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Venga en auto al primer drive-trhough de los premios Oscar

Una experiencia distinta
(Nick Lu / For The Times)
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Antes de proponer una ceremonia de entrega de los Oscar en automóvil, antes de que se ponga a pensar en lo inapropiado que sería, y en que la ceremonia de los Premios de la Academia requiere clase y una dignidad estirada que realmente aburre a los espectadores más jóvenes, le recordaré que Björk una vez dejó caer un huevo en la alfombra roja, y que en 1974 un tipo que vestía nada más que un bigote cruzó el escenario más grande del mundo.

¿Dignidad? ¿Qué dignidad? Por el amor de Dios, hemos visto a Rob Lowe cantar con Blancanieves. Hemos visto cómo el cerebro de John Travolta se congelaba mientras presentaba sin aliento a “¡Adele Dazeeeeeem!!!!” Hemos visto a Jennifer Lawrence caerse de bruces, dos veces.

En comparación, una ceremonia de entrega en auto no sería el peor momento de los Oscar. El más cursi, quizá. ¿El más memorable? Sin duda. No hay que olvidar que para dejar huella en Hollywood siempre hay que poner un poco de alma.

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Tal y como están las cosas, Ted Danson ya hace una comedia de situación semanal (posiblemente un documental) que se burla de Los Ángeles y su liderazgo. Eso me enfurece, esa idea de que nuestros líderes son deficientes, o de que el resto de la nación nos considera un poco tontos.

No nos considero ni un poco tontos. No Hollywood Boulevard. No el yoga desnudo. No esas cabras surfistas.

Así que no se robe mi energía, ¿de acuerdo? Solo llegue a la ceremonia de entrega de los Oscar en el estadio de los Dodgers. Hemos reservado un lugar para usted justo aquí. No, ahí, idiota. Está bien, donde quiera, Mr. Mayor.

Por favor, tenga en cuenta que antes tardaba tres años en llegar a casa después de un partido de los Dodgers, pero en los últimos años, con todos los cambios que han implementado, lo han reducido a dos años para llegar a casa después de un partido de los Dodgers, una enorme mejora del 33% (si mi ábaco es correcto).

Por lo tanto, esta ceremonia durará literalmente semanas, siempre lo hace. Lo que no habrá este año son quejas de las flacas actrices sobre lo hambrientas que estaban durante la tradicional ceremonia de tres horas. Como si comieran de todos modos.

Como parte del proceso de drive-through, habrá donuts Krispy Kreme disponibles y, para atraer a las grandes estrellas, ofreceremos inyecciones de Botox y hamburguesas In-N-Out gratis. No las hamburguesas en sí. Solo inyecciones. Mucho más rápido.

También ofreceremos vacunas contra COVID, por supuesto. Piense en las fotos del día siguiente: Cameron Diaz haciendo una mueca de dolor y Joaquin Phoenix haciéndose un ovillo de hilo.

Evidentemente, una ceremonia de entrega de los Oscar en automóvil serían un Circo de Autos de 12 anillos. Cheech y Chong llegarían conduciendo su humeante Impala. Donald Sutherland aparecería encima de un tanque del ejército (una referencia a “Kelly’s Heroes”, en caso de que los jóvenes se lo pregunten).

“¿Por qué termina con esas ondas negativas? ¿Por qué no se da cuenta de lo hermoso que es aquí?”

Y será hermoso. Muchas bromas de automóviles, obviamente: el Batmóvil, el Mustang GT de Bullitt, el Porsche 911 Turbo 3.6 de “Bad Boys”.

Mike Myers podría llegar en el Wienermobile de Oscar Mayer. Sería un “homenaje”, como dicen los de la escuela de cine. Un homenaje al amor, por supuesto. Y a las películas de adolescentes.

Empezaría con una toma en helicóptero de un número de baile en el letrero de Hollywood, luego seguiría una persecución a baja velocidad por las colinas con Bill Murray conduciendo ese pequeño Alfa Romeo rojo de “On the Rocks”. Vendría conduciendo por las colinas, con su coprotagonista, Rashida Jones, bajándose del auto para empujarlo las últimas 100 yardas.

Por supuesto, habría una gran pantalla de autocine en la que se proyectarían fragmentos de las principales películas de este año, así como las pequeñas cintas oscuras y sin alegría que últimamente parecen gustarle a Hollywood. Qué más da, que se muestren esas también. Presenten clips de TikTok, por lo que a mí respecta. Muestren imágenes del pequeño bar mitzvah que celebré para mí el pasado martes.

Para resaltar el ambiente de SoCal, Sarah Jessica Parker aparecería en patines para repartir Dodger Dogs y papas fritas con ajo. Si gana un Oscar, los repartidores patinarán hasta su auto para entregarle su estatua, que tendría una ventosa. Los ganadores podrían lamerla y pegarla al capó de sus automóviles.

¿Y pensaba que esto no sería elegante?

En última instancia, sería un homenaje a Los Ángeles, que podría necesitar un pequeño impulso en estos momentos. De hecho, el otro día escribía en mi diario de ansiedad lo preocupado que estaba por mi querida ciudad.

Los Ángeles está muy asustada por este año de pánico. Los residentes parecen haber perdido sus actitudes, su bronceado, su arrogancia. Lo peor de todo, su inocencia característica.

Oye, si Harlem puede tener un renacimiento, ¿por qué no Los Ángeles?

Realmente creo que estamos preparados para la grandeza; se encuentra justo al otro lado de la línea de falla, al otro lado del salón de masajes y en la esquina de la escuela secundaria Miley Cyrus.

La grandeza es nuestra, si estamos dispuestos a pisar el acelerador.

¿No lo estamos siempre?

Erskine es un ex columnista del Times con un profundo conocimiento de todo. Sígalo en ChrisErskineLA.com

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí

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