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‘¡Falso, es todo falso!’: Mientras Beijing se atribuye haber vencido al coronavirus, crece la indignación entre los chinos

Los equipos de rescate buscan víctimas en el lugar del colapso de un hotel en Quanzhou, provincia de Fujian, sureste de China, el 8 de marzo de 2020. Varias personas murieron y otras quedaron atrapadas en el derrumbe del hotel chino que era utilizado para aislar a quienes habían llegado de otras partes del país, azotadas por el brote de coronavirus.
Los equipos de rescate buscan víctimas en el lugar del colapso de un hotel en Quanzhou, provincia de Fujian, sureste de China, el 8 de marzo de 2020. Varias personas murieron y otras quedaron atrapadas en el derrumbe del hotel chino que era utilizado para aislar a quienes habían llegado de otras partes del país, azotadas por el brote de coronavirus.
(Lin Shanchuan / Associated Press)

El coronavirus. El colapso de un edificio mortal. Encubrimiento político. Todos los agujeros en la imagen deseada de China como una superpotencia rica lista para liderar el mundo

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El estudiante de preparatoria estaba acostado en la cama de su hotel, jugando un videojuego, cuando escuchó un sonido parecido al de arena resbalando. Entonces, el mundo pareció derrumbarse.

Los techos y los pisos se abrieron, los gritos de las personas se mezclaban con el rugido repentino de un edificio que se derrumbaba sobre sí mismo.

Humo y polvo salieron del hotel colapsado donde Xiang había permanecido aislado, en el cuarto piso durante 12 días, en cuarentena después de viajar desde la provincia de Hubei, donde comenzó la epidemia de coronavirus de China.

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La madre y el tío de Xiang, también en cuarentena, quedaron atrapados bajo los escombros. Xiang logró salir tomando una cuerda lanzada por los bomberos, quienes luego lo trasladaron a una cama de hospital desde la que relató lo que había sucedido en una entrevista en video con el periódico chino Beijing News. Su nombre completo no fue reportado. Su madre y su tío fueron rescatados más tarde.

Al menos 20 personas fallecieron en el colapso del hotel el sábado por la noche, según las autoridades chinas, de un total de 71 individuos atrapados en el edificio -58 de los cuales estaban en cuarentena después de regresar de otras partes de China, gravemente afectadas por el coronavirus-.

Hasta el martes, 61 personas habían sido rescatadas y 10 seguían desaparecidas.

Fue una tragedia que resonó en una nación aún bajo autocuarentena y aislamiento, un desastre prevenible además de las más de 80,000 infecciones por coronavirus y 3,000 muertes que devastaron familias enteras.

Un hombre cruza una carretera vacía el 3 de febrero de 2020 en Wuhan, China, el epicentro del brote mundial de coronavirus.
(Getty Images)

También fue un recordatorio inquietante de las repetidas fallas sistémicas —muertes inocentes en medio del colapso de edificios mal construidos y sin la debida supervisión legal, brotes virales exacerbados por encubrimientos políticos en aras de salvar las apariencias— que quiebran la imagen deseada de China como una superpotencia rica preparada para liderar el mundo.

A medida que disminuye el número de contagiados por coronavirus en China, y con una tasa más lenta de nuevas infecciones y muertes diarias, Beijing impulsa el discurso de una victoria liderada por el partido comunista.

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En lugar de reconocer los errores iniciales que permitieron la propagación de un virus que ahora amenaza al mundo, los diplomáticos chinos se jactan de que el sistema autoritario de China produjo un modelo superior de control de enfermedades, que el resto del mundo debería emular.

Pero muchos chinos, especialmente aquellos que más han sufrido, tienen una historia diferente que contar sobre las fallas de su gobierno.

Collapsed hotel in Quanzhou, China
Un niño es rescatado de los escombros de un hotel derrumbado en Quanzhou, en la provincia oriental china de Fujian, el 8 de marzo de 2020.
(AFP/Getty Images)

Si bien no se ha declarado ninguna razón oficial para el colapso del hotel en Quanzhou, la policía detuvo al propietario del edificio y está investigando si las renovaciones en la planta baja fueron las culpables.

El lunes, las autoridades centrales publicaron un informe sobre la mala gestión de los proyectos de construcción en la provincia de Fujian.

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Entre el torrente de dolor expresado en línea por las víctimas, muchos comentarios citaban el término “construcción de tofu”, en referencia a la falta de profesionalismo de los constructores, más preocupados por las ganancias que los códigos de edificación.

El término fue acuñado en 2008 durante el terremoto de Wenchuan en la provincia de Sichuan, cuando miles de niños murieron en escuelas que colapsaron. Las familias y los docentes que buscaron a los responsables de la mala construcción fueron silenciados con la detención y las amenazas policiales.

Un trabajador mueve los contenedores de desechos biológicos en la entrada del Centro de tratamiento médico de Wuhan en Wuhan, China, el 22 de enero de 2020.
(Associated Press )

“La razón aún no está clara; es corrupción y ‘construcción de tofu’ nuevamente. ¿Cuándo nuestra nación se volverá más racional?”, escribió un usuario en Weibo.

“Me desespero después de quedar encerrado en una habitación por sólo una hora. No puedo imaginarme a esa gente, atrapada debajo de las rocas durante tantas horas.

Espero que todos sobrevivan y sean fuertes”, escribió otro, evocando la frustración de cientos de millones de personas en China que han estado en gran parte confinadas en sus hogares durante el último mes y medio.

Mientras tanto, los diplomáticos chinos han comenzado una campaña -concedieron más de 400 entrevistas con los medios y publicaron unos 300 artículos en las últimas semanas, según el Ministerio de Relaciones Exteriores de China- para alabar los métodos de control de virus del país.

Los medios estatales celebraron recientemente la publicación de un libro del departamento central de propaganda sobre los éxitos de China contra el coronavirus, titulado “Una batalla contra la epidemia: el combate de China contra el COVID-19 en 2020”.

El libro se publicará en inglés, francés, español, ruso y árabe, según un comunicado de prensa del 26 de febrero de la Agencia Oficial de Noticias de Nueva China, para que el mundo pueda aprender de los métodos de control de enfermedades de China.

Pero puertas adentro, el escepticismo y la ira son profundos, tanto que el partido se ha visto obligado a retroceder varias veces en su propaganda.

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Los críticos distribuyeron por WeChat imágenes de la portada del libro con el comentario “Totalmente desvergonzado”, lo cual posiblemente provocó una reconsideración del momento de la publicación. Hasta el lunes, todavía no estaba disponible para la compra.

Otras reacciones negativas han aparecido en diversos lugares. El viceprimer ministro Sun Chunlan, uno de los funcionarios de más alto rango del partido, estaba recorriendo un complejo residencial en Wuhan la semana pasada, la zona cero de la epidemia, cuando los residentes comenzaron a gritar desde las ventanas de sus apartamentos: “¡Falso! ¡Falso, es todo falso!”.

Los medios de comunicación locales informaron que los residentes protestaban porque la administración del complejo había hecho una limpieza de último minuto y orquestado una configuración falsa de entrega de comestibles a apartamentos cerrados, cuando en realidad los residentes estaban siendo confinados y descuidados.

En un movimiento inusual, tanto el People’s Daily, estatal, como el CCTV publicaron videos del incidente, pero agregaron comentarios alegando que el gobierno central estaba en contra de tales inspecciones por etapas y criticando el encubrimiento de los problemas reales por parte de los funcionarios locales.

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Luego, durante el fin de semana, el recientemente instalado secretario del partido de Wuhan, Wang Zhonglin, encendió la furia pública nuevamente cuando pidió la “educación de gratitud” para toda la ciudad en la primera plana del periódico del partido comunista de Wuhan.

Según se publicó, Wang dijo que los ciudadanos de Wuhan deberían ser educados “para agradecer al secretario general [Xi Jinping] y al Partido Comunista Chino; veneren al partido, caminen con el partido y creen una fuerte energía positiva”.

El periodista Chu Zhaoxin criticó a Wang en una publicación que luego fue eliminada: “Usted es un servidor público; su trabajo es servir a la gente. Ahora las personas a las que sirve están rotas; los muertos aún están tibios y las lágrimas de los vivos todavía no se han secado. Los enfermos siguen sin recuperarse, y gran parte de su insatisfacción es completamente razonable”.

La misiva de Wang se eliminó rápidamente. El secretario del partido de Hubei, Ying Yong, apareció en los titulares con una declaración pública: “Expreso mi sincero agradecimiento al pueblo de Wuhan y al pueblo de Hubei”.

Un colega desinfecta a un médico en una zona de cuarentena en Wuhan, el epicentro del brote de coronavirus de China, en la provincia de Hubei.
(AFP/Getty Images)

Mientras tanto, grupos de voluntarios dentro y fuera de China comenzaron a archivar sus propias historias del brote de COVID-19, guardando y publicando investigaciones chinas, entrevistas, ensayos personales y publicaciones en redes sociales en Google Docs y github. Así construyen el relato de la epidemia de un pueblo; toman capturas de pantalla más rápido de lo que los censores pueden eliminarlas.

Otros han ido más allá: Li Zehua, un presentador de noticias de CCTV de 25 años, renunció a su trabajo para poder reportar de forma independiente desde Wuhan.

Inspirado por Chen Qiushi, un abogado que también grabó videos de hospitales en Wuhan y luego fue detenido, Li realizó despachos de video, a menudo vistiendo una camiseta de Los Angeles Lakers.

Informó desde un crematorio de Wuhan, entre los trabajadores migrantes que se habían quedado sin hogar y atrapados en la estación de tren, y en el vecindario donde los funcionarios permitieron que 40,000 familias se reunieran para una cena del Año Nuevo chino en lugar de advertirles sobre el brote infeccioso.

Según se informó, el reportero fue detenido el 26 de febrero. Cuando los agentes de seguridad del estado llamaron a su puerta, Li grabó un mensaje final, declarando que tenía la “conciencia tranquila” hacia su familia, su país y la Universidad de Comunicación de China, donde estudió periodismo.

“No estoy dispuesto a disfrazar mi voz, ni estoy dispuesto a cerrar los ojos y taparme los oídos”, aseguró, y agregó que simpatizaba incluso con los oficiales de seguridad en la puerta: “Cuando apoyas una orden tan cruel incondicionalmente, llegará el día en que la misma orden cruel caiga sobre tu propia cabeza”.

También citó una línea del revolucionario escritor chino Lu Xun: “En esta China nuestra siempre ha habido quienes hablan por la gente, que luchan tenazmente, que abandonan sus cuerpos en busca de la verdad... En estas personas descubrimos la columna vertebral de China”.

Luego abrió la puerta. Ingresaron dos hombres y la pantalla se oscureció.

Gaochao Zhang y Nicole Liu de la corresponsalía de The Times en Beijing, contribuyeron con este artículo.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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