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La política migratoria de Biden genera confusión en la frontera con México

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La solicitante de asilo salvadoreña Karla Rivera Hernández, de 24 años, sostiene a su hijo Mateo A. Rivera, de un año, en una estación de autobuses en Brownsville, Texas, mientras esperan para ir al aeropuerto.
(Verónica G. Cárdenas / For The Times)
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Días después de cruzar el Río Grande en una balsa de ‘coyotes’, la migrante salvadoreña Karla Rivera Hernández acunó a su pequeño Mateo en una estación de autobuses en la frontera de Texas mientras se preparaban para viajar y reunirse con un primo en Nueva York.

Rivera, de 24 años, madre soltera que trabaja como cocinera, partió hacia la frontera el mes pasado con la esperanza de que las nuevas políticas de inmigración del presidente Biden le permitieran quedarse en Estados Unidos.

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“Eso nos dio la oportunidad de venir; es un buen hombre”, dijo mientras se sentaba con otra media docena de migrantes que habían sido liberados esa mañana por la Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos con instrucciones de ponerse en contacto con los tribunales de inmigración a medida que avanzan sus casos de asilo.

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Pero debido a la rápida evolución de las nuevas políticas de inmigración de Estados Unidos, cientos de familias migrantes, muchas de ellas procedentes de Centroamérica, seguían languideciendo en un campamento de tiendas de campaña al otro lado del río en Matamoros, México, después de haber solicitado asilo en EE.UU, pero haberse visto obligados a esperar al sur de la frontera por la política de “Permanecer en México” del presidente Trump.

Ana Antunez
Ana Antúnez, de 27 años, una solicitante de asilo de Honduras se encuentra junto a su tienda de campaña en un campamento de migrantes en Matamoros, México.
(Veronica G. Cardenas / For The Times)

Ana Antúnez, de 27 años, huyó de Honduras hace un año con sus dos hijos menores después de que vieran cómo un vecino intentaba violarla.

Esperaba reunirse con su marido, un trabajador de la construcción, y su hija de 10 años en Nueva Orleans, que se marchó después de que varios niños de su escuela fueran secuestrados. Los dos tienen solicitudes de asilo pendientes.

En cambio, Antúnez y sus hijos, de 6 y 4 años, que también solicitaron asilo, se vieron obligados a permanecer en el campamento en México mientras su caso avanzaba.

Los defensores señalan que las informaciones engañosas de los medios de comunicación, los rumores y las mentiras de los contrabandistas animan a los solicitantes de asilo a intentar cruzar antes de que se produzcan los cambios políticos

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En octubre, con sus fechas de juicio pospuestas debido a la pandemia de COVID-19, se permitió a sus hijos cruzar la frontera para quedarse con su padre. Pero Antúnez se quedó en el campamento esta semana, durmiendo sola en su tienda de campaña.

“Yo también quiero cruzar. Mis hijos se encuentran allá. Pero tengo miedo de que me deporten a mi país”, dijo el jueves mientras buscaba refugio de una fría lluvia en una de las cocinas al aire libre del campamento.

Police officers monitor an area reserved for asylum seekers as they wait to board their buses.
Agentes de policía vigilan una zona reservada para los solicitantes de asilo recién llegados a Brownsville, Texas, mientras esperan para subir a los autobuses tras someterse a la prueba del coronavirus.
(Veronica G. Cardenas / For The Times)

Algunos solicitantes de asilo cruzan la frontera a cuentagotas, otros son rechazados mientras se ponen en marcha las nuevas políticas de Biden.

A medida que Biden comienza a revertir las políticas de asilo de Trump, algunos recién llegados que cruzaron la frontera ilegalmente se han beneficiado de la generosidad de la administración, mientras que los que se han resistido tendrán que esperar al menos otra semana - tal vez más - para entrar legalmente.

Los solicitantes de asilo procedentes de África, el Caribe, Centroamérica y Sudamérica aguardaban esta semana por la oportunidad de entrar en EE.UU para esperar el resultado de sus casos de inmigración, dijeron los defensores.

Los funcionarios de Biden informaron que los migrantes por ahora están autorizados a entrar en EE.UU. solo en circunstancias muy limitadas.

“El gobierno de Estados Unidos está comprometido a reconstruir un sistema de inmigración seguro, ordenado y humano”, dijo el viernes el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro N. Mayorkas, en un comunicado.

“Sin embargo, especialmente en la frontera, donde las limitaciones de capacidad siguen siendo graves, los cambios tomarán tiempo. Las personas que no sean elegibles en esta fase inicial deben esperar nuevas instrucciones y no viajar a la frontera. Debido a la actual pandemia, las restricciones siguen vigentes y se aplicarán”.

Pero a pesar de lo que han dicho los funcionarios del gobierno de Biden, durante las últimas dos semanas, la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos ha liberado a decenas de padres migrantes como Rivera atrapados cruzando la frontera del sureste de Texas, durante años el tramo más concurrido para los cruces de migrantes.

Esto se debe a que el estado mexicano adyacente de Tamaulipas se ha negado a permitir que sean devueltos, dijo la hermana Norma Pimentel, directora ejecutiva de Caridades Católicas del Valle de Río Grande.

La Patrulla Fronteriza ha liberado a unos 150 migrantes diariamente al centro de Caridades Católicas en McAllen, Texas, donde se les hacen pruebas para detectar el coronavirus y se les libera o se les envía a un hotel para que estén en cuarentena.

Otros 50 migrantes han sido liberados en la estación de autobuses al este de Brownsville, Texas, donde el personal de la ciudad les hace pruebas para detectar el virus y, si son positivos, se les pide que entren en cuarentena.

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Los voluntarios de la organización sin ánimo de lucro Team Brownsville proporcionan habitaciones de hotel si los migrantes deben hacer cuarentena, pero al menos cuatro familias se fueron la semana pasada antes de completar la cuarentena, dijo Andrea Rudnik, que es voluntaria del grupo.

Los migrantes que se encontraban en la estación de autobuses el jueves dieron negativo en las pruebas antes de dirigirse a un puñado de estados -Florida, Colorado, Tennessee, Washington- para proseguir con sus casos en los tribunales de inmigración. Aunque todos buscaban asilo, solo una pareja había huido por razones políticas, de Cuba; otros dijeron que venían de Centroamérica por razones económicas, como trabajos mejor pagados.

La trabajadora de un restaurante, Lesly Martínez, de 26 años, dejó Honduras el mes pasado con su hijo Óscar, de casi dos años, para reunirse con su marido y su hija de cinco años en Nashville. Se fueron días antes de la toma de posesión de Biden.

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Lesly Martínez, de 26 años, procedente de Honduras, que ha cruzado recientemente la frontera, sostiene a su hijo Óscar R. Robles, de 1 año, mientras esperan el autobús.
(Veronica G. Cardenas / For The Times)

“Estábamos esperando la oportunidad de venir”, dijo, y había escuchado rumores “de que nos darían permiso”.

Antes de que Trump asumiera el cargo, a los migrantes que solicitaban asilo se les permitía, por lo general, esperar sus audiencias de inmigración con familiares o amigos en Estados Unidos.

En 2018, el gobierno de Trump creó la política de “Permanecer en México”, conocida oficialmente como Protocolos de Protección al Migrante, que obligó a más de 70.000 solicitantes de asilo como Antúnez a esperar las fechas de los tribunales al sur de la frontera, donde los defensores han registrado al menos 1.134 casos en los que han sido secuestrados, violados o agredidos.

Al comienzo de la pandemia, la administración Trump cerró aún más la frontera sur a los solicitantes de asilo invocando una ley de salud pública conocida como Título 42.

México accedió a permitir que las autoridades estadounidenses devolvieran a los guatemaltecos, hondureños y salvadoreños que habían entrado en Estados Unidos desde México; EE.UU generalmente devuelve a otros migrantes a sus países de origen.

Los funcionarios del gobierno de Biden han dicho que planean mantener el Título 42, pero de acuerdo con un fallo judicial reciente, excluirán a los niños migrantes que lleguen a la frontera sin estar acompañados por un adulto.

El viernes, los funcionarios de Seguridad Nacional anunciaron que comenzarán a permitir la entrada a Estados Unidos de unos 25.000 migrantes con casos de inmigración activos en México a partir del 19 de febrero.

Los migrantes se registrarán virtualmente, y los que sean elegibles recibirán instrucciones sobre dónde y cuándo cruzar la frontera a través de los puertos de El Paso, Brownsville y San Ysidro, California. Antes de ser liberados en EE.UU, todos los migrantes serán examinados médicamente en México para detectar el coronavirus y otras enfermedades por la Agencia de las Naciones Unidas para la Migración.

A man looks through a hole in the fence in the Gateway International Bridge
Un hombre mira a través de un agujero en la valla en el puente internacional Gateway en Matamoros, México.
(Veronica G. Cardenas / For the Times)

Una vez en Estados Unidos, los migrantes podrán esperar el resultado de sus casos de inmigración con patrocinadores, generalmente familiares.

Los funcionarios dijeron que procesarán a unos 300 migrantes al día, dando prioridad a los más vulnerables, incluidos los que han estado esperando hasta dos años en algunas de las ciudades más peligrosas del mundo en el norte de México.

Los funcionarios subrayaron que los migrantes sin casos judiciales activos de Permanencia en México no podrán entrar a EE.UU todavía, aunque los que fueron deportados o rechazados de la frontera durante la pandemia pueden ser considerados para la admisión más adelante.

La abogada de inmigración Taylor Levy dijo que está recibiendo llamadas de migrantes que se dirigen a la frontera ahora porque suponen que se les permitirá entrar a Estados Unidos, a pesar de que muchos siguen siendo deportados.

Durante recientes discusiones en vivo en Facebook, Levy instó a los migrantes con casos de asilo activos de Permanecer en México a esperar para ser admitidos en EE.UU. Ella comentó que espera que la administración de Biden reconsidere a aquellos que perdieron casos de asilo bajo Trump o no pudieron solicitar asilo durante la pandemia.

“Están expulsando a mucha gente”, manifestó. “Sí, hay algunas liberaciones, pero es como tirar una moneda al aire”.

Una niña monta su bicicleta en un campamento de migrantes en Matamoros, México.
(Veronica G. Cardenas / For The Times)

El campamento de Matamoros ha crecido recientemente de 650 a 1.000 personas, dijo Pimentel, incluyendo a algunos migrantes que aún no califican para entrar a Estados Unidos bajo las reglas de la administración Biden.

Pero señaló que la nueva política era alentadora, especialmente el hecho de que la administración planea dar prioridad a los migrantes más vulnerables.

“Todo el campamento de Matamoros puede muy bien ser considerado una población vulnerable debido a las circunstancias”, manifestó, y los migrantes allí pueden ser elegibles para entrar en EE.UU, mientras que sus casos de asilo se resuelven.

“A estas familias que se están congelando en este frío tan intenso que tenemos hoy, esta noticia les llega como un manto de calor, de esperanza de que por fin serán escuchados sus casos”.

La solicitante de asilo cubana Mileydis Tamayo Salgado, como muchos en el campamento, no tiene abogado. Esta semana vio los videos de los defensores en Facebook y YouTube y decidió no cruzar el río todavía porque podría poner en peligro su caso judicial.

Mileydis Tamayo Salgado,
Mileydis Tamayo Salgado, de 51 años, solicitante de asilo de Cuba, trabaja como enfermera en la clínica sin ánimo de lucro del campamento de migrantes, Global Response Management.
(Veronica G. Cardenas)

Tamayo, de 51 años, lleva casi dos años en el campamento. Formada como enfermera, ha estado trabajando en la clínica sin ánimo de lucro del campamento, Global Response Management.

Desde el otoño pasado, numerosas migrantes embarazadas han llegado al campamento y se les ha permitido entrar a EE.UU. Tamayo dijo que se frustra al esperar para cruzar la frontera, pero “tengo fe. Solo tenemos que esperar”.

Las autoridades fronterizas de Texas han empezado a admitir recientemente a algunos migrantes del campamento con graves problemas médicos documentados por el personal de la clínica, expuso la fundadora de esta, Helen Perry.

Ella está ansiosa por ver que se permita a los migrantes del campamento entrar en Estados Unidos, ya que en la ciudad se ha estado gestando una guerra de cárteles de la droga, con un aumento de los tiroteos callejeros durante el último mes en los barrios adyacentes.

“Nos gustaría que hubiera un medio para poner a la gente a salvo antes de que ocurra algo trágico”, expresó Perry.

Antúnez se aloja cerca de la clínica del campamento, en una tienda de campaña instalada en una antigua cancha de baloncesto que a veces se inunda. Teme que si abandona el campamento pueda ser secuestrada. El campamento tiene vallas y está vigilado por funcionarios de inmigración mexicanos, pero sigue sintiéndose insegura al dormir sola por la noche.

Su hijo Caleb, de 4 años, cumple años el 26 de febrero y quiere llegar a tiempo para celebrarlo en Nueva Orleans. Sus hijos la llaman regularmente a su teléfono móvil para preguntarle: “¿Cuándo vienes, mamá?”.

“Pronto”, dice ella.

A Antúnez le preocupa que la separación les pase factura, especialmente a su hijo Dayher, de 6 años, que se metía en la cama y la abrazaba cuando se asustaba en el campamento.

“Hay días que lloro, me siento desesperada, no puedo comer”, dice Antúnez. “Me digo que debo tener fe. Algún día todo esto tiene que terminar”.

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