Anuncio

Los recortes de impuestos y aranceles fiscales de Trump empeorarán la recesión

El presidente Trump sostiene un documento durante un evento para firmar la legislación de reducción de impuestos, en diciembre de 2017.
(Brendan Smialowski / AFP/Getty Images)
Share

El plan económico previo a la pandemia del presidente Trump de recortes masivos de impuestos y guerras comerciales mundiales no sólo no logró el aumento prometido en el crecimiento y la inversión nacional, sino que ahora parece haber dejado a EE.UU más vulnerable al devastador impacto financiero del brote de coronavirus.

Incluso antes de que la pandemia empujara a Estados Unidos a una recesión, los beneficios de las políticas de Trump sobre impuestos y comercio se compensaron en gran medida por los costos de la deuda nacional y el daño a las relaciones exteriores de EE.UU -desafíos ahora magnificados por la crisis de salud.

“El legado duradero será un déficit mayor y una deuda más alta [como parte de la economía], lo que significa que lo que estamos haciendo en respuesta a la pandemia es acumular algo que ya era un desastre bastante grande”, expuso Joel Prakken, economista en IHS Markit.

Anuncio

Se estima que la Ley de Reducción de Impuestos y Empleos (Trump y la revisión fiscal de 2017 del Partido Republicano) le costará al gobierno federal al menos $1 billón en ingresos perdidos durante 10 años, según varias estimaciones gubernamentales y privadas.

Las tasas impositivas individuales se redujeron hasta 2025, pero, con mucho, la característica más costosa de la ley fue un recorte permanente en la tasa impositiva sobre los ingresos corporativos de EE.UU del 21% al 35%.

Se argumentó que la tasa impositiva corporativa más baja, sumado a la eliminación de los impuestos sobre la mayoría de los ingresos de negocios extranjeros, haría que EE.UU fuera más competitivo a nivel mundial. Con los ahorros fiscales, las empresas aumentarían las inversiones nacionales.

Las compañías multinacionales estadounidenses repatriarían efectivo escondido en el extranjero e invertirían en el país, y desalentaría una fuga de capital hacia destinos fuera de la nación, beneficiando en última instancia a los trabajadores en Estados Unidos.

Pero los economistas coinciden ampliamente en que los recortes de impuestos, si bien proporcionaron un pequeño estímulo para el crecimiento, particularmente en 2018, fracasaron en sus objetivos centrales.

En lugar de incrementar el gasto de capital y las inversiones o alejarse de la deslocalización, muchas empresas estadounidenses se centraron en aumentar los dividendos y recomprar sus propias acciones, lo que benefició principalmente a los inversores de altos ingresos. Las recompras alcanzaron niveles récord en 2018 y se mantuvieron fuertes en 2019.

Lejos de dar un salto adelante, la economía de EE.UU continuó su recuperación larga, pero modesta de la Gran Recesión de 2008-09.

El crecimiento económico repuntó en 2018 a 2.9%, pero volvió a caer a 2.3% en 2019, aproximadamente el desarrollo promedio en la última década y muy por debajo del 4% prometido por Trump y algunos de sus funcionarios.

En cuanto a los ingresos, algunos trabajadores vieron ganancias, pero para la mayoría, fue una continuación del estancamiento a largo plazo de los ingresos personales y la seguridad financiera.

“Lo que realmente frenaba la inversión no eran las restricciones de efectivo de las compañías que pagaban demasiados impuestos, sino más bien esta debilidad general de la demanda”, dijo Kimberly Clausing, experta en economía y política fiscal en Reed College.

En cuanto a la mitigación de las inversiones en el extranjero, la investigación ha demostrado que sucedió lo contrario. La revisión fiscal incluyó varias disposiciones nuevas que en realidad hicieron más deseable que las empresas multinacionales estadounidenses inviertan en activos tangibles en el extranjero porque eso les daría una mayor exención fiscal.

Desde el principio, muchos economistas cuestionaron la sabiduría de promulgar recortes financiados por el déficit en un momento en que la economía estaba creciendo a un ritmo constante.

Casi siempre en el pasado, el gobierno federal usó recortes de impuestos masivos sólo durante las recesiones, cuando podían dar a la economía un aumento muy necesario en el gasto de los consumidores y las empresas.

“En ese momento, parecía un poco atroz que tuvieramos un déficit de casi un billón de dólares mientras estábamos un tanto en la cima del ciclo económico”, manifestó Nicholas Eberstadt, economista político de American Enterprise Institute.

Los recortes de impuestos no sólo no brindaron los beneficios que prometieron Trump y los republicanos del Congreso, sino que dejaron al país con un gran hueco presupuestario que se hizo mucho más grande por el choque económico de la pandemia que se da una vez en un siglo.

“Fue un gran error, algo que estamos viendo ahora porque en este momento tenemos menos margen fiscal que el que tendríamos para combatir esta crisis actual”, enfatizó Marc Goldwein, director sénior de políticas del Comité para un Presupuesto Federal Responsable.

Señaló, por ejemplo, que ya no es una opción ofrecer ciertos incentivos fiscales para que las empresas inviertan y estimulen la economía, como el gasto total para la compra de nuevas plantas y equipos, porque ya estaba incluido en la ley de 2017.

Goldwein estimó que sin los recortes de impuestos de 2017, el país tendría $500 mil millones adicionales para combatir la actual crisis económica y de salud. Si bien eso puede no parecer mucho en comparación con los $3 billones ya aprobados en ayuda para la pandemia por el Congreso, marcará una diferencia en el futuro, expuso.

“A medida que pasa el tiempo, el déficit estructural puede crear una fatiga adicional que nos dificulta apoyar la economía”, dijo Goldwein. “Y permitirnos gastar $500 mil millones adicionales para obtener más apoyo para la economía, sería un gran problema”.

En el frente comercial, algunos economistas dicen que las ganancias en la inversión empresarial prometidas por los recortes de impuestos no se materializaron en parte debido a la incertidumbre creada por la guerra comercial de casi dos años de Trump con China.

Después de meses de negociaciones intermitentes y varias rondas de aranceles combativas, Estados Unidos y China anunciaron un acuerdo comercial en enero en el que Trump obtuvo algo de lo que buscaba, al menos en papel. Beijing se comprometió a aumentar sus compras de bienes y servicios estadounidenses en más de $200 mil millones en dos años.

Pero el llamado acuerdo de la Fase 1 pospuso para un día posterior cuestiones tan críticas como las políticas de subsidio y apoyo de China a sus empresas estatales.

Muchos analistas dijeron en ese momento que era poco probable que China cumpliera con los aumentos prometidos en las compras, incluida la soja de EE.UU y otros cultivos agrícolas que han sido duramente afectados por las guerras comerciales.

Ahora la pandemia de COVID-19 ha hecho que tales compras masivas sean aún menos probables.

La pandemia ha afectado gravemente los sistemas mundiales de comercio y suministro. Y la mala voluntad creada durante los últimos dos años de fricción comercial con China, así como con muchos aliados, incluidos Alemania y Canadá, dejó a EE.UU en una situación peor cuando la pandemia golpeó.

De manera más directa, las tensiones comerciales complicaron la capacidad de Washington de asegurar mascarillas quirúrgicas críticas, gafas, guantes y otros equipos de protección, muchos de los cuales se producen en China.

Dan 500 dólares a migrantes sin estatus legal que quedaron sin trabajo debido a la pandemia del coronavirus, pero varios legisladores estatales quieren más

May. 22, 2020

Las mascarillas N95 se encontraban entre los productos de China afectados con aranceles del 15% en septiembre. Esos aranceles se redujeron a la mitad cuando el acuerdo comercial entre Estados Unidos y China entró en vigencia el 14 de febrero, pero no fue hasta el 17 de marzo que se eliminaron los aranceles restantes, expuso Chad Bown, experto en comercio del Instituto Peterson de Economía Internacional.

“Quedaron atrapados en la guerra comercial”, destacó Bown. “Eso obviamente perjudica tu preparación cuando sucede algo como esto”.

Trump puede reclamar crédito por haber renegociado el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y aunque sus aranceles sobre muchos productos de socios comerciales ayudaron a algunos fabricantes nacionales como las empresas siderúrgicas, los beneficios a veces no duraron y hubo daños colaterales considerables en otras industrias.

El abogado Luis Pérez explica cuáles son los documentos para los solicitantes del programa de asistencia financiera estatal

May. 22, 2020

“No es que no haya logrado nada, pero fueron significativamente compensados por el costo”, dijo William Reinsch, un veterano analista comercial y asesor principal del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.

Además, a los economistas les preocupa que la estrategia de Trump ‘America First’ (Estados Unidos Primero) sea costosa en términos de responder de manera efectiva a los desafíos entrelazados de la salud y la economía.

“El mundo entero está luchando contra la misma cosa en este momento”, señaló Bown sobre COVID-19, “y en cierto sentido nunca estaremos a salvo hasta que la pandemia en todas partes esté bajo control. Así que la idea de que nos aislaremos del mundo sólo preocupándonos por nosotros en este momento es una forma de ver muy miope”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

Anuncio