Anuncio

Cómo mi difunta esposa me ayudó a encontrar el amor de nuevo

L.A. Affairs
“¿Te ofenderías si te invitara a cenar el próximo sábado?”
(Stephanie DeAngelis / For The Times)
Share

Las cabezas se volvieron cuando ella entró en el comedor y en mi vida. Impresionante. Un corte holandés rubio recto enmarcando un rostro ovalado. Un rostro cálido y encantador. Sus ojos eran azules, la blusa que llevaba era roja y el bastón con el que caminaba era blanco.

La vi en el comedor de lo que me gusta llamar uno de los muchos “salones de salida final” en el área de LAX. (Una casa de retiro). Estaba allí porque soy un residente. Soy un chico de unos 80 años que todavía conduce y recibe multas por exceso de velocidad.

Y luego, bingo, de repente me asalta esta visión que, más tarde supe, estaba allí para visitar a una nueva reclusa, su madre que tiene poco más de 90 años.

Anuncio

Debido al coronavirus, las ventas de juguetes sexuales han aumentado y el estigma ha disminuido

Abr. 21, 2020

Hice un corto esfuerzo de mirar a esta mujer magnética. Google y YouTube confirmaron que era especial.

Me enteré de que había sido galardonada con el prestigioso Premio Purpose en 2014 por su trabajo con los ciegos y los discapacitados visuales mientras estaba en el San Francisco Lighthouse for the Blind. Su propia ceguera, el resultado de una rara condición genética, apareció cuando tenía 50 años. Progresó a lo largo de los años hasta llegar a lo que es ahora. Puede distinguir formas, tamaños y algo de color, pero obviamente su vida había cambiado radicalmente.

También aprendí que su valiente aceptación y enfoque de este cambio de vida es lo que les transmite a los nuevos ciegos de cualquier edad, para que ellos también puedan sentirse de nuevo completos, libres y útiles.

Otros conocimientos útiles a través de los perfiles sobre su orgullosa autosuficiencia, y otros antecedentes que encontré: es abuela. Tiene tres hijos adultos. Vive en un edificio de tres pisos en San Francisco con una lavandería en el sótano. (Pensé en ella acarreando comestibles, equipaje, haciendo compras, cocinando, ocupándose de las tareas domésticas, maquillándose, organizando cenas).

Y divorciada.

Los cristales pueden ayudarte a mantenerte centrado y tranquilo durante los tiempos particularmente difíciles

Abr. 19, 2020

En su próxima visita para ver a su madre, me acerqué a esta Mujer Maravilla y me senté a su lado. No soy de los que pierden el tiempo. Creo que he mencionado que todavía recibo multas por exceso de velocidad.

En unos pocos meses, nos enviábamos correos electrónicos regularmente. Nuestro pretexto tenía que ver conmigo ayudándola a vigilar a su madre que, además de recuperarse de un derrame cerebral, era sorda. Nuestro gran salto adelante comenzó con el siguiente intercambio de correo electrónico:

Ella: ¿Te ofenderías si te invitara a cenar el próximo sábado?

Yo: Aceptaría, pero preferiría llevarte.

Ella: Muy bien, pero permíteme pagar el transporte, de ida y vuelta, para que puedas disfrutar de una copa de vino o dos. Y por favor, elije el restaurante.

Yo: Ya que el transporte corre por tu cuenta, tus opciones son Sardi’s en Nueva York, Chez André’s en París o Colombo’s, con música en vivo, en Eagle Rock.

Alexis Ortiz quiso ayudar a su mamá quién tiene mes y medio sin trabajo

Abr. 25, 2020

En Colombo’s nos sentamos uno al lado del otro para poder quedar ambos frente a la música... y tocarnos.

Después, en mi piso privado en la casa de retiro, nos sentamos uno al lado del otro nuevamente. Charlamos, nos tocamos, nos abrazamos, nos besamos. Y luego más.

Cuando finalmente nos separamos para tomar aire, me hizo una pregunta inesperada.

“¿Tú lloras?”

Me tomó tan desprevenido que simplemente dije: “Sí”. Ella sonrió y dijo: “Bien. Todos los hombres de mi familia lloran”. Luego, a Alexa le dijo: “Toca ‘We’ll Meet Again’ de Vera Lynn”.

¡Uh-oh! ¿Cómo lo supo?

La música comenzó. Nuestras mejillas se acariciaron. Nos abrazamos. Las lágrimas comenzaron a fluir. Comenzaron a mezclarse. “Nos encontraremos de nuevo. No sé dónde, no sé cuándo...”

Sentí sus lágrimas. Nos abrazamos más fuerte. Y luego, sollozos suaves. “Pero sé que nos encontraremos de nuevo algún día soleado...”, golpeó más profundo. Sollozos. Más y más profundo. Convulsivo. No nos importó. Estábamos a salvo. Confiábamos. Intimidad... tal intimidad. La música terminó. Abrazamos la calma, la maravilla y el amor.

Finalmente, al separarnos, noté algo, y por eso le dije: “Mi aparato auditivo está atorado en el puente de tu nariz”.

A medida que la pandemia de coronavirus se hace más sombría, los jóvenes están considerando la posibilidad de mudarse a casa con sus padres y la familia extendida. Pero eso presenta riesgos.

Abr. 18, 2020

Pensamos que nunca dejaríamos de reírnos. Dice que es la primera vez que se enamora.

Pero esta es mi segunda.

Mi primer amor en la vida fue Sarah. La divina Sarah. En nuestros 55 años juntos sólo tuvimos un gran obstáculo en el camino. El alcoholismo. El suyo. Incluso con eso, nuestro matrimonio fue mucho mejor que la mayoría. Ella se unió a Alcohólicos Anónimos y mantuvo su alcoholismo en remisión por el resto de su vida, y también ayudó a innumerables personas a cambiar sus vidas.

Entonces, hace seis años, llegó la cita con el oncólogo y las devastadoras palabras “masa abdominal” e “inoperable”. Cáncer cervicouterino en etapa 4.

Finalmente, la horrible pregunta. “¿Cuánto tiempo?”

Entonces la respuesta horrible. “Seis semanas”.

Los expertos en salud explican lo que hay que buscar en una máscara y otras formas de utilizar coberturas faciales como precaución contra el coronavirus

Abr. 18, 2020

Tengo un recuerdo claro de estar sentado en el sofá ese día. Entumecido. Sarah deambuló un poco y luego se sentó a mi lado, tomando mi mano. “¡Soy tan afortunada!”, dijo. No creo que se me hubieran ocurrido esas palabras. Ella continuó: “Tengo casi 81 años y he tenido una vida tan feliz”. Luego, “cuando me haya ido, quiero que te diviertas. Deseo que seas feliz, alegre y libre. Libre para amar, para enamorarte de nuevo”.

Y seguía y seguía mientras yo estaba sentado allí, asombrado por ella.

“Pero te amaré hasta el día de mi muerte”, le dije.

Ella asintió: “¿Amar a tu segundo hijo disminuye el amor que tienes por el primero? Por supuesto que no”.

Tantos recuerdos. Y entonces, hace unos meses, surgió un fragmento de conversación de muchos años atrás. También es muy claro. Estas fueron las palabras exactas de Sarah: “Mi nombre favorito de todos los tiempos para una niña es Kate. No sé por qué, pero me encanta ese nombre más que cualquier otro”.

Si aún no lo has adivinado, mi segundo amor en la vida se llama Kate.

Kate aún no se ha jubilado, por lo que todavía nos vemos sólo unos pocos días al mes y en días festivos. Cuando visita a su madre aquí, que está muy bien, por cierto, se queda conmigo. Y yo, a su vez, viajo a San Francisco de vez en cuando. El brote de coronavirus ha puesto eso en espera, por supuesto, pero como dos adolescentes nos enviamos mensajes de texto como locos entre llamadas. Y cuando se jubile, el plan es que inmediatamente se mudará aquí y luego dirá “Sí, quiero”.

Sarah, mi divina Sarah, mi gratitud no conoce límites. Gracias por hacer posible que ame a dos mujeres magníficas hasta el día de mi muerte.

El autor es un actor jubilado.

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí

Anuncio