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Arizona supera a California como el estado con la peor tasa de infección por coronavirus

Employees prepare to move a body into a refrigerated semitruck at the Pima County medical examiner's office in Tucson.
Empleados se preparan para mover un cuerpo a un remolque refrigerado en la oficina del forense del condado de Pima en Tucson el 14 de enero. (Getty Images)
(Getty Images)
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Cuando se trata de la pandemia de COVID-19, pocas partes del país verían a California - con sus infecciones récord, hospitales saturados y deficiente despliegue de vacunas - como mejor.

Luego está Arizona.

Este estado de 7.2 millones de habitantes tiene la peor tasa de infección por coronavirus de la nación, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Los hospitales se están llenando, con escasas 150 camas en la unidad de cuidados intensivos disponibles en todo el estado. Las áreas rurales, incluyendo la rica zona agrícola de Yuma, están enviando pacientes a Phoenix. La tasa de residentes que se hacen la prueba está entre las 10 más bajas del país.

Mientras que la estrategia de mascarilla y cierre de negocios ha prevalecido en vastas franjas de California para detener el pico invernal del virus, su vecino del este, más conservador políticamente, ha adoptado un enfoque totalmente diferente, rechazando las cubiertas faciales, permitiendo los comedores y bares interiores y revirtiendo la decisión de este mes de cancelar los deportes de las escuelas secundarias.

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Para un virus que depende de que las personas respiren en lugares cercanos para poder propagarse, Arizona “ha creado el clima perfecto”, dijo Will Humble, director ejecutivo de la Asociación de Salud Pública de Arizona, “es una receta para el desastre”. “California era el punto candente. Pero no hicimos nada para detener la oleada. Ahora, somos nosotros”.

Tanto es así que un número limitado de citas en los dos sitios de vacunación del estado fueron tomadas en cuestión de horas esta semana y ahora están totalmente reservadas para febrero.

Las escenas del oscuro invierno de la pandemia se han vuelto familiares en California desde que la mayor parte del estado se sometió a las más estrictas medidas de cierre el año pasado: Sirenas nocturnas en calles vacías mientras las ambulancias se apresuran a llegar a los hospitales. Líneas en las tiendas de comestibles con límites de capacidad. Restaurantes y gimnasios cerrados. Retrasos en la distribución de vacunas.

Un presentimiento similar se ha desarrollado en el condado de Yuma de Arizona, donde los trabajadores de campo y los peones agrícolas migrantes se han visto especialmente afectados en lo que se conoce como la “ensaladera” de la nación.

Alrededor del 20% de las pruebas allí están dando positivo, comparado con el 14% en el resto estado. Durante la pandemia, alrededor de 1 de cada 6 residentes de la región se han infectado. Las enfermeras de la Reserva del Ejército ahora vuelan para ayudar a los trabajadores de la salud.

Pero en Phoenix y en otras ciudades, la vida continúa como si el virus pudiera ser eliminado por la fanfarronería y el desafío.

Esta semana, una sala de conciertos en el centro de Phoenix donde más de 100 personas estuvieron hombro con hombro para un espectáculo de hip-hop fue noticia local. No porque haya sucedido. Sino porque el lugar, uno de los muchos que operan en la región con una aplicación laxa de las normas sobre eventos multitudinarios en interiores, fue amonestado por tener una audiencia mayor a 50 individuos sin un permiso y perdió su licencia de licor.

En Tucson, la segunda ciudad más grande del estado, los bares ganaron un aplazamiento temporal en el tribunal esta semana contra un breve toque de queda a las 10 p.m. establecido para detener las multitudes nocturnas en interiores.

“Lo entiendo, la gente está increíblemente fatigada por el virus. Pero fingir que no existe no es la solución”, dijo Joshua LaBaer, experto en diagnósticos y director del centro de investigación del Instituto de Biodiseño de la Universidad Estatal de Arizona. LaBaer, cuyo centro realiza pruebas en todo el estado, estimó que “entre 1 de cada 10 y 1 de cada 20 personas en Arizona tienen actualmente un caso activo del virus”.

Las pruebas, dijo, también son más bajas de lo esperado.

“Ofrecemos más pruebas y tenemos disponibilidad, incluso en nuestros sitios de pruebas públicas gratuitas, pero la gente no se está inscribiendo. No está claro por qué”, dijo, y agregó que esto lo hace menos optimista sobre las tasas de infección que en los últimos días han disminuido ligeramente.

“Hay alrededor de 15.000 pruebas en todo el estado cada día. Eso es bajo para uno de los puntos de conflicto nacionales y globales y me hace creer que el número real de casos es mayor”, manifestó LaBaer. “Deberíamos estar haciendo entre 80.000 y 100.000 pruebas diarias”.

El estado acelerará la elegibilidad de la vacuna en base a la edad según el nuevo plan anunciado por el gobernador Gavin Newsom.

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Los funcionarios estatales han rechazado en gran medida los llamamientos de los hospitales para que actúen rápidamente para aliviar la presión en las sobrecargadas UCI. El mes pasado, los jefes médicos de ocho de los hospitales más grandes del estado escribieron una carta al gobernador Doug Ducey y a la directora del Departamento de Servicios de Salud de Arizona Cara Christ pidiendo toques de queda y el fin de las comidas en interiores y los deportes de grupo.

Las medidas serían similares a los cierres de corta duración que se pusieron en marcha en todo el estado en junio y julio, cuando la oleada de verano en Arizona provocó más de 3.800 casos diarios durante su punto álgido. Hoy en día, el promedio ha subido a 8.000 casos cada día. El aumento de las hospitalizaciones ha provocado una escasez de personal. Banner Health, el sistema de hospitales más grande del estado ha empleado a 1.500 contratistas de fuera del estado y está buscando casi 1.000 más.

Ducey, un republicano, se ha mantenido firme en su oposición, a pesar de que los alcaldes de Phoenix, Tucson y Flagstaff le han rogado que haga obligatorias las mascarillas.

El condado de Los Ángeles permitirá comer al aire libre y aliviará algunas otras restricciones a los negocios, incluyendo los salones.

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“Desde el comienzo de COVID-19, ha habido desacuerdos sobre cómo lidiar con ello. ...He escuchado interminables variaciones de la misma pregunta: ¿Por qué no más y más prolongados confinamientos?” , dijo este mes durante un mensaje a todo el estado.

“Es una pregunta que solo tiene sentido si te olvidas de todo lo demás, el resto de los problemas que los cierres generan. Si realmente estamos todos juntos en esto, entonces tenemos que apreciar que, para muchas familias, ‘encierro’ no significa inconveniente, sino catástrofe”.

Ducey dijo que quiere mantener a más gente en las listas de empleo en lugar de fuera de ellas. La tasa de desempleo en el estado fue del 7.5% el mes pasado, un descenso de medio punto desde noviembre. A nivel nacional, la tasa de desempleo de diciembre fue del 6.7%. La atribulada agencia de desempleo de Arizona ha pagado más de 12 mil millones de dólares en beneficios de desempleo a más de 2 millones de trabajadores desde el comienzo de la pandemia.

En un estado donde las corrientes conservadoras y los escépticos de los peligros de COVID-19 son fuertes, algunos han aplaudido al gobernador.

“Es inconstitucional poner este tipo de reglas”, dijo Aaron Strassberg de 39 años, que vive en el norte de Phoenix. “Es estúpido y ridículo”.

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Renunció a su trabajo en la tienda Fry’s Marketplace, hace meses, después de que la empresa exigiera a sus empleados que llevaran mascarillas. Strassberg dijo que conocía a gente que se había enfermado con el virus, pero nadie que hubiera muerto o estuviera gravemente enfermo. Prefería tratar con negocios que no cumplieran con los requisitos locales de uso de cubrebocas o que se oponían activamente a ellos.

Una de sus favoritas, Teeslingers, una tienda de camisetas al norte de Phoenix en Cave Creek, está siendo investigada por la policía después de que el dueño sacara a un cliente por violar la política de no usar mascarillas de la tienda.

Ginger Sykes Torres, otra residente del norte de Phoenix, dijo que su familia tomó el enfoque opuesto al virus y siguió las pautas científicas ampliamente acordadas.

“No vamos a restaurantes e intentamos quedarnos en casa”, expuso Torres, de 43 años, cuyo tío abuelo murió hace unas semanas a causa del COVID-19. “Es difícil no desanimarse cuando la gente no se toma esto en serio porque nosotros lo tomamos muy en serio”.

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Navajo, madre de tres hijos, pasa su tiempo libre enviando paquetes de mascarillas, desinfectantes y equipos de protección a los residentes y médicos de la ciudad de Tuba en la Nación Navajo, donde vive su madre. El virus ha afectado particularmente a las comunidades indígenas del estado.

Recientemente, Torres recibió buenas noticias. Su madre, que trabaja para una empresa que transporta pacientes entre clínicas y hospitales, recibió una primera inyección de la vacuna COVID-19 después de una espera de cuatro horas en la fila.

“Para nuestra familia, sé que la vacuna tardará más tiempo a menos que las cosas cambien drásticamente”, dijo.

“Pero esto es un comienzo y un alivio”.

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