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Reabrir las escuelas primarias es arriesgado, pero también lo es mantenerlas cerradas

Reabrir las escuelas primarias es arriesgado, pero también lo es mantenerlas cerradas
Tunette Powell y su hijo Joah esperan para recoger los útiles escolares en la escuela primaria Baldwin Hills. Todas las escuelas del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles están enseñando únicamente en línea al inicio del ciclo escolar.
(Josie Norris/Los Angeles Times)
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Si bien la gran mayoría de las escuelas y universidades de California permanecerán cerradas a la instrucción en persona este otoño, una pequeña cantidad de escuelas primarias todavía esperan reabrir sus puertas en lo que será una prueba importante de cuán seguro es comenzar las clases presenciales en medio de la pandemia de COVID-19.

En general, California no permite que las escuelas vuelvan a abrir en los condados que han estado en la lista de control del estado durante al menos 14 días, y más del 88% de los californianos viven en los condados dentro de esa lista.

Sin embargo, existen excepciones para las escuelas primarias. Esas instituciones pueden solicitar una exención a la prohibición de reaperturas, pero para hacerlo, las tasas de casos de coronavirus tienen que estar por debajo de un cierto umbral y el funcionario de salud local debe aprobar el plan de reapertura, que requiere consultas con el personal de la escuela y el Departamento de Salud Pública del estado.

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Va a ser difícil planear cómo reabrir las escuelas primarias. En general, se considera que los niños más pequeños tienen un riesgo menor de contraer el COVID-19 que los niños mayores y los adultos. Aún así, reabrir las escuelas primarias cuando la transmisión de la enfermedad es demasiado alta puede ser riesgoso.

Los cuestionamientos sobre la disponibilidad de pruebas y el rastreo de contactos también son factores importantes. California todavía está luchando en ambos frentes, y eso tiene a algunos preocupados sobre la rapidez con que los funcionarios pueden identificar los brotes y limitar su propagación.

El Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles anunció esta semana un ambicioso plan de pruebas para sus casi 500.000 estudiantes y 75.000 miembros del personal, un esfuerzo destinado a establecer el nivel de referencia de infección en la comunidad y eventualmente ayudar a determinar cuándo será seguro reabrir los campus.

Esperar demasiado para reabrir las escuelas -cuando se puede hacer de una manera más segura- puede tener sus propios efectos dañinos.

El aprendizaje en línea no solo empeora las disparidades educativas para los niños de bajos ingresos, sino que también provoca un aumento de la ansiedad y la depresión tanto en los estudiantes como en los adultos, niveles más altos de obesidad, signos de un incremento del abuso infantil y la violencia doméstica y la pérdida del trabajo debido a la necesidad de cuidar a los niños en casa, dijo la Dra. Naomi Bardach, pediatra de UC San Francisco y profesora asociada de pediatría y políticas de salud.

Pero el camino a seguir debe ser seguro tanto para los estudiantes como para los profesores. “Es una falsa dicotomía decir que los maestros y las familias están en desacuerdo”, manifestó Bardach. “Las aperturas no se pueden hacer a espaldas de los maestros y el personal”.

Las condiciones locales son quizá el factor más importante para la reapertura de algunas escuelas.

A varios condados escasamente poblados y con pocos casos nuevos se les ha permitido reabrir las escuelas.

La escuela preparatoria Shasta en Redding reabrió sus puertas para la instrucción en persona la semana pasada y mantiene solo a la mitad de la población en las aulas en todo momento; los estudiantes reciben instrucción presencial dos días a la semana e instrucción remota el resto del tiempo.

El condado de Shasta está reportando 66 nuevos casos de coronavirus por cada 100.000 residentes durante los últimos 14 días.

Pero el condado de Los Ángeles, un punto crítico desde los primeros meses de la pandemia y que está incluido en la lista de monitoreo de COVID-19 del estado, ha cuadriplicado la tasa de nuevos casos que tiene el condado de Shasta.

“No queremos que las infecciones de la comunidad regresen a nuestras escuelas y provoquen un aumento de los brotes”, dijo Bárbara Ferrer, directora de salud pública del condado de Los Ángeles.

En algunos otros condados ya está aumentando el interés por la reapertura de escuelas primarias. El condado de Orange ha recibido al menos 50 solicitudes de exención. En Silicon Valley, la mayoría de las escuelas primarias interesadas en reabrir son escuelas privadas, dijo la Dra. Sara Cody, oficial de salud del condado de Santa Clara.

Hay una serie de razones por las que los funcionarios y los expertos dicen que las escuelas primarias están preparadas para reabrir primero.

Los niños más pequeños son biológicamente menos propensos a contraer el COVID-19

La forma en que el coronavirus ingresa a las células del cuerpo es aferrándose a un tipo específico de proteína: el receptor ACE2. La única forma en que el virus puede comenzar a inyectarse en las células del cuerpo humano, para secuestrarlo y comenzar a inundarlo con más copias de sí mismo, es aferrándose a las proteínas receptoras ACE2.

Los niños menores de 10 años tienen la menor cantidad de receptores ACE2 que cualquier grupo de edad; los adolescentes, sin embargo, tienen más que los niños más pequeños, pero menos que los adultos.

“Ahora, esa es una explicación fisiológica de por qué hay tan pocos casos en niños. No es como si no existiera ninguno... pero realmente está subrepresentado en relación con su población”, expuso el Dr. George Rutherford, epidemiólogo y experto en enfermedades infecciosas de UC San Francisco.

En California, los niños de 5 a 17 años representan aproximadamente el 8% de los casos de coronavirus de California, a pesar de que comprenden el 17% de la población del estado. Y de los más de 11.500 californianos que murieron después de enfermarse con el COVID-19, solo uno tenía menos de 18 años: un adolescente que vivía en el Valle Central.

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Sobre otros estudios que sugieren que los niños más pequeños tienen menos probabilidades de transmitir el virus a sus familias y a los adolescentes mayores, Rutherford dijo que sospecha que los estudiantes de jardín de infantes al tercer grado tienen un riesgo menor que los jóvenes mayores.

También hay algunas razones prácticas por las que los niños tienen menos probabilidades de transmitir el virus, dijo Bardach:

-Los niños tienen pulmones más pequeños, lo que significa que emiten nubes más pequeñas de virus si estornudan o tosen.

-Debido a que padecen una enfermedad menos grave, en general hay menos tos.

-Los niños más pequeños son más bajos que los adultos, lo que significa que las gotitas respiratorias cargadas de virus que generan al hablar, cantar, estornudar o toser tienen más probabilidades de caer al suelo que de alcanzar la altura de la cara de un adulto.

“Esto sugiere algunos consejos prácticos para los maestros de primaria y preescolar: en general, y especialmente para los niños que pueden necesitar consuelo, mantenga la cabeza por encima del niño y colóquese de lado o de espaldas en lugar de hacerlo cara a cara”, dijo Bardach.

De hecho, la mayoría de los niños que se infectan con COVID-19 es a través de alguna persona en su hogar, según estudios de Chicago, Australia, China, Grecia y Suiza, señaló Bardach. Casi siempre ocurre que es un adulto en el hogar el que muestra los síntomas de COVID-19 y el niño desarrolla la enfermedad después.

“Simplemente no vemos mucha transmisión en los niños pequeños”, manifestó Rutherford.

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La diferencia con la preparatoria

Los estudiantes de preparatoria son un asunto diferente. Los estudios mostraron que la evidencia de una infección por COVID-19 era mucho mayor entre los alumnos y maestros de una escuela preparatoria en Oise, Francia, que en aproximadamente media docena de escuelas primarias locales. De hecho, la prevalencia de anticuerpos contra el coronavirus en las escuelas primarias fue esencialmente la misma que en la comunidad en general, dijo Bardach.

La reapertura de escuelas en Israel es una clara lección de cómo no reabrirlas.

Poco después de la reapertura tras un cierre de dos meses en una escuela combinada de secundaria y preparatoria en Jerusalén, el Ministerio de Salud suspendió una política de uso de mascarillas durante tres días debido a una ola de calor, según un estudio publicado en Eurosurveillance. Las clases estaban abarrotadas - de 35 a 38 estudiantes por aula - y no era posible el distanciamiento social entre alumnos y maestros, además, se usó aire acondicionado en las aulas y se cerraron las ventanas.

El resultado fue una transmisión masiva de COVID-19. Veinticinco miembros del personal y 153 estudiantes finalmente dieron positivo por el coronavirus.

Un informe dice que los casos de COVID-19 en asilos de ancianos de EE.UU aumentaron casi un 80% a principios de este verano, impulsados por la dispersión en el sur y gran parte del oeste.

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Es importante la manera en que se reabre

Los detalles de cómo reabrirán los lugares para niños también son importantes. El Departamento de Salud Pública de California requiere que los niños en edad escolar desde el tercer grado hasta la escuela preparatoria usen cubiertas para la cara, a menos que estén exentos, y recomienda enfáticamente el uso de mascarillas entre los más pequeños hasta el segundo grado.

Un brote en un campamento nocturno en Georgia también es un ejemplo de lo que no se debe hacer.

En este campamento, los organizadores no exigieron mascarillas de tela para los campistas ni abrieron ventanas y puertas para una mayor ventilación; los asistentes participaron en una variedad de actividades, que incluían “cantos vigorosos a diario”, actividad que se sabe que propaga fácilmente el coronavirus.

“Ellos cantaron, que es lo peor que se puede hacer”, dijo Rutherford.

Al menos 260 personas en el campamento dieron positivo, según un estudio realizado por funcionarios de salud federales y de Georgia.

Pero en San Francisco, un campamento al interior de verano para niños desde el jardín de infantes al octavo grado encontró una manera exitosa de operar sin un brote, dijo Bardach, ya que implementaron el uso de mascarillas, el distanciamiento físico, una buena ventilación y dividiendo a los niños en grupos que no se mezclaban entre sí, reduciendo el riesgo de un brote generalizado.

Ninguno de los niños estaba infectado con el virus al final del campamento, dijo Bardach, e incluso los pequeños de kindergarten hicieron un buen trabajo, si no perfecto, al usar mascarillas. “La implicación de esto es que es posible seguir los principios de salud pública... y ello podría conducir a infecciones limitadas o nulas”.

La incidencia de las lesiones atribuidas a la violencia de pareja aumentó considerablemente tras el inicio del brote de coronavirus, y esas lesiones fueron más graves.

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Los niveles de transmisión de enfermedades deben reducirse

Los funcionarios, sin embargo, han comenzado a llegar a un consenso de que los niveles de enfermedades en las zonas de puntos críticos aún deben reducirse antes de que las escuelas primarias puedan reabrir.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU, la reapertura de escuelas a nivel internacional parece ser segura en comunidades con bajas tasas de transmisión del coronavirus. Pero cuando las tasas de transmisión ya son altas, la reapertura de los campus puede aumentar aún más el riesgo de propagación de enfermedades, dijeron los CDC.

La tasa de nuevas infecciones por coronavirus en el condado de Los Ángeles sigue siendo demasiado alta.

En el condado de Los Ángeles, por ejemplo, se han reportado 29.356 nuevos casos en los últimos 14 días, lo que se traduce en una tasa per cápita de 291 nuevos casos de coronavirus por cada 100.000 residentes en las últimas dos semanas.

El condado de L.A. necesita reducir ese número a 200 casos nuevos por cada 100.000 residentes para comenzar a contemplar la posibilidad de permitir que las escuelas primarias reabran a través del proceso de exención, de acuerdo con las reglas estatales. Y el condado de L.A. tendrá que reducir esa cifra a 100 nuevos casos por cada 100.000 habitantes durante los últimos 14 días para salir de la lista de seguimiento del estado, lo que permitirá la reapertura de más campus.

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La experiencia en una escuela secundaria en Indiana es aleccionadora. Un estudiante que ingresó el primer día de clases aún no había recibido los resultados de una prueba de coronavirus, pero fue a la escuela de igual manera y luego se descubrió que estaba infectado, lo que obligó a sus compañeros de clase a ser enviados a casa para ser puestos en cuarentena.

“No deseamos que pasen ese tipo de cosas de empezar-parar-empezar-parar-empezar-parar. Es por eso que queremos tener una incidencia baja en las comunidades de donde provienen estos niños”, dijo Rutherford.

También son importantes otros elementos para la reapertura de las escuelas primarias que buscan permiso para reabrir: el apoyo y la consulta entre el personal, los sindicatos y las organizaciones de padres, dijo la Dra. Erica Pan, epidemióloga del estado de California.

“Necesitamos reducir la prevalencia de la comunidad para sentirnos cómodos al reabrir las escuelas”, manifestó Bardach. “Debemos asegurarnos de priorizar la reapertura de los campus antes de volver a abrir bares y restaurantes. Reabrir las escuelas es una pieza clave para abrir de nuevo nuestra economía, permitiendo que los padres regresen al trabajo”.

Los bares y restaurantes no contribuyen a la economía en la misma escala que la reapertura de las escuelas, señaló Bardach.

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Otros riesgos

Es comprensible por qué las personas pueden sentirse incómodas ante la perspectiva de que las escuelas reabran, como es el caso de los maestros mayores con afecciones subyacentes.

Y existe la posibilidad, aunque extremadamente rara, de que los niños pueda experimentar el síndrome inflamatorio multisistémico relacionado con el COVID-19 donde las partes de su cuerpo se inflaman.

Bardach considera que el síndrome inflamatorio es extremadamente raro; además, existen tratamientos para esta enfermedad, que es similar a un síndrome conocido como enfermedad de Kawasaki. “Es un riesgo tan bajo en comparación con muchas otras cosas que normalmente hacemos en nuestra vida diaria que las personas deberían de sentir menos pánico a ese síndrome en particular”, dijo Bardach.

Las escuelas que busquen reabrir también deben estar atentas al riesgo de que los adultos infecten a otros adultos. Un estudio australiano en la revista Lancet Child and Adolescent Health encontró que, en entornos escolares, los miembros del personal tenían más de cuatro veces mayor probabilidad de ser infectados por otro empleado que por un niño.

Eso significa que las escuelas deben asegurarse que las salas de descanso tengan una distancia física adecuada, políticas de uso de mascarillas y evitar todas las reuniones del personal en persona.

“A medida que se reabren las escuelas, la transmisión entre adultos es donde realmente deberíamos enfocarnos para crear formas de mantenernos seguros”, destacó Bardach.

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