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El regreso de una paciente a la unidad COVID-19 de un hospital subraya la incertidumbre que se viene

COVID-19 Patient at Desert Valley Medical Group, Victorville
Janice Brown hace una mueca cuando la enfermera Jennifer Stolpp toma su brazo para una diálisis en el Desert Valley Hospital en Victorville.
(Irfan Khan/Los Angeles Times)
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Se sentó en una esquina de la habitación del hospital, respirando en un tubo diseñado para prevenir la neumonía o el colapso de sus pulmones.

Era la cuarta semana de abril, y los últimos dos meses habían sido tan largos y monótonos que Janice Brown comenzó a contar los autos que pasaban por su ventana, sólo para hacer algo. El conserje y las enfermeras se habían convertido en viejos conocidos.

Entonces, al parecer, tenía coronavirus.

En los cortos anales de la unidad COVID-19 del Desert Valley Hospital, Brown es una persona con cierta distinción. Tiene una notoriedad que nadie querría, pero a veces en la vida no puedes elegir lo que te hace especial. O como lo hace.

Janice Brown fue la primera paciente de Desert Valley Hospital en Victorville en dar positivo para COVID-19. Brown fue colocada en la unidad de COVID de la institución.
(Irfan Khan/Los Angeles Times)
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Brown, de 66 años, fue la primer paciente en Desert Valley en dar positivo por el coronavirus. Una de las primeras en ser identificada. Ella pensó que estaba libre de contagio, pasando semanas, con una mascarilla, pero confiada, caminando por la casa y el patio trasero de su hermana en Rancho Cucamonga.

Su médico, Imran Siddiqui, ciertamente pensó que había visto todo sobre Janice Brown. Pocos días después de que él la dio de alta el 3 de abril, ella le dijo a Siddiqui que se sentía genial.

Dos semanas después de esa llamada de seguimiento, Siddiqui vio su nombre en la lista de pacientes. Ella había dado positivo por segunda vez.

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La historia de Janice Brown, dos veces paciente de coronavirus, es paralela a la historia del hospital que la atendió. Ambas narrativas se basan en la esperanza de que lo peor haya pasado. O, al menos, no tener que esperar en el horizonte.

Cuando Siddiqui, director médico de Desert Valley Medical Group, vio salir a Brown por segunda vez, se atrevió a pensar que la unidad COVID-19 del hospital podría ser desmantelada pronto.

Dr. Imran Siddiqui
El Dr. Imran Siddiqui habla con Brown.
(Irfan Khan/Los Angeles Times)
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El sábado 25 de abril, Siddiqui abrió el plástico que separaba el resto del hospital del ala Este, donde un letrero en el exterior decía “Nuevo aislamiento respiratorio”.

Seguido por un reportero y un fotógrafo, entró en el área de “donning” (ponerse) para “gown up” (vestirse), colocándose el uniforme estándar: delantal azul, cubiertas de zapatos, una cubierta de pelo con gorro de hongo, guantes y una mascarilla quirúrgica sobre su N95.

Llegar a la unidad COVID se parecía un poco a la escena de “E.T. el extraterrestre”, la película clásica de Steven Spielberg de 1982, en la que Elliott camina a través de un enorme tubo de plástico para llegar a su nuevo amigo que fue secuestrado en una camioneta médica.

Dr. Imran Siddiqui enters negative pressure enclosure with balloons for his patient.
Brown se conecta a una máquina de diálisis en la sala de aislamiento de la unidad COVID-19.
(Irfan Khan/Los Angeles Times)

Siddiqui pasó una estación donde un puñado de enfermeras monitoreaban los signos vitales de sus pacientes en las pantallas de las computadoras. Los RN se habían ofrecido como voluntarios para trabajar en la unidad, creando un personal informal para que otras enfermeras no estuvieran expuestas.

El médico observó a María Quintero mientras hacía una limpieza “terminal”, o profunda, en una habitación de pacientes que había sido desocupada más temprano en el día. Quintero, un miembro del personal de limpieza que trabaja en la unidad, usó lejía para fregar las paredes.

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Finalmente, Siddiqui se dirigió al final del pasillo, firmando su nombre en el registro fuera de la habitación 238 antes de entrar.

“¿Hola cariño Cómo estás hoy?”, preguntó.

“No bien”, respondió Brown. Se llevó una mano al pecho, donde se sentía como si hubiera estado ardiendo todo el día.

Janice Brown is hooked up to a dialysis machine in COVID-19 unit isolation room at Desert Valley Medical Group, Victorville.
Brown se conectó a una máquina de diálisis en la sala de aislamiento de la unidad COVID-19.
(Irfan Khan/Los Angeles Times)

No tenía nada que ver con el COVID, Siddiqui la tranquilizó, sólo era gastritis.

El día anterior tuvo una temperatura de 101 grados, reveló, pero sus números estaban mejorando. Era el cuarto día de su segunda hospitalización.

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Brown anticipaba su cumpleaños tres días después, el 28 de abril, y anhelaba celebrar en otro lugar que no fuera el hospital.

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“Estás de buen humor, ¿verdad?”, preguntó Siddiqui.

Su paciente dudó antes de responder: “Sí, estoy de buen humor”.

A lo largo de su vida, Brown ha lidiado con cáncer, dos derrames cerebrales, dos ataques cardíacos, insuficiencia renal e insuficiencia cardíaca congestiva y ha estado en diálisis por más de un año. Con su edad y una serie de problemas de salud subyacentes, ella es exactamente el tipo de persona que el COVID-19 mastica y escupe.

El coronavirus, dijo Brown, con un toque de ironía, simplemente se sintió como “la cereza del pastel”.

Maria Quintero makes sure that COVID-19 unit is clean at Desert Valley Medical Group, Victorville.
María Quintero se asegura de que la unidad COVID-19 esté limpia en el Desert Valley Hospital en Victorville.
(Irfan Khan/Los Angeles Times)

Todo comenzó con un resfriado a principios de marzo. Después de dos semanas, Brown pensó que estaba mejorando. Ella ha estado predicando durante 25 años, y pronunció un sermón en su iglesia de Fontana diciéndole a su rebaño: “No importa lo que venga, confíe en Dios”.

“No sabía que me estaba predicando a mí misma”, dijo.

En cuestión de días, Brown se enfermó tanto que no pudo soportarlo. El 24 de marzo, llegó a la sala de emergencias de Desert Valley y dio positivo por COVID-19.

El dolor era tan grande que pensó que iba a morir.

La unidad COVID del hospital se instaló poco después de su ingreso, para conservar protegido al equipo. Brown fue su primer residente y Siddiqui su médico durante los 10 días previos a su alta del 3 de abril.

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Los CDC recomiendan finalizar las “precauciones basadas en la transmisión” después de que un paciente pasa 72 horas sin síntomas o tiene dos pruebas negativas con 24 horas de diferencia.

El hospital sigue una estrategia basada en los síntomas. Después de que Brown pasó tres días sin fiebre, sin el uso de medicamentos para reducir la temperatura, y los médicos vieron una mejora en sus síntomas respiratorios, fue dada de alta.

Cuando Brown salió, pensó que había escapado de las garras del temido virus.

“Pensé que había terminado”, reveló Brown. “Todo el mundo pensó que había terminado”.

Luego, durante la diálisis el 21 de abril, su presión arterial bajó precipitadamente y su temperatura se disparó. Una ambulancia la llevó de vuelta al hospital, donde volvió a dar positivo.

Brian Lugo, head of COVID-19 Response Team
Brian Lugo, jefe de la respuesta al COVID-19, celebra una reunión diaria de personal en el Hospital Desert Valley.
(Irfan Khan/Los Angeles Times)

En las últimas semanas, China y Corea del Sur informaron que algunos pacientes que se habían recuperado de COVID-19 dieron positivo nuevamente en las visitas de seguimiento. En casos extremos, los pacientes en la ciudad china de Wuhan, donde comenzó el brote a fines del año pasado, reportaron resultados positivos 70 días después de la recuperación.

Los médicos en ambos países dijeron que no creían que los pacientes hubieran sido reinfectados, una posibilidad preocupante debido a sus implicaciones para desarrollar una inmunidad generalizada contra una enfermedad para la cual no hay vacuna.

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“[Brown] fue la primer paciente que regresó al hospital y dio positivo nuevamente”, expuso Siddiqui. “¿Es una reinfección o la misma infección? No lo sabemos”.

El 29 de abril, ocho días después de que Brown hubiera sido readmitida, unas 30 personas se reunieron en la sala de conferencias para una junta del grupo de trabajo de COVID-19. Hablaron sobre el plan de reapertura de cuatro fases del estado y la necesidad de mantenerse alerta.

Los expertos han advertido contra una amplia reapertura de EE.UU en medio de la pandemia, pero docenas de estados han reabierto sus economías de alguna manera.

“Estamos tratando de evitar esa segunda ola”, dijo a los médicos Brian Lugo, director de preparación para emergencias y jefe de la respuesta del COVID-19. “No nos descuidemos”.

Durante la reunión, los miembros del grupo de trabajo hablaron sobre los planes para reabrir los laboratorios y eliminar los atrasos de los exámenes que se habían pospuesto debido al virus.

Una pizarra blanca mostró que 289 personas en el hospital habían sido analizadas para detectar el virus y 25 fueron dados de alta. Sólo dos pacientes con COVID positivo, incluida Brown, estaban en el ala Este. Otros dos se encontraban con ventiladores en la unidad de cuidados intensivos.

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“Estoy muy contento de que sólo tengamos dos pacientes en nuestra unidad COVID. Esa es una buena señal “, manifestó Fred Hunter, director ejecutivo de Desert Valley Hospital y Desert Valley Medical Group. “Al reabrir este hospital para cirugías electivas y procedimientos electivos, no queremos equivocarnos”.

Le preocupaba, dijo, “que si lo abriéramos demasiado pronto, estos números pudieran cambiar en la dirección equivocada”.

Fred Hunter, of Desert Valley Medical Group.
Fred Hunter, director ejecutivo del Hospital Desert Valley y del Grupo Médico Desert Valley.
(Irfan Khan/Los Angeles Times)

En las últimas semanas, China y Corea del Sur informaron que algunos pacientes que se habían recuperado de COVID-19 dieron positivo nuevamente en las visitas de seguimiento. En casos extremos, los pacientes en la ciudad china de Wuhan, donde comenzó el brote a fines del año pasado, reportaron resultados positivos 70 días después de la recuperación.

Los médicos en ambos países dijeron que no creían que los pacientes hubieran sido reinfectados, una posibilidad preocupante debido a sus implicaciones para desarrollar una inmunidad generalizada contra una enfermedad para la cual no hay vacuna.

“[Brown] fue la primer paciente que regresó al hospital y dio positivo nuevamente”, expuso Siddiqui. “¿Es una reinfección o la misma infección? No lo sabemos”.

El 29 de abril, ocho días después de que Brown hubiera sido readmitida, unas 30 personas se reunieron en la sala de conferencias para una junta del grupo de trabajo de COVID-19. Hablaron sobre el plan de reapertura de cuatro fases del estado y la necesidad de mantenerse alerta.

Los expertos han advertido contra una amplia reapertura de EE.UU en medio de la pandemia, pero docenas de estados han reabierto sus economías de alguna manera.

“Estamos tratando de evitar esa segunda ola”, dijo a los médicos Brian Lugo, director de preparación para emergencias y jefe de la respuesta del COVID-19. “No nos descuidemos”.

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Durante la reunión, los miembros del grupo de trabajo hablaron sobre los planes para reabrir los laboratorios y eliminar los atrasos de los exámenes que se habían pospuesto debido al virus.

Una pizarra blanca mostró que 289 personas en el hospital habían sido analizadas para detectar el virus y 25 fueron dados de alta. Sólo dos pacientes con COVID positivo, incluida Brown, estaban en el ala Este. Otros dos se encontraban con ventiladores en la unidad de cuidados intensivos.

“Estoy muy contento de que sólo tengamos dos pacientes en nuestra unidad COVID. Esa es una buena señal “, manifestó Fred Hunter, director ejecutivo de Desert Valley Hospital y Desert Valley Medical Group. “Al reabrir este hospital para cirugías electivas y procedimientos electivos, no queremos equivocarnos”.

Le preocupaba, dijo, “que si lo abriéramos demasiado pronto, estos números pudieran cambiar en la dirección equivocada”.

 Janice Brown, left, pleasantly surprised by Dr. Imran Siddiqui, center, and nursing who brought her balloons, a card and cake to celebrate her birthday
Brown es gratamente sorprendida por el Dr. Siddiqui, del centro, y las enfermeras que le trajeron globos, una tarjeta y un pastel para celebrar su cumpleaños.
(Irfan Khan/Los Angeles Times)

Después de la reunión, Siddiqui subió las escaleras con tres globos y un pequeño pastel rosado para conmemorar el cumpleaños de Brown, un día antes.

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Dentro de la unidad de COVID, Becca Díaz escribió “¡Feliz cumpleaños! Eres una paciente increíble”, en una tarjeta que había sido firmada por los trabajadores de la unidad. Díaz, una enfermera registrada, trabaja en la unidad tres veces por semana y recordó lo deprimente que fue cuando Brown dio positivo por segunda vez.

“Era como si nada ayudara”, señaló Díaz.

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Díaz se unió a una pequeña multitud que se dirigió a la habitación de Brown, todos con equipo de protección completo, sosteniendo un pastel y cantando feliz cumpleaños.

“Quiero decirles muchas gracias, chicos”, manifestó Brown, con los ojos llorosos.

“Es lo menos que podríamos haber hecho por ti”, dijo Siddiqui.

“Ustedes han hecho más que suficiente. Arriesgan sus vidas, por mí”, respondió.

En efecto, hubo sacrificios. Díaz usa un designado “baño COVID” en su casa para ducharse cuando termina el trabajo; otros pasan semanas lejos de sus seres queridos para protegerlos.

 Janice Brown recovered from coronavirus symptoms leaves the Desert Valley Medical Group hospital.
Brown recuperada, sale del Hospital Desert Valley.
(Irfan Khan/Los Angeles Times)

“Realmente les agradezco, porque ya saben, este virus… no lo sé”, dijo Brown. “Por arriesgar su vida, verdaderamente desde lo más profundo de mi corazón, les digo gracias”.

Esa tarde, Díaz sacó a Brown del hospital para que pudiera reunirse con su familia, dejando a una sola persona en la unidad COVID. El personal del hospital se preguntó si era la hora de desmantelarlo.

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Luego, unos días después de que Brown dejara el hospital por segunda vez, el Desert Valley recibió una oleada de pacientes que los médicos pensaron que podrían estar infectados con el coronavirus. Uno por uno, los examinaron, con un solo resultado positivo. Hasta el martes, una persona permanecía en la unidad.

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Pero el hospital no la ha cerrado. Al menos no todavía.

Era difícil imaginar lo que podría suceder en el futuro. Las pruebas están aumentando en California, lo que podría conducir a una afluencia de nuevos pacientes. Además, varios condados del estado, incluido San Bernardino, están flexibilizando algunas restricciones. Los revestimientos faciales en público, aunque son “muy recomendables”, ya no son requeridos.

“Básicamente vivimos día a día”, destacó Siddiqui. “¿Quién sabe lo que va a pasar mañana?”.

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