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El tirador de Orange conocía a sus víctimas y cómo atraparlas

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El tirador conocía a sus víctimas, el área de oficinas y cómo atraparlas.

Cerró las puertas del complejo con cables para bicicletas antes de deslizarse dentro de un negocio de casas llamado Unified Homes, con la mochila colgada del hombro y pistola en mano.

Así es como la policía describió el jueves el inicio de un tiroteo en Orange que, la noche anterior, había dejado a cuatro personas muertas, incluido un niño de 9 años.

Las Vegas, Florida, California, Texas y más en el recuento de los tiroteos más mortíferos en Estados Unidos desde 1991

Dic. 29, 2019

Los oficiales llegaron al lugar de los hechos alrededor de las 5:30 p.m., minutos después de recibir informes de disparos. Fueron recibidos por detonaciones y respondieron igualmente a través de las puertas cerradas, hiriendo al tirador, narró la teniente de policía de Orange, Jennifer Amat. Usaron cortadores de pernos para ingresar al complejo.

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Los agentes encontraron dos víctimas en el patio: un niño y una mujer que estaban vivos y fueron trasladados a un hospital, donde ella permanece estable, pero en estado crítico. El fiscal de distrito de Orange, Todd Spitzer, dijo que parecía que el niño murió en los brazos de una mujer que “estaba tratando de salvarlo”.

Se cree que él era hijo de una de las víctimas que trabajaba en Unified Homes. No está claro si la madre es la mujer hospitalizada.

La policía encontró tres cuerpos más: una mujer en un rellano al aire libre en el piso de arriba, un hombre en una oficina y una mujer en otra oficina separada.

An investigation is underway following a mass shooting in Orange that claimed the lives of four people.
Se está llevando a cabo una investigación tras un tiroteo masivo en Orange que cobró la vida de cuatro personas, incluido un niño de 9 años.
(Irfan Khan/Los Angeles Times)

Los nombres de las víctimas no se han dado a conocer porque sus familiares más cercanos no han sido notificados, explicó Amat. El sospechoso es Aminadab Gaxiola González, un hombre de 44 años que se sabe que vive en Anaheim y que, según la policía, tenía una “relación comercial y personal” con las víctimas.

“Es una tragedia horrible”, subrayó Spitzer, “que el Sr. González tomó la decisión de usar fuerza letal para lidiar con los problemas que estaba enfrentando en su vida. Entonces sufrirá y enfrentará las consecuencias”.

La policía recuperó una pistola semiautomática y una mochila con gas pimienta, esposas y municiones, “que creemos pertenecían al sospechoso”, informó Amat el jueves.

El sospechoso había estado viviendo en una habitación de motel en Anaheim y llegó al negocio en un auto alquilado, señaló la policía. Una foto divulgada por las autoridades mostraba a un hombre entrando al negocio vestido de negro y gris con lentes de sol, una gorra de béisbol y un pañuelo negro que le cubría el rostro. Llevaba una mochila en el hombro izquierdo y una pistola en la mano derecha.

Dos policías descargaron sus armas, dijo Kimberly Edds, portavoz de la oficina del fiscal de distrito de Orange, que investiga los tiroteos con oficiales involucrados. Ambos llevaban cámaras corporales.

El incidente, el tercer tiroteo masivo en Estados Unidos en dos semanas, asombró al tranquilo vecindario del norte del condado.

Tim Smith estaba sentado en su sala de estar viendo las noticias de televisión sobre un incendio comercial en Compton cuando escuchó el estallido de los disparos.

Segundos después, tres más. Su esposa, Kim, llegó con él. La pareja ha vivido en su casa en Dunton Avenue desde 1992 y dijo que la mayor interrupción con la que lidian en un día típico es el sonido de los vecinos cortando el césped.

Se miraron el uno al otro mientras sonaban cuatro disparos más.

Se agacharon dentro de la casa para protegerse. Después de un momento, Smith fue a la puerta trasera y la abrió para escuchar.

El patio trasero de Smith, bordeado por altos cipreses, está a unos metros del estacionamiento trasero del edificio de oficinas. Smith escuchó la voz retumbante de un oficial masculino que gritaba una orden: “No te muevas o disparo”.

Observó desde su cobertizo mientras el equipo SWAT entraba en el edificio, en silencio y en formación estratégica.

Smith dice que se sintió alentado de que la policía llegara tan rápido.

“La parte clave de eso es que el siguiente sonido que escuché después de esos horribles disparos fue el de un oficial tratando de protegerme”, explicó. “Da miedo en el momento sin conocimiento, pero cuando lo resuelves y obtienes la compostura, te hace sentir agradecido”.

Kennedy González, de 21 años, estaba cenando el miércoles por la noche cuando notó que la policía bloqueaba la avenida Lincoln. González dijo que sabía que había sucedido algo grave, pero no fue hasta el jueves por la mañana que recibió una llamada telefónica y se enteró del tiroteo.

“Y resulta que conozco al tipo”, dijo. Es “parte de mi familia”.

Cuando González vio una foto del sospechoso del tiroteo, se refirió a él como su tío.

“Intentamos llamarlo esta mañana, sin respuesta”, comentó. “Nadie nos dijo nada hasta que nos enteramos del incidente”.

Kennedy González comentó que conocía a las personas involucradas y habían estado en muchas reuniones y fiestas familiares. Dijo que no estaba seguro de quién era el niño de 9 años.

“Espero no conocerlo”, comentó repetidamente. “No sé qué pensar de toda la situación”.

Una vecina del sospechoso, que pidió usar solo su primer nombre, Rosa, por temor a represalias, le dijo al Times que lo veía regularmente a él, a su esposa, a dos niños pequeños y a una adolescente saliendo a caminar.

La familia vivía en una casa móvil en el espacio número 50 de Anaheim Royal Estates.

A menudo saludaban cuando pasaban junto a Rosa, quien comúnmente se sienta en su porche delantero. Los saludos, puntualizó, nunca se convirtieron en conversaciones.

Pero a lo largo de los años Rosa, de 35 años, reunió pequeños detalles de la familia. La esposa, a quien identificó como Aleyda Mendoza, trabajaba como agente de bienes raíces en Unified Homes. Una vez le había dicho que, cuando quisiera comprar su propia casa, fuera a verla y que la ayudaría a cumplir ese propósito.

Uno de los niños pequeños venía a jugar con sus hijos.

“Era un niño pálido como su padre”, comentó. “Él siempre caminaba saludando. Era muy dulce”.

Temía que fuera el chico que había muerto.

Rosa dijo que la adolescente, que ahora tiene 19 años, solía venir, pasar el rato y hablar con su hermana. El esposo, señaló, parecía un hombre agradable y educado que trabajaba en la construcción.

“Nunca lo había visto como alguien capaz de hacer algo así”, señaló. “Simplemente no pensé que él fuera así”.

Scott Clark es dueño de Calico Financial, al lado de Unified Homes, dentro del complejo de oficinas. Contactado por teléfono el jueves, él estimó que 30 o 40 personas trabajaban en el edificio. La mayoría de las empresas tienen dos o tres empleados, señaló, y agregó que Unified es probablemente la empresa más grande del complejo, con 10 o 12 personas.

La mayoría de los días, Clark sale del trabajo alrededor de las 6 p.m., pero “por alguna razón, creo que Dios me dio un angelito para que me hiciera irme temprano anoche, así que salí de allí a las 4:30”, indicó. Su personal también se había ido cuando ocurrió el tiroteo.

María Reynoso, agente de Unified Homes, fue contactada por teléfono el jueves, pero indicó, entre lágrimas, que no quería hablar con nadie.

El acto violento de Orange se produjo una semana después de que un hombre armado abrió fuego en un supermercado de Boulder, Colorado, y dos semanas más adelante de una masacre en tres spas del área de Atlanta.

“¿Cuántos niños más tienen que morir antes de que nuestros legisladores actúen?”, preguntó James Densley, cofundador y copresidente del Proyecto Violencia, que monitorea y estudia la violencia masiva.

Durante la pandemia, los tiroteos masivos disminuyeron porque se cerraron muchos espacios públicos, señaló, pero la violencia armada en general, que incluye tiroteos relacionados con pandillas y el crimen organizado, aumentó.

“2020 fue el peor año registrado en violencia con armas de fuego en mucho tiempo”, explicó, y señaló que los homicidios alcanzaron su punto máximo en Estados Unidos a mediados de la década de 1990 y, a su vez, llegaron a un mínimo alrededor de 2014. Desde entonces, las cifras han aumentado de manera constante, con los últimos datos apuntando a un incremento potencial del 25% entre 2019 y 2020.

“Logramos casi 30 años de avances en la reducción de homicidios y, en un año, ahora estamos en un punto en el que vemos hacia atrás, donde nos encontrábamos en la década de 1990”, señaló. “Es impactante. En realidad, es exasperante”.

Los recientes tiroteos han revivido una conversación nacional sobre la violencia armada. Después de los hechos de la semana pasada en Boulder, el presidente Biden solicitó más control de armas y pidió al Senado que aprobara dos proyectos de ley ya aceptados por la Cámara para cerrar las lagunas de verificación de antecedentes para los compradores de armas de fuego.

“Esto no es ni debe ser un tema partidista”, señaló Biden. “Este es un problema estadounidense”.

El representante Lou Correa (demócrata de Santa Ana) dijo el jueves que estaba devastado por la noticia.

“Todos debemos condenar este acto de violencia atroz”, señaló el demócrata en un comunicado. “Mis pensamientos están con las víctimas y sus familias en este momento difícil”.

“Las comunidades de todo el país están experimentando el mismo dolor y devastación que sentimos hoy. Lloro por los perdidos anoche y en todo Estados Unidos. Esta violencia debe terminar”.

Arianna Barrios, miembro del Concejo Municipal de Orange, señaló que la comunidad estaba tratando de tener una idea de lo que sucedió dentro del edificio de oficinas el miércoles.

“Estoy agradecida con nuestros oficiales de policía de Orange por la rápida respuesta y creo que sus acciones, con toda probabilidad, evitaron que se perdieran más vidas”, comentó.

“Orange es una comunidad fuerte y resistente. Las víctimas, sus familias y todos los que han sido conmovidos por este monstruoso acto de violencia pueden depender de nosotros para apoyarlos en este terrible momento”.

Los redactores del personal del Times Anh Do y Hayley Smith contribuyeron a este artículo.

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí.

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