida orden de salud pandémica del expresidente, que permite la rápida expulsión a México de los que cruzan la frontera ilícitamente, ha relajado las restricciones sobre los niños y ha permitido que más familias ingresen a Estados Unidos después de presentar solicitudes de asilo y recibir citas en el juzgado. Ese cambio se ha registrado, tanto en los migrantes, como en los traficantes que monitorean de cerca las pequeñas alteraciones en la política fronteriza de EE.UU, señalan los analistas.

“Existe la creencia de que, si intentas cruzar con niños menores de edad, será más fácil”, señaló Cabezas. “Los traficantes de personas les dicen eso”.

Muchos migrantes que se dirigen hacia el norte están recurriendo a contrabandistas, conocidos como ‘coyotes’ o ‘polleros’, para ayudarlos a navegar por un viaje terrestre comúnmente peligroso, que puede extenderse por 1.000 millas o más. Los mexicanos y otros han empleado ‘coyotes’ durante mucho tiempo para ingresar ilegalmente a Estados Unidos. Diez de los 13 que murieron en el accidente de Imperial, que involucró un aparente vehículo de contrabando, eran ciudadanos mexicanos.

66 migrants, all Mexicans, were abandoned by smugglers on the road near the U.S-Mexico border.
El jueves, las autoridades mexicanas dijeron que encontraron 66 migrantes abandonados por traficantes en la carretera entre Nuevo Laredo y Piedras Negras, en el norte de México, cerca de la frontera con Estados Unidos.
(Mexico National Institute of Migration)

Las actuales medidas enérgicas de las fuerzas policiales en México y Centroamérica también han significado una mayor dependencia de los contrabandistas dentro de México. Frente a las amenazas arancelarias de mano dura de Trump, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, abandonó sus políticas iniciales de alfombra de bienvenida para los migrantes y tomó medidas para detenerlos.

Este país ha colocado militares y policías a lo largo de los principales corredores de tráfico, ha levantado puestos de control y ha desplegado patrullas que realizan redadas en casas seguras para migrantes. La policía y los soldados han desmantelado las caravanas de migrantes a gran escala.

Además, las autoridades han estado emitiendo menos visas que alguna vez permitieron a muchos no mexicanos llegar a la frontera norte con relativa facilidad.

“Si los migrantes no reciben estos documentos que solían facilitar el viaje, entonces tienen que arriesgarse y contratar a estos ‘polleros’, quienes ahora están haciendo un gran negocio”, comentó Alejandro Solalinde, sacerdote mexicano que dirige un refugio en el sur del estado de Oaxaca. “Lo que está haciendo la burocracia mexicana es enviar a estos migrantes a la batalla sin rifles”.

El contrabando de personas es un comercio lucrativo. Los contrabandistas pueden ganar entre $2.000 y más de $12.000 por individuo trasladado, dependiendo de la distancia y otros factores. Los familiares en Estados Unidos suelen ayudar a los migrantes a pagar el precio.

En las últimas semanas, las autoridades mexicanas han interceptado regularmente los vehículos de los traficantes llenos de migrantes. La policía mexicana también ha encontrado a muchos que fueron abandonados por ellos.

El incidente más infame fue el descubrimiento en enero de los restos de 19 víctimas de disparos, con sus cuerpos quemados, en un camión en Tamaulipas, que comparte una larga frontera con Texas. La mayoría eran guatemaltecos. Las autoridades han acusado a agentes de la policía estatal mexicana por los asesinatos. El motivo sigue sin aclararse.

Las decenas de migrantes que fueron encontrados encerrados dentro de un semirremolque el miércoles, cerca de una caseta de peaje en Chiapas, estaban vivas, aunque la policía dice que los traficantes no les dieron comida ni agua.

De los 201 hacinados en el vehículo, dijeron las autoridades mexicanas, 51 eran menores no acompañados; otros 78 eran niños que viajaban con tutores. El resto eran adultos que viajaban sin familia. Se esperaba que todos fueran deportados a sus países de origen en Guatemala, Honduras y El Salvador. El conductor fue arrestado por posible tráfico.

Las autoridades estadounidenses también sospechan de contrabando en el accidente fatal del día anterior en Imperial. La Ford Expedition, repleta de migrantes, que transportaba a más de dos docenas de personas, había entrado en territorio estadounidense a través de un agujero cortado en la valla fronteriza cerca de Calexico, señalaron las autoridades.

Tales choques no son infrecuentes. Los vehículos de contrabando suelen estar abarrotados, lo que maximiza las ganancias y tienden a rondar por las carreteras secundarias para evitar ser detectados. En un caso notorio, 23 guatemaltecos que se dirigían a Estados Unidos fallecieron en 2019, cuando el camión se desvió de una vía solitaria en el sur de México.

“Desafortunadamente, muchos migrantes ahora viajan con ‘polleros’ que los transportan en condiciones lamentables”, señaló Fernández del albergue en Veracruz. “Roban su dinero y apilan familias enteras, incluso niños, uno encima del otro”.

Aún así, la gente viene, muchos ahora con un renovado sentido de expectativas, a medida que las políticas fronterizas de Estados Unidos están cambiando una vez más y Trump ha migrado al sur, a su centro turístico de Florida.

“Uno no huye de su país con la idea de que es fácil o divertido”, comentó Moscada, quien dijo que abandonó el negocio de la peluquería en Honduras después de recibir amenazas de muerte. “Pero tenemos la esperanza de que las autoridades de Estados Unidos nos escuchen, que reconozcan que escapamos para salvar nuestras vidas. Esa es la esperanza que tenemos”.

Los corresponsales especiales Cecilia Sánchez y Liliana Nieto del Río, en la Ciudad de México, y Juan José Ramírez, en Matamoros, contribuyeron a este artículo.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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