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Hacer preguntas para hacer conexiones

Una mujer presenta un espectáculo de marionetas virtual en una sucursal de la Biblioteca Pública de Los Ángeles.
Hay formas sencillas en las que los padres y cuidadores pueden ampliar la experiencia de lectura.
(Courtesía de la Biblioteca Pública de Los Ángeles)
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Los libros recomendados en esta guía brindan varias oportunidades para aprender y dejar volar la imaginación. Además, hay formas sencillas en las que los padres y cuidadores pueden ampliar la experiencia de lectura. Preguntando “¿Qué notaste?” o “¿Qué ves?” son sugerencias poderosas para hacer descubrimientos y conexiones. Lo que puede comenzar como un juego de buscar y encontrar al gato en el libro “Outside, Inside” de LeUyen Pham podría llevar a recordar que la comodidad y la conexión se pueden encontrar incluso en tiempos de incertidumbre.

Señale las cosas en la vida de un niño que se relacionan con el libro que acaba de leer o mientras leen juntos. ¿Tienen ropa similar a la de Riley en “What Riley Wore”? ¿Qué mundos fantásticos se podrían crear con una pila de papeles cercana y en qué se diferencian de lo que hizo Daniel en “The Paper Kingdom”? Para los lectores mayores, ¿cómo sacaron fuerza los personajes de los libros de su entorno y de las personas que los rodean para encontrar sus propias voces? (¡Sí, este es un tema compartido en los libros para 3er / 4to grado!)

En un programa reciente, la bibliotecaria invitó a los niños a dibujar una emoción que sintieran mientras ella leía el libro “Glad Monster, Sad Monster: A Book About Feelings” de Ed Emberley y Anne Miranda. Después de compartir sus imágenes (feliz, tonto, emocionado), la bibliotecaria sacó piezas de franela: un círculo amarillo, círculos negros más pequeños y rectángulos negros, óvalos rojos y una cuerda azul.

Era hora de que los niños la ayudaran a crear más sentimientos. Pronto los rectángulos se inclinaron hacia abajo para hacer cejas enojadas. Una niña dio las instrucciones para hacer de la cuerda una boca confusa y ondulada. Se utilizaron óvalos rojos como ojos para gritar de sorpresa o frustración. Fue una variada gama de creaciones, de estos niños de 5 a 9 años que se deleitaron con poder tomar las riendas por un tiempo. Más discusión los llevó a compartir sobre las cosas que hacen cuando se sienten malhumorados o tristes. Todo fue provocado por la lectura de un libro y fue guiado por la bibliotecaria que hizo las preguntas abiertas.

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